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ABC CORDOBA 16-11-2018 página 17
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ABC CORDOBA 16-11-2018 página 17

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC VIERNES, 16 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 17 PUERTA GIRATORIA VIC NATI GAVIRA INICIACIÓN AL CAOS Los niños de catorce años quedan liberados de ir a clase si apoyan la causa de una huelga L PERDONEN LAS MOLESTIAS ARISTÓTELES MORENO LOS MARTES, DESALOJO Reventar los plenos municipales es ya una linda tradición como los mazapanes por Navidad. Aunque salpique al mismísimo Anguita E L capítulo primero de la biblia de la libertad de expresión dice (o debería decir) que el ejercicio de ese derecho es universal e intransferible. Es decir: que uno no puede reivindicar su derecho a expresar lo que le plazca negándoselo a los demás. Eso es (o debería ser) un principio básico. Una regla indubitable como la ley de la gravedad o el teorema de Pitágoras. Si un ciudadano (o ciudadana) reclama su derecho a no ser perseguido, ni torturado, ni discriminado, ni vejado, ni tratado injustamente, etcétera, y exige su derecho constitucional de reunión, de asociación, de sindicación, de opinión, de manifestación, etcétera, está aceptando implícitamente que los respeta también para los demás. Esta es una ley inexorable como lo es la de los vasos comunicantes o el principio de Arquímedes. Pues bien. Reglas elementales como las que les acabamos de exponer quedan suspendidas misteriosamente en el Ayuntamiento de Córdoba cada vez que se celebra un pleno municipal. Durante las cinco o seis horas que duran las sesiones, las leyes físicas se desordenan, los objetos caen hacia arriba, la suma del cuadrado de la hipotenusa no es igual a la de los catetos y la libertad de expresión se convierte en coto privado de unos cuantos. ¿De quiénes? se preguntará usted. Pues de cualquiera que, aprovechando que las sesiones plenarias son abiertas al público y el Pisuerga pasa por Valladolid, no tiene inconveniente en exhibir sus legítimas reclamaciones vecinales boicoteando las deliberaciones de los concejales. De tal forma que reventar los plenos se ha convertido en una linda tradición como los mazapanes por Navidad. No basta con sacar la pancarta de rigor ni vestir la camiseta de protesta. No. De lo que se trata es de secuestrar el derecho de otros vecinos y torpedear el acto democrático por excelencia de cualquier Ayuntamiento. De tal forma que no hay pleno sin bronca ni bronca sin desalojo, en este carrusel interminable que confunde la ley de la gravedad con el principio de Arquímedes y la libertad de expresión con la teoría de los vasos comunicantes. Y a río revuelto ganancia de parcelistas, agitadores y otros amigos de la gresca. El Gobierno municipal del señor Nieto zanjó la cuestión manu militari O sea: aplicando el artículo 57 del reglamento orgánico del Ayuntamiento, que impide al respetable público intervenir en la sesión plenaria, mucho menos mostrar su desagrado, bajo amenaza de expulsión sin contemplaciones. Y obligaba a acreditarse con carácter previo. La medida, muy protestada por la oposición, tuvo efectos milagrosos. La aplicación del artículo 57 fulminó la algarada, es cierto, pero activó la guasa. Y uno no sabría decir qué es más subversivo. Aún recordamos al señor Tejada, portavoz de IU, con el carné de identidad cogido con un imperdible en la solapa traspasando el cordón de seguridad del pleno en medio de una nube de fotógrafos. O el coro de toses coordinadas que se propagaron por la bancada en un acto de resistencia pasiva muy en plan universitario. El caso es que el Gobierno local de la señora Ambrosio está cogido por los cataplines de su antigua beligerancia contra el artículo 57 y ahora se tiene que comer con patatas cortijeras la zapatiesta de cada martes en el salón de plenos. Tanto que en el último desalojo, a cuenta de la trifulca de los tanatorios, salió tirando millas el mismísimo señor Anguita, santo y seña del municipalismo democrático de la ciudad. Y en esas estamos, querido contribuyente. OS alumnos de tercero de la educación secundaria descubren con catorce años que una decisión soberana les libra de clase durante todo un día, basta con mutar en dignos seguidores de causas nobles y apoyar con su ausencia cualquier huelga. Es un procedimiento sencillo. A través de redes sociales los estudiantes son interpelados con consignas efervescentes, fijada en el calendario la fecha de la convocatoria, convienen en el aula atender la protesta por unanimidad y el centro educativo, en cumplimiento de su normativa interna, ha de entender como justificada la falta de ese día. Es una suculenta invitación al descoque que atrapa a todo adolescente ávido de mostrar su autonomía y reforzar su adhesión a las consignas del grupo. Lo de menos es el motivo de la huelga, con trece o catorce años ser gregario significa afirmación, no protesta. Un impulso exhibicionista es el que lleva al colectivo adolescente a la manifestación. Alumnos de centros de secundaria de Córdoba se han convertido esta semana en aguerridos destructores de la causa del sexismo y desde sus casas, sobre confortables sofás y con el sol amanecido, han secundado la huelga del Consejo de Estudiantes contra el machismo en las aulas. Pocos de los que practicaron el seguidismo a la huelga de pasado miércoles conocían a la entidad convocante, ni el motivo de la protesta, mucho menos las consecuencias de una huelga estudiantil. Todo eso para la organización convocante resulta superfluo, porque interesa mostrar el número de seguidores y blandirlo como trofeo de caza. La revolución para instruir en la igualdad, arrinconar el sexismo y presionar al ¿gobierno? para que arroje fuera de la carrera docente a quienes segreguen por sexos se ha quedado congelada en pancartas que ya duermen en trasteros. Esta huelga ha sido una dramatización de la furia juvenil con el manual de lo políticamente correcto bajo el brazo. Quién sabe si en estos lances callejeros, cualquier afilador de listas electorales reconoce en ellos un núcleo de atracción de votos y lo acaba invistiendo con sus siglas. Razones como estas permiten que hoy todos paguemos escaños de diputados, otrora furibundos manifestantes. El consejo de estudiantes reclamaba con esta convocatoria de huelga una asignatura de educación sexual inclusiva, evaluable y obligatoria Con el lema Fuera el machismo de nuestras aulas han conseguido atraer un buen número de adolescentes con nulos conocimientos sobre estos conceptos. Han perdido una buena oportunidad de esclarecer sus mentes en ascendente pubertad y señalar cuáles son esos comportamientos y cómo les afectan. Han preferido recolectar adhesiones indocumentadas a explicar por qué hace falta un cambio y cómo se opera. Cincuentas concentraciones en toda España y un seguimiento muy desigual de la huelga no expresan la capacidad de la convocatoria para poder transformar las cosas. Queda claro por lo demás, las fobias recurrentes de los convocantes y el arrojo irreflexivo sobre qué significa la palabra libertad.

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