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ABC CORDOBA 11-11-2018 página 28
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ABC CORDOBA 11-11-2018 página 28

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28 CÓRDOBA Contramiradas DOMINGO, 11 DE NOVIEMBRE DE 2018 cordoba. abc. es ABC Federico Allodi Antes de ir a zonas de conflicto soñaba con gusanos Psiquiatra Los refugiados que huyen de la persecución y la tortura sufren cuadros psiquiátricos graves. Este médico cordobés atendió a miles en Canadá. Y sufría trastornos como el que describe en el titular ARISTÓTELES MORENO En el infierno de Pinochet A partir de 1973, por la consulta del doctor Allodi en Toronto comenzaron a llegar exiliados suramericanos con cuadros graves de estrés postraumático a causa de la tortura y la represión. Venían con historias terribles de violencia asegura sentado en la Plaza de San Hipólito. Fue contactado por la OMS y Amnistía Internacional y participó en misiones en Colombia, Venezuela, Guatemala y Chile, adonde viajó en plena dictadura de Pinochet en 1979. Nada más llegar, la policía te seguía y te intervenía los teléfonos precisa. En una reunión secreta en un convento, les mostramos fotos con signos de tortura de los exiliados y nos decían: No sabíamos que había tortura aquí. Creíamos que era propaganda marxista F ederico Allodi es un psiquiatra pionero en salud mental de refugiados que huyen de zonas de conflicto. Ha desarrollado gran parte de su vida profesional en Toronto, donde a mediados de los setenta trató a miles de exiliados suramericanos que huían de las dictaduras militares y sus prácticas brutales. Consultor de la Organización Mundial de la Salud y Amnistía Internacional, la semana pasada participó en Casa Árabe en un simposio organizado por la Sociedad Española de Estudios Árabes. Casualidades de la vida, Federico Allodi nació en el Castillo de Montemayor en 1934 y vivió en Córdoba en su juventud antes de forjarse una carrera profesional sobresaliente, primero en Londres y más tarde en Canadá. -De Montemayor a Toronto pasando por medio mundo. ¿De qué ha llenado su mochila personal? -De grandes experiencias, de la satisfacción de haber conocido a gente estupenda y de participar en buenas causas. En la OMS fui jefe de un servicio psicológico para víctimas de tortura y persecución. El padre de Federico Allodi era el administrador del Castillo de Montemayor, propiedad del duque de Frías. Ingeniero italiano, Allodi trabajaba para la esposa del duque, titular de unas minas en Yugoslavia. La duquesa lo mandó a Montemayor para que explorara la viabilidad de un yacimiento. Y se quedó aquí. Se casó con la hija del maestro del pueblo y el joven Federico se crió en Montemayor hasta que se instaló en Córdoba, antes de volar al extranjero. -Es usted experto en salud mental de refugiados en zona de conflicto. ¿Cuál es la enfermedad del que huye? -Es el síndrome de estrés postraumá- Federico Allodi, el domingo pasado, en el bulevar del Gran Capitán tico. Y siempre existió. Un trastorno emocional puede ocurrir después de un evento muy destructivo que sobrepasa la capacidad del individuo de adaptarse. Antes se definía como trauma de guerra o neurosis de guerra. ¿Con qué síntomas? -Ansiedad muy elevada, estado de sobrevigilancia, insomnio, sobresaltos, repetición en sueños, pesadillas o sentimientos de culpabilidad por no haber hecho lo bastante para sobreponerse. Yo mismo una semana antes de viajar a esas zonas tenía sueños terribles: puñaladas, golpes o gusanos en la cama. ¿Y cuál es la enfermedad del que desprecia al que huye? -Una ignorancia enorme. Es frecuente. Los que se quedan y resisten o están locos o son héroes. Yo me sentí en parte culpable de abandonar España. ¿Usted huyó de España? -No. Pero a mis amigos los metían en la cárcel. No pertenecí nunca a ningún partido pero, siendo amigo de ellos, quién sabe. La razón es que no tenía trabajo y quería tener una experiencia internacional. Había sido alumno de López Ibor y tuve buena relación con él y sus hijos. -El año pasado el planeta alcanzó la cifra más alta de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial: 60 millones de personas. ¿Qué le pasa al planeta? -El ser humano es Caín y Abel en masa. Nos matamos. No hay la solidaridad que debería haber si fuéramos más inteligentes y tuviéramos más control sobre nuestro aparato emocional. ¿Y eso es falta de inteligencia? -En parte es eso. Hasta que no controlemos nuestro aparato emocional habrá guerras. Hoy hay una gran movilidad. La gente que se marcha es la que tiene más medios. En África, el número de refugiados internos es horrible. -Si la violencia es el síntoma, ¿cuál es la dolencia? -La enfermedad es una falta de control y de socializar. Tenemos tendencia a agredir o atacar un estímulo que nos amenaza. Es una fuerza que se puede usar bien. Controlar la amenaza sin tener que desencadenar una destrucción

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