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ABC CORDOBA 01-10-2018 página 60
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60 CULTURA LUNES, 1 DE OCTUBRE DE 2018 abc. es cultura ABC Tesoros bizarros De baldas enteras de porno a casetes del Fary Más allá de los libros, la Biblioteca Nacional custodia todo tipo de soportes que ha comenzado a digitalizar para asegurar su futuro BRUNO PARDO PORTO MADRID N o es broma: en la Biblioteca Nacional hay baldas enteras de porno. También de películas como Pepito piscinas El insólito caso del embarazo de los Martínez o El cabezota títulos que no pasarán a la historia, pero que son parte inevitable de nuestro pasado. Hay joyas, como la única versión censurada de El Verdugo que dice tanto por lo que muestra como por lo que oculta, o un VHS de La guerra de las galaxias en el que Luke Skywalker es Lucas Trotacielos. Están en la última planta, donde la institución custodia gran parte de sus fondos audiovisuales, que con su archivo sonoro, guardado en su sede de Alcalá de Henares, conforman el testimonio de una España que fue, y que corre el peligro de caer en el olvido por desgaste. Un testimonio total, que no entiende de géneros ni cánones. Algunas joyas de la BNE El verdugo de Luis García Berlanga una copia única, con las marcas de la censura franquista. La música de gasolinera Hay más de 800 cartuchos que en su día pusieron banda sonora a los viajes por carretera en España. La guerra de las galaxias Hay una versión de la primera entrega en la que Luke Skywalker es Lucas Trotacielos. su totalidad, pornografía aparte: desde temas de Los Chichos hasta recitales de Unamuno, pasando por ese particular Verdugo o por un Popeye de los años treinta, que fue la primera cinta que entró en el edificio. El objetivo es salvar el pasado; la intrahistoria, que diría el noventayochista. Por eso tiene tanta importancia todo lo que se comercializó en los cartuchos, un formato de ocho pistas que no tuvo mucha extensión en el tiempo, pero que atestigua el fenómeno de la música de gasolinera No trascendió tanto como el casete, pero tenía más calidad y almacenaba hasta 16 canciones Estos objetos son los que lograron que la música llegase al grueso de la población explica María Jesús López Lorenzo, jefa del servicio de registro sonoro de la Biblioteca. Ahí está guardada la rumba flamenca, la samba o los boleros que ponían banda sonora a las carreteras en los años sesenta y setenta. O los chistes de Pepe da Rosa, todo un clásico por aquel entonces. El abanico documental abruma por su extensión, que hace imposible el relato único, que se escapa de los cánones y matiza aquí y allá, ayer y anteayer. Hay reportajes de La Movida que hablan de cómo era la nueva mujer española y de los nuevos peinados que estaban modernizando el rostro de España, y películas que competirían con las sesiones de multicine de los sábados por la tarde. Y no para de llegar más material, todo lo que se comercializa acaba aquí, como los zombies de The Walkind Dead apunta Alicia García Medina, jefa del servicio audiovisual. De hecho, insiste, los contenidos audiovisuales son lo que más se consultan. Popeye el marino Un cortometraje de 1933, que fue la primera cinta que entró en la Biblioteca Nacional. El paso del tiempo Todo esto tiene que ver con una ley de 1958, en concreto la que regulaba el Depósito Legal, que especificaba que debía entrar en la Biblioteca, junto con cada uno de los libros editados en España, toda la producción musical, sonora y de imágenes (en movimiento o no) que se hiciera a lo largo y ancho del territorio, independientemente del formato. Hoy, aquella exigencia imposible, mastodóntica, se traduce en más de 33 millones de documentos. Entre ellos, 130.000 casetes, unos 3.000 cartuchos y miles y miles de grabaciones en VHS, Betacam o Vídeo 2.000, por hablar solo de los soportes magnéticos, que son, precisamente, los que peor soportan el paso del tiempo. Todo ese material, ya casi objetos de arqueología contemporánea, pasará a digitalizarse para asegurar su futuro. De momento, el proyecto, que cuen- Conservación Los 65.000 minutos elegidos se están transformando en la planta que conecta el edificio con el mundo real: una boca por la que cada año entran cerca de 400.000 títulos que una legión de trabajadores distribuyen, catalogan y ordenan. Allí hay una sala donde los móviles solo pueden entrar en modo avión y en la que hace frío desde agosto. La temperatura no supera los veinte grados y los cinco operarios especializados tienen que llevar forro polar durante sus quehaceres. Es por motivos de conservación aclaran. Su tarea es laboriosa y difícil de aligerar, porque la señal analógica se transmuta en digital a tiempo real. Esto significa que para convertir los 65.000 minutos hay que reproducir, ta con la colaboración de Red. es, ha arrancado con la conversión de 65.000 minutos de grabaciones audiovisuales y sonoras. Según comentan los responsables, apenas supone el 5 de lo que se conserva, pero es un comienzo. El criterio de selección de obras se ha centrado en la creación patria en

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