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ABC CORDOBA 09-11-2018 página 63
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ABC CORDOBA 09-11-2018 página 63

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ABC VIERNES, 9 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es cultura CULTURA 63 Nuestro mundo Sin negar el horror ni la estupidez, que están ahí, el mundo me parece el increíble escenario del esplendor de la belleza y de la alegría que sólo da la bondad El arte actual Hoy el arte, como todo en realidad, se cuestiona su identidad y se ha vuelto egocéntrico y autorreferencial La civilización de la extraversión Nuestra desenfrenada búsqueda de estímulos externos revela la pobreza de nuestra consistencia personal cio nuestro mejor refugio, frente al ruido ensordecedor de esta sociedad? -El silencio es el nombre secular de Dios. El silencio es la necesidad primordial de nuestros contemporáneos, mejor aún, el silenciamiento, el vaciamiento del parloteo mental. Y ello porque el ruido es hoy el principal terrorismo. -Ahora que hablamos de refugio, los libros son mis mejores compañeros en la buscada soledad. Con ellos comparto ese silencio que sólo permite la literatura. ¿Qué papel representan, en su vida, la escritura y la lectura? -La escritura es para mí la otra cara, necesaria, de la lectura. Siempre he sostenido que los libros nacen de los libros, no de la vida. Mi vocación y mi oficio es la palabra, hablada y escrita, pero la palabra es la otra cara del silencio, no entiendo la poética sin la mística. Los libros me han acompañado mucho, ahora empiezan a pesarme. Leo mucho, claro, cada día, pero infinitamente menos que antes. Por deber profesional y por devoción personal, ahora dedico el mismo tiempo a leer que a meditar, a llenarme de palabras que a vaciarme de ellas. Debe ser así para que no peligre nuestra salud psíquica. -Y, hablando de soledad, pienso que no es lo mismo estar solo que sentirse solo. ¿No tiene la sensación de que vivimos en una sociedad que castiga al que decide estar solo, pero también al que se siente solo? La soledad no casa con el consumo... -Soledad casa bien con sobriedad, con austeridad, con esencialidad. Nada grande hay en el ser humano que no haya nacido de la soledad. Pero soledad no es aislamiento, lo que puede producirse en medio de la muchedumbre. Soledad y comunión son las dos caras de la misma moneda. Si no sabemos estar solos, no sabremos, ciertamente, estar con los demás. Quienes más han contribuido a la construcción social han sido, seguramente, grandes solitarios. -Una cosa que envidio de Vogel es su vida imaginada, la que es capaz de ver, pese a la supuesta ausencia de experiencias vitales. ¿Tiene la imaginación espacio en nuestra sociedad? ¿Cuál sería su vida imaginada, la que traslada a sus libros, quizás? -Escribir es memoria más imaginación. Al escribir, hemos de recordar lo que hemos visto, oído, leído, experimentado... y recrearlo imaginariamente. No hay prosa literaria sin fantasía. Nuestra biografía no es el resultado de una serie de hechos crudos y desnudos, sino de una elaboración. Mi vida real, digámoslo así, es tan histórica como novelesca, tan fáctica como imaginada. Una novela es una exploración en el territorio de la identidad desde un ego imaginario. De modo que sí: creo que la mejor forma de conocerme es leerme. -Menciono la imaginación, pero qué decir del aburrimiento... Hay una reflexión de Vogel, casi al final del libro, que me encanta: A decir verdad, no creo que pueda vivirse con intensidad sin la experiencia del aburrimiento -El aburrimiento es el reverso de la iluminación. Al aburrirnos, el tiempo se hace denso: somos conscientes de su peso. Al iluminarnos, el tiempo desaparece: descubrimos la maravillosa ligereza del ser, que no es tozudo ni insoportable, sino discreto y elegante. Creo que los extremos se tocan, de modo que, para iluminarse, es preciso aburrirse. Meditar es entrar en el tiempo y darse cuenta de que su secreto es la eternidad, al igual que el secreto del cuerpo es el alma y el del silencio, la palabra. -Vogel también hace referencia al milagro de lo banal El problema es darse cuenta del milagro que supone estar vivo. ¿Qué podemos hacer para valorar el instante, sin buscar mayor extravagancia, para darnos cuenta de que lo pequeño es lo esencial? -No conozco mejor escuela de entrenamiento a la realidad que la medita- ción. Esta práctica espiritual pretende el cultivo de la atención, es decir, la capacidad de focalizarnos en un solo punto. Estar atentos, como decía mi admirada Simone Weil, es tanto como amar: amar y estar atento es exactamente lo mismo. El instante no puede convertirse en instancia si no lo atendemos. Lo extraordinario es que la atención puede aprenderse y que, en la medida en que lo hacemos, nuestra vieja personalidad se resquebraja y nace una nueva y mejor. El milagro es permanente, pero nosotros sólo lo percibimos a veces. -Para terminar, no me resisto a preguntarle: ¿qué le produce estupor? ¿qué hace que se sienta maravillado? -Me gusta mucho vivir, pero no creo tener miedo a morir. Cuando me cruzo con mis semejantes, casi siempre me parecen interesantes y agradables, y constato que se comportan amablemente conmigo. Cuando leo un libro, asisto a una revelación: como si la palabra se abriese y me mostrara lo que no había sabido ver. De todo esto sólo puedo concluir que soy un privilegiado. Sin negar el horror ni la estupidez, que están ahí, el mundo me parece el increíble escenario del esplendor de la belleza y de la alegría que sólo da la bondad. Hay oscuridad, por supuesto, y yo también la padezco en ocasiones. Pero la luz es infinitamente más poderosa y duradera. Lo que sobre todo hay es luz. Todo lo demás es insustancial y efímero. ÁNGEL NAVARRETE prosaico. Nada de todo esto es, desde luego, urgente, pero sí esencial. -El mundo de Vogel se reduce, aparentemente, a las cuatro paredes del museo. Digo aparentemente porque, en realidad, sus vivencias son tan ricas como las de cualquiera. ¿Cómo se puede trascender la experiencia cotidiana y convertirla en extraordinaria? -En Occidente hemos construido una civilización de la extraversión: siempre estamos fuera, hemos olvidado estar dentro de nosotros mismos. Nuestra desenfrenada búsqueda de estímulos externos revela la pobreza de nuestra consistencia personal: procuramos entretenernos porque no sabemos intratenernos. Sin embargo, sólo en lo cotidiano, y entre todo ello lo más diminuto y de apariencia más insignificante, podremos vislumbrar algo de lo que anhelamos. Todo es interesante si lo miras bien y durante el suficiente tiempo. Nuestro problema es que no sabemos mirar, saltamos de una cosa a otra sin permitir que el milagro de la vida se nos haga visible. -El padre de Vogel vivió sus últimos años sumido en un mutismo que él parece haber heredado. ¿Es el silen-

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