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ABC CORDOBA 24-10-2018 página 15
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ABC CORDOBA 24-10-2018 página 15

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ABC MIÉRCOLES, 24 DE OCTUBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL RECUADRO ANTONIO BURGOS LA CREMA CATALANA SE TRASLADA A MADRID La crema tostada es la crema catalana, pero si decimos crema catalana los clientes no la piden N O sé si esto de que Pablo Iglesias esté actuando como virtual vicepresidente del Gobierno para pactar ¡en una cárcel! los presupuestos con los separatistas catalanes acusados de sedición o rebelión tras su intento de golpe de Estado beneficiará o perjudicará a Sánchez de cara a las elecciones. Incluso de las elecciones andaluzas, a las que Pedro Sánchez no se presenta. Pero tanto ha alabado Susana Díaz esos presupuestos pactados con todos los enemigos de España, que virtualmente la convierten en cómplice de las trapicherías de Sánchez para seguir de okupa de La Moncloa aunque para ello tenga que hacer trizas a España, a la Constitución de 1978, a la Monarquía y a cuanto le pidan sus socios de moción de censura. ¡Qué buen pagador es! No tienen que mandarle los catalanes separatistas o los vascos del PNV al Cobrador del Frac para que les pague el apoyo que le dieron para echar a Rajoy y ponerse él, prometiendo unas elecciones que se celebrarán ad calendas graecas Con Pablo Iglesias como punta de lanza ante los separatistas, el del casoplón en Galapagar aparece como algo muy de esa parte del antiguo Reino de Aragón: como viajante catalán. Va por ahí Iglesias con su muestrario de presupuesto enseñándoselo a los comerciantes de la pela es la pela y la autodeterminación es la autodeterminación, como recorrían España los vendedores de los paños de Tarrasa. Ya le ha enseñado el muestrario en la cárcel a Junque- ras, ese Polifemo nada gongorino del separatismo, y por teléfono se lo ha mostrado durante 45 minutos al cobarde prófugo Puigdemont, prometiéndole que le llevará las muestras personalmente a Waterloo o donde haga falta. Y lo mismo ha hecho con Iñigo Urkullu para asegurarse esos votos vascos en los que confió cándidamente Rajoy antes de dejar su escaño para que lo ocupara el bolso de Soraya, tan famoso ya como el de Grace Kelly. Y de todo esto, insisto, es cómplice Susana Díaz. Que aunque perdió las primarias ante Sánchez y no se pueden ver, bien que estaban a papitos el otro día en Sevilla, alzando juntas sus manos como en un primer tiempo del baile de la sardana. ¡Menuda sardana tiene montada el Okupa! Qué falsedad. Cuando saben que cuanto más pacten y transijan con los catalanes, más enemigos se busca en toda España. ¿Que si hay anticatalanismo y catalanofobia en España? Pregunten a día de hoy como se dice en tertulianés, cuántas empresas se han ido ya de Barcelona para establecerse en Madrid. Vamos, como que hasta se ha ido a Madrid o a muchos restaurantes del resto de España la llamada crema catalana Comiendo en un restaurante que solemos frecuentar, a la hora de los postres nos recitó el metre los que ofrecían. Los postres en los restaurantes suelen recitarse. Todavía estoy por encontrar uno donde te den la carta de postres como te entregan la de vinos. Más fácil es que te den la paulina Carta a Los Corintios que la carta de postres. Y en el recitado de los postres, después del flan de la casa y la tarta al güisqui habituales, añadió: -Ah, y también tenemos crema tostada, muy rica. ¿Qué es eso de crema tostada? -Bueno, la crema tostada es la crema catalana de siempre, pero si decimos crema catalana los clientes no la piden, precisamente por catalana, por la tirria que le tienen en Cataluña. Por eso le hemos tenido que cambiar el nombre. O sea, que la crema catalana que no es otra cosa que un embuste más del separatismo, pues se trata de la crème brûlée francesa de siempre, la rechaza la gente como rechaza el referéndum del Polifemo encarcelado y esas ansias de destruir España, de las que tanto se está lucrando, por cierto, el Okupa de La Moncloa que lo considera todo asumible y que ahora ya es amiguito de Susana Díaz con vistas a las elecciones andaluzas del 2 de diciembre. IGNACIO CAMACHO JUSTICIA RETRÁCTIL Las dudas del Supremo sobre sus propios criterios introducen un factor inquietante de desconfianza y desasosiego ÓLO faltaba el Supremo. En la sorprendente carrera de autodeslegitimación de las instituciones españolas, que encabezaba de largo el Gobierno, parecía impensable que la justicia se apresurase a tomar el relevo. Y lo ha hecho al máximo nivel, en el tribunal de mayor respeto y en un asunto de enorme sensibilidad social que afecta a la vida cotidiana del pueblo. El sainete hipotecario representa una suerte de harakiri judicial en el peor momento, un sorprendente suicidio reputacional colectivo que ha dejado a todo el mundo perplejo. El caos jurídico, la falta de certezas doctrinales, son dinamita para los cimientos de un sistema que muchos agentes políticos llevan tiempo socavando por dentro. Lo último que necesitaba el país era este descalzaperros, este espectáculo de dudas y aspavientos de una Corte de jueces especializados incapaces de ponerse de acuerdo sobre un problema estrictamente técnico. En medio de la zozobra general de un Estado bajo amenaza y de una sociedad desbordada por el desasosiego, la falta de confianza de los magistrados en su propio criterio introduce un factor inquietante, devastador, de incredulidad y recelo. Una sentencia retráctil, una resolución de ida y vuelta, produce más allá del estupor una generalizada sacudida de sospecha. Por un lado, la posibilidad seria de que la corriente de populismo haya afectado al fallo sobre los gravámenes de las hipotecas, una cuestión clave para una clase media que lleva años sufriendo aprietos de economía doméstica. Es perfectamente verosímil que ciertos prejuicios ideológicos sobre la banca perversa se hayan colado por las ventanas abiertas de la Sala Tercera. En sentido contrario, es obvio que la posterior suspensión del veredicto revela en primer término un pavoroso desorden, una auténtica empanada interna, y en segundo una intrusión manifiesta motivada por la alarma ante las críticas consecuencias que la decisión inicial produjo de inmediato en la actividad financiera. El resultado es que la credibilidad del Tribunal ha quedado en la práctica disuelta y que va a ser muy difícil que el plenario logre restaurarla en un debate de asamblea. Resuelva lo que resuelva, el problema es que la presunción de parcialidad está servida tras una intervención tan descoordinada y chapucera. A ver quién y cómo restaura ahora este daño, en cuyo origen está, por cierto, una presión fiscal abusiva que inventa impuestos sobre cualquier acto cotidiano. Si ya resultaba engorroso explicar las complejas razones del Derecho a los ciudadanos, ahora además habrá que convencerlos de que las togas no cobijan intereses espurios ni bastardos. El prestigio de la instancia jurisdiccional de mayor rango está averiado y el principio de seguridad jurídica se ha venido abajo cuando más importaba preservarlo: con el proceso de la insurrección separatista a punto de comenzar su último y decisivo acto. S JM NIETO Fe de ratas

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