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ABC CORDOBA 21-10-2018 página 60
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60 INTERNACIONAL DOMINGO, 21 DE OCTUBRE DE 2018 abc. es internacional ABC Khashoggi El plebeyo que quiso reinar El periodista y exdirector de diarios saudíes Jamal Khashoggi, en una rueda de prensa en Bahréin en 2014 AFP Brilló en el periodismo y terminó en el exilio por sus ataques a la dinastía de los Saud FRANCISCO DE ANDRÉS Sólo Trump y los aliados árabes creen la versión de Riad sobre la muerte La versión oficial del Gobierno saudí sobre la muerte en Estambul de Khashoggi murió durante una pelea cuando era interrogado en el Consulado recibió ayer un aluvión de críticas de numerosos gobiernos occidentales, en particular los europeos. Solo el presidente Trump consideró que la versión era creíble mientras los aliados árabes de Arabia Saudí se apresuraban a salir en defensa de Riad, y alababan el gesto valiente del Rey Salman que puso su firma en el argumento. Horas después de que la Fiscalía General saudí admitiera la muerte y anunciara la detención de 18 personas y la destitución de dos responsables de seguridad en relación con el caso Khashoggi, sus aliados en la región Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU) Bahréin y Yemen respaldaron ayer a las autoridades saudíes. En Europa, la canciller alemana, Angela Merkel calificó de insuficientes las explicaciones dadas por el Gobierno saudí sobre la muerte del periodista Khashoggi. La ONU y organizaciones de derechos humanos pidieron que se lleve a cabo una investigación independiente y veraz, petición a la que se unió el Gobierno español. Mientras tanto, Turquía anunció que seguirá con su investigación y revelará sus propias conclusiones, al margen de la versión dada por Riad. Las circunstancias que presuntamente rodearon la muerte de Jamal Khashoggi tienen todos los elementos del cine de terror. Pero la vida del periodista disidente saudí contiene trazos de epopeya, que en muchos momentos se identifican con el pulso del turbulento Oriente Próximo antes y después del Once de Septiembre. Khashoggi estuvo al frente de varios proyectos periodísticos que pretendieron, sin éxito, cambiar la fisonomía de un Estado absolutista medieval, regido por la secta quizá más fundamentalista del islam, la wahabí. Quiso influir en la trayectoria de Osama bin Laden. Trabajó para los servicios de inteligencia saudíes bajo la cobertura de su trabajo como corresponsal en las guerras árabes. Defendió en sus comienzos el actual régimen de los Saud pero el moderado anterior a 1979 y acabó fundando en el exilio un partido democrático y atacando ferozmente al nuevo hombre fuerte saudí, el Heredero Mohamed bin Salman. Jamal Khashoggi no tenía sangre azul su abuelo procedía de Turquía, donde, paradójicamente él habría muerto este mes pero su voz en Twitter, con casi dos millones de seguidores, fue la más influyente y la que gobernaba en las redes sociales. Khashoggi hubiera cumplido 60 años el pasado 13 de octubre, once días después de su misteriosa desaparición en el interior del consulado saudí de Es- tambul, adonde había acudido a resolver los trámites para su matrimonio con una ciudadana turca. Su abuelo Muhammad, que procedía de la península de Anatolia, emigró a Arabia Saudí y fue médico personal del fundador de la dinastía Saud, el Rey Abdulaziz. Jamal era pues un saudí de tercera generación, no tenía sangre azúl en un país donde pertenecer al club de los 25.000 miembros de la Familia Real es requisito para cualquier alto cargo pero derrochaba ambición. Y la canalizó a través del periodismo. Después de estudiar un grado universitario en Administración de Empresas en la universidad estatal norteamericana de Indiana, la carrera de Jamal Khashoggi, ya de vuelta en Arabia Saudí a mediados de los 80, se sumergió definitivamente en los medios de comunicación de su país. Testigo y actor Los primeros diarios saudíes para los que trabajó como corresponsal le dieron la posibilidad de viajar por toda la región, asistir a la derrota de la Unión Soviética en Afganistán y pulsar el auge del islamismo y la yihad. Jamal sentía la llamada de la reforma, y en 2003 lo demostró tras ser nombrado director del primer diario saudí, Al Watan Duró menos de dos meses: una columna autorizada por él, en la que se criticaba a un teólogo radical del siglo XIII, considerado padre del wahabismo, ocasionó su despido inmediato. Jamal se autoexilió en Londres donde trabajó de asesor de un influyente príncipe y diplomático, Turki al Faisal. Su acercamiento a las instancias del poder le valieron otro segundo periodo como director de Al Watan en 2007. Solo duró tres años: en 2010 autorizó un artículo crítico del sistema social salafista impuesto por el clero wahabí en Arabia Saudí, y fue de nuevo forzado a dimitir. Era el momento de intentarlo con la televisión, y para ello logró entusiasmar al príncipe multimillonario saudí Alwalled bin Talal con el proyecto de lanzamiento de un canal de noticias 24 horas dirigido al mundo árabe. Al Arab trataría de competir con la qatarí Al Yasira muy popular pero próxima al islamismo y con la saudí Al Arabiya controlada por el Gobierno de Riad para adoptar una posición intermedia, independiente y moderada. Debido a la prohibición saudí, la nueva televisión tenía que tener su base en el pequeño emirato de Bahréin. Allí comenzó, y duró menos de once horas en el aire. El Gobierno de la isla, controlado por la minoría suní y tutelado por Riad, cortó la señal cuando comprobó que uno de los primeros invitados de Al Arab era el líder opositor, perteneciente a la mayoría chií. Tras la fallida operación del canal te-

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