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ABC CORDOBA 05-11-2018 página 15
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ABC CORDOBA 05-11-2018 página 15

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ABC LUNES, 5 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN TENDRÁS INDIGNIDAD Y DERROTA, SÁNCHEZ La dignidad vistió en Alsasua los colores de Ciudadanos, PP y Vox, ante la ausencia cobarde o cómplice de Podemos y PSOE A dignidad visitó ayer Alsasua, donde su presencia resultaba indispensable para redimir a la localidad navarra de tanta infamia como demostró hace un par de años la mayoría de sus habitantes al consentir primero y justificar después la cobarde agresión perpetrada por algunos de sus mozos en las personas de dos jóvenes guardias civiles que tomaban una copa acompañados por sus novias. El acto reivindicativo de los valores constitucionales organizado por España Ciudadana, la fundación de Albert Rivera, fue un grito de libertad que no pudieron apagar ni los alaridos de los filoetarras entre quienes destacaba carnicerito de Mondragón uno de los más sanguinarios asesinos de la banda, ni el ruido de su fanfarria intimidatoria, ni tampoco las campanas de una iglesia renegada que jamás han tañido a muerte cuando caía un inocente abatido de un tiro en la nuca. La dignidad se encarnó ayer en Fernando Savater y Beatriz Sánchez Seco, víctima de la serpiente ante la que han claudicado varios gobiernos y también de los que permiten que los nidos de la bicha proliferen tanto en el antiguo reino como en esa Euskadi sabiniana a la que la presidenta Barkos pretende entregar su tierra. Vistió los colores de Ciudadanos, PP y Vox. Llevó el uniforme de la Benemérita, que pronto abandonará la Comunidad L Foral, como salió en su día de Cataluña, con el fin de satisfacer las exigencias del separatismo. Habló alto y claro en español. Respondió a las pedradas, las amenazas, los insultos y el estiércol con argumentos, coraje, firmeza cívica y educación. Cada bando tiene su lenguaje y lo saca a relucir en ocasiones como ésta. Porque aquí hay dos bandos enfrentados, sí, por mucho que moleste esa evidencia a los apóstoles del voluntarismo y la corrección política ciega. A un lado del campo se sitúan los defensores del orden constitucional que nos dimos libremente los españoles hace cuarenta años. Al otro, los empeñados en imponer su modelo excluyente de sociedad, empleando para ello cualquier medio, incluida la violencia. Y junto a estos últimos, en un alarde de connivencia digno de mejor causa, los equidistantes; esos que desde su atalaya biempensante abogan por no alimentar la crispación buscar vías de diálogo y demás zarandajas al uso, como si en el Congreso de los Diputados y los parlamentos autonómicos no se hubiese hablado y se siguiese hablando hasta la extenuación o como si plantarse ante los abusos de quienes se ponen la ley por montera fuese algo reprochable en lugar de constituir un acto de resistencia imprescindible en una democracia. En ese grupo de no alineados pusilánimes y o cómplices, se encuadran los de Podemos y sus socios del PSOE. La dignidad mostró ayer su rostro más hermoso en Alsasua, donde llevaban tiempo esperándola. Ahora debería personarse urgentemente en Madrid, porque los hechos y las palabras de Sánchez y sus adláteres requieren respuesta rápida, inequívoca y contundente. El jefe del Ejecutivo está pagando el alquiler de su residencia oficial a un precio desorbitado y a un casero okupa usurero cuya pretensión es dinamitarla. El vergonzoso cambio de postura de la Abogacía que mangonea el Ministerio de Justicia en la causa del Supremo contra el golpe en Cataluña supera todo lo visto hasta ahora y evoca la célebre frase con la que Churchill se refirió a Chamberlain y Daladier cuando ambos se rindieron ante Hitler en Múnich. Sánchez quiere permanencia a cambio de dignidad y tendrá indignidad y derrota. Lo malo es que para entonces el daño causado a España tal vez sea irreparable. IGNACIO CAMACHO ANTROPOLOGÍA DEL NACIONALISMO Tras la derrota de su brazo armado, el nacionalismo vasconavarro ha buscado refugio en un aldeanismo atávico N esencia, el nacionalismo consiste en apropiarse de un territorio en nombre de un sentimiento tribal de pertenencia. El odio al diferente cohesiona al clan y delimita la periferia en torno a una frontera moral que lleva a considerar a los no nacionalistas extranjeros en su propia tierra. La palabra clave, la que define el perímetro de seguridad patrimonial, es fuera que expresa por un lado la idea de otredad, de identidad ajena, y por otro el concepto de la expulsión, del destierro de quien no comparta al pie de la letra el cerrado código de la aldea. El forastero o hasta cualquier nativo que disienta de las reglas de superioridad étnica debe ser primero señalado con hostilidad manifiesta, luego aislado y por último expulsado de forma más o menos violenta. Los vecinos de Alsasua exhibieron ayer, en la convocatoria constitucionalista de una plataforma próxima al partido Ciudadanos, todas las expresiones posibles de rechazo. La respuesta inteligente cabe suponer que el repudio silencioso solicitada por la presidenta navarra Uxue Barcos fue traducida como una agresiva invitación a abandonar el pueblo de inmediato. Pancartas, insultos, ruido, pedradas y estiércol arrojado en el lugar del acto, además de los habituales gritos a favor de ETA y de sus asesinos encarcelados. La clásica performance brutalista del manual totalitario, trufada de sentido de la propiedad del enclave y de la consiguiente declaración de los visitantes como invasores no gratos. Ese arriscado sustrato mental de reserva comanche en que el más atávico nacionalismo rural vasconavarro ha buscado refugio social tras la derrota de su brazo armado. Nada diferente, por cierto, al carlismo comarcal de la Cataluña profunda que se ha hecho fuerte en las trincheras de su desquiciado relato. En uno y otro sitio, este excluyente patriotismo sobrevive, como en la novela de Aramburu, enrocado en la conciencia autoinducida de resistencia al enemigo. La posesión del predio es el elemento que cataliza su unidad y fortifica su comportamiento colectivo. La paliza a los guardias de Alsasua los cosificó como símbolos de una ocupación no permitida, como verdaderos proscritos, y los asistentes al homenaje de ayer eran intrusos en el paraíso. Se trata de un asunto primario, más antropológico que político: la demarcación territorial nacionalista exige un círculo protector de tirantez y antagonismo para que los miembros de la tribu puedan sentirse reconocidos por su más elemental vínculo. Por eso a los Rivera, Abascal y compañía los querían fuera. Por eso boicotearon sus discursos con sirenas, y por eso quisieron callar a una víctima del terrorismo haciendo sonar ¿cabe mejor metáfora del aldeanismo? las campanas de la iglesia. Por eso les tiraron piedras y les decían que se volvieran a su puta casa y que los dejaran en paz: para seguir en su ancestral estado de guerra. E JM NIETO Fe de ratas

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