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ABC CORDOBA 14-09-2018 página 15
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ABC CORDOBA 14-09-2018 página 15

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC VIERNES, 14 DE SEPTIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL BURLADERO CARLOS HERRERA EL PROBLEMA DE SANCHEZ Después de la exclusiva de ABC, Sánchez va a tener que retorcer mucho la realidad N O me veo capaz de dilucidar nada acerca de una tesis doctoral: jamás elaboré una. Tengo entendido que es imprescindible para ser Doctor, y que su realización supone el trabajo de unos pocos de meses, cuando no años. No tengo máster alguno ni soy doctor en nada, cosa de la que no estoy especialmente satisfecho pero que resume mi vida académica a la perfección: con haber aprobado todas las asignaturas de una carrera que, además, no he ejercido ni iba a ejercer jamás, tuve bastante. Con mi esquelético currículum académico difícilmente podría presumir de nada ni competir con aquellos que hacen de la exhibición de títulos toda una declaración de intenciones; ni siquiera con los que consideran que el estudio formal de determinadas disciplinas facultan especialmente para el desempeño de labores relacionadas con la gestión pública y la administración general de cuestiones comunes. Es decir, solo valgo para administrar lo mío y eso a duras penas. Es cierto que todos conocemos a cerebrinos que acumulan títulos en las paredes y que no valen ni para hinchar globos, al igual que proliferan individuos con menos instrucción pero con un gran sentido común que les hace magníficos gestores; bueno es que concluyamos que toda formación no solo no es baladí sino que es aconsejable y deseable, incluidos másters y doctorados, algunos meramente decorativos, otros esencialmente instructivos o in- dicadores fieles del nivel académico alcanzado. La tentación del redondeo de unos estudios universitarios mediante la orla añadida de un máster no es cualquier cosa (antes de Bolonia, entiéndase) al igual que coronar el final de una carrera mediante el soberano titulo de Doctor: si a mi me garantizasen su consecución mediante algún atajo me lo pensaría... siempre y cuando no fuera a dedicarme a la función pública. Hoy en día pretender ser concejal de pueblo sin poder garantizar la pureza de una ejecutoria es un suicidio. Bueno, tal vez concejal de pueblo no, pero concejal que aspira a ser consejero de gobierno autonómico, por ejemplo, sí. O de entrada uno exhibe ausencia de méritos académicos (lo cual no quiere decir nada en sí mismo ya que muchos legos son excelentes gestores) o puede certificar que no copió ni siquiera en el exámenes de latín de Cuarto de Bachillerato (como hice yo con el Hic Haec Hoc, pronombres demostrativos que no se me olvidan y que me invalidan para ser alcalde de mi pueblo) El listón de la excelencia se ha puesto muy alto... y lo ha puesto la izquierda. No me parece mal en principio, pero la exigencia de ejemplaridad somete a todos a una tensión que, en principio, desaconseja a muchos someterse a la permanente inquisición de los Savonarolas exagerados de turno. En función de esa misma exigencia, hoy pasa apuros el presidente del gobierno de España, que en sede parlamentaria citó textualmente al ministro alemán de Defensa, el cual hubo de dimitir por haber plagiado un 20 de su tesis doctoral. Sánchez aseguró que eso era lo imprescindible que se podía exigir a alguien que se viera en ese caso. Hoy, después de la exclusiva publicada por ABC ayer, Sánchez tiene un problema: va a tener que retorcer mucho la realidad para justificar que su tesis se parecía a otros textos publicados solo por mera coincidencia intelectual. A quien esto suscribe le importa relativamente poco que la Tesis doctoral de quien preside su gobierno fuera un mero trámite administrativo para conseguir un título determinado siempre que sepa gobernar bien mis intereses (tengo por cierto que muchas Tesis adolecen de problemas parecidos) pero el mismo que dice lo anterior añade que quien marca listones de ejemplaridad debe ser el primero en cumplirlos. Y ese es el gran problema que tiene Sánchez. No yo, que ni soy Doctor ni Dios lo permita. IGNACIO CAMACHO NO APTO La ejemplaridad es una exigencia de ida y vuelta ante la que no valen imposturas de superioridad ética LAGIAR: copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. Ésa es la definición, en la acepción primera, de la Real Academia Española. Y eso es lo que sucede en la tesis doctoral de Pedro Sánchez, llena de párrafos de otros autores sin entrecomillar ni referenciar en las correspondientes notas y en proporción notable para desmerecer la condición original de la obra. No es cuestión opinable porque se trata de una evidencia constatada por ABC mediante cotejo digital a través de las correspondientes herramientas. Y eso convierte el presunto ensayo en una investigación de baja calidad, moralmente fraudulenta y científicamente chapucera: un trabajo recopilatorio de inaceptable factura técnica, cuya falta de enjundia, innovación y excelencia explica la terquedad con que el presidente se ha resistido a que se conociera. Al no mediar lucro aunque el rango de doctor supone en el escalafón universitario un ascenso significativo resulta improbable que en esa apropiación inapropiada exista alguna clase de delito. Pero constituye un plagio en el sentido semántico aunque pueda no serlo en el jurídico. Su corta y pega masivo contiene páginas enteras de calco, de reproducción categórica y palmaria, pero no declarada, de otros escritos que un doctorando está obligado a mencionar en términos inequívocos. Lo que en el lenguaje coloquial se diría un fusilamiento de manual, de libro, aunque sean precisamente los libros y manuales utilizados los que el autor ha omitido. Sánchez ha transcrito textos de especialistas, informes ministeriales y hasta artículos propios cuya inclusión sin cita representa una desahogada copia de sí mismo. Él debe de ser consciente del bodrio copyright Manuel Conthe, que aquí sí somos precisos cuando ha puesto tanto empeño en que permaneciese blindado al público escrutinio; lo que sonroja es la manga ancha del tribunal que lo premió cum laude en su veredicto. Por lo demás, estaba claro que esta guerra de los másteres, esta suerte de causa general sobre los estudios de los políticos, sus carreras, sus notas y sus becas, acabaría en un proceso de destrucción de ida y vuelta. La exigencia de ejemplaridad no puede volcarse sólo sobre las filas ajenas, como pretende la izquierda desde un falso y remilgado sentido de supremacía ética. Esa ley del embudo no se sostiene en la sociedad de la transparencia, donde siempre se acaba dejando una huella. La de Sánchez, plasmada en esa tesis superficial y fullera, confirma su rasgo más patente: la inconsistencia. No es apto para gobernar ni para la vida académica. En la fachada del Casón del Buen Retiro, anexo del Prado, está escrito un célebre aforismo de Eugenio D Ors: lo que no es tradición es plagio. Por eso en la vida intelectual existe cierta tolerancia con la inspiración sobre lo ya publicado. Lo que de ningún modo está permitido es tratar de ocultarlo. P JM NIETO Fe de ratas

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