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ABC CORDOBA 15-10-2018 página 66
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66 ABCdelDEPORTE Alpinismo EMILIO V. ESCUDERO LUNES, 15 DE OCTUBRE DE 2018 abc. es deportes ABC La voz de Reinhold Messner (Bresanona, Italia, 1944) suena grave al otro lado del telefóno. El alpinista, que recibirá este viernes el Premio Princesa de Asturias del deporte junto al polaco Krzysztof Wielicki, atiende a ABC desde uno de sus museos en el corazón de los Alpes. Allí creció su amor por el alpinismo y es allí donde ha plantado la semilla de su legado histórico. Deportista, escritor, político, empresario... Messner se define a sí mismo como un humanista de la montaña, a la que ha dedicado su vida. -Antes de nada, enhorabuena por el premio. ¿Se lo esperaba? -La verdad es que estoy encantado, porque no pensaba que el alpinismo pudiera ganar un premio tan prestigioso como este Princesa de Asturias. Estoy muy feliz por el reconocimiento hacia mi persona y hacia la de Krzysztof Wielicki, pero, sobre todo, por lo que significa para nuestro deporte. ¿Había oído hablar de los Princesa de Asturias? -Conocía algo estos premios, pero fue al recibir la noticia de que había sido galardonado cuando realmente me di cuenta de la importancia que tienen. Es como un Premio Nobel de los Deportes que entrega España. Sé que mi nombre está ya junto al de otros grandes atletas como Rafa Nadal, Michael Schumacher, Carl Lewis o Sergei Bubka y eso supone un gran honor. Es un reconocimiento de importancia mundial y, como le digo, un impulso al alpinismo. -Primer hombre que subió los catorce ochomiles, pionero en subir al Everest sin oxígeno... ¿Es usted el mejor alpinista de la historia? -Esto no lo comparto. ¿Cómo se mide la grandeza de un alpinista? Yo he tenido la fortuna de sobrevivir en una época en la que el alpinismo era todavía muy peligroso. Para mí, el alpinismo es un hecho cultural. No se trata de subir las montañas más difíciles. Se trata de la unión entre la naturaleza de la montaña y la humana. Yo he tenido la fortuna de representar una parte imporante de ese alpinismo de los últimos 50 años, pero no creo que sea único ni que sea el mejor. ¿Cómo comenzó esa aventura? -Mire, yo empecé a subir montañas siendo un niño. A los cinco años ya había ascendido por encima de 3.000 metros y fue ahí cuando me di cuenta de que había vida más allá del valle donde había nacido. Miraba al horizonte y siempre quería ir más allá. En ese momento, casi todos los ochomiles del mundo ya se habían ascendido, así que mi generación tuvo que centrarse en hacer esas cimas de otra forma. El alpinismo de la denuncia, que era mi alpinismo, había ya conseguido en 1978 casi todo lo que buscaba. Después de subir al Everest sin oxígeno, quedaba hacerlo solo, por una vía nueva, sin oxígeno, sin droga... Ese fue el culmen de mi alpinismo. Ya no importaba llegar arriba, sino la forma en la que lo hacías. Que la ruta fuera más complicada. MESSNER Han convertido el Everest en una pequeña ciudad El alpinista, el primero que ascendió la cima del mundo en solitario y pionero en subir los catorce ochomiles sin oxígeno, recibirá el viernes junto a Krzysztof Wielicki el Princesa de Asturias Su vida, en imágenes Messner explica su ascensión al Everest en solitario y sin oxígeno; En los Dolomitas, cerca de donde creció; Junto al Dalai Lama, en una visita a Nepal; Con Álex Txikón en el campo base del Everest; Junto a Wielicki, con el que recibirá el viernes el Princesa de Asturias- -Hoy, eso, ha cambiado. Ahora importa la velocidad. Llegar primero. -Sí, por eso yo defiendo el alpinismo tradicional. Hoy, este deporte está cambiando. El alpinismo ha tenido muchas épocas y ahora estamos en el alpinismo de la carrera, porque la mayor parte de los que están en la montaña ascienden con la ruta preparada y no arriesgan la vida. Buscan la velocidad. El récord. Esto no es mejor ni peor, simplemente es un hecho. ¿Y quedan desafíos en la montaña? -Siempre los ha habido y siempre los habrá. En cada época, es la gente la que decide si algo es posible. Luego, las nuevas generaciones tratan de conseguir lo que las viejas generaciones pensa- ban que era imposible. Es cierto que cada vez hay menos desafíos, y por eso la montaña se ha convertido en un negocio. Lo vemos cada año en el Everest, donde las empresas preparan la ruta para que miles de clientes puedan ascender la montaña con más facilidad. ¿Cómo llamaría a eso? -Turismo. Para mí eso se acerca más al turismo que al alpinismo. Cuando voy ahora al Everest, el campo base está lleno de tiendas de campaña, con mucha gente que en realidad no sabe dónde se encuentra. Es como si fuera a una feria. Hay mucha gente trabajando para que unos pocos disfruten y lleguen al punto más alto. Es un ambiente lleno de ruido. Han convertido el campo base del Everest en una pequeña ciudad. El miedo en el alpinismo Siempre que uno va a la montaña hay un riesgo. He visto morir a compañeros. La muerte es algo que existe, pero se trata de conseguir el objetivo evitándola

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