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ABC CORDOBA 30-08-2018 página 15
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ABC CORDOBA 30-08-2018 página 15

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC JUEVES, 30 DE AGOSTO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 ECONOMISTA EN EL TEJADO VIC MANUEL ÁNGEL MARTÍN MAL GUSTO EN AGOSTO Agosto es un período de carnes al aire, chándal, falsas bermudas, chanclas, comida basura, y hasta viajes que nos hacen felices P CRÓNICAS DE PEGOLAND to tiempo. O defender vivamente a tiranos que no llevan cuarenta años muertos. Dictadores en ejercicio, de los que fallecen, como Franco, en la cama. Es curioso el demócrata posmoderno y sus contradicciones. Disculpen los no- fachas. Me hablan de un país oprimido, nacional- católico e irrespirable y, oigan, no lo reconozco como el mío. Con todos sus defectos, este es un país occidental, democrático, con lazos en las principales organizaciones internacionales, que dispone de una economía mejorable pero avanzada y algunas buenas cabezas. La Transición, con todos sus problemas, fue un enorme ejercicio de diálogo social entre distintos pareceres para ser otra cosa. Aquellos que la hicieron, en unas condiciones extremandamente complicadas, realizaron la titánica tarea de trazar un camino común para los que no se soportaban, incluir a los excluidos, permitir la libre circulación de ideas y organizar periódicas elecciones libres para designar a los que gobiernan las instituciones. Vista nuestra historia de espadones y golpes de estado, un auténtico milagro. Hasta antier, fachas quedaban cuatro, convertidos en frikis de la historia. Arrinconados en su nostalgia de un tiempo que no va a volver. Ahora es franquista todo el PP, la mayor parte de Ciudadanos y no pocos mediopensionistas que votan lo que les parece oportuno. El que cuelga una bandera en el balcón, facha. Quien considera que la inmigración ha de ser un proceso regulado, facha. Quien tiene creencias religiosas, facha también. Quien no compra el primer crecepelo ideológico, un facha de campeonato. Quien considera que las naciones son más fuertes cuando no se dividen en fracciones, peligro, ese es de los peores. Haciendo números, muchos millones de españoles que tienen una opinión distinta a la del Gobierno y quienes lo apoyan. Una masa de fachas y genocidas tal que se han devaluado ambas palabras. Agrandando además esa enorme grieta social que impide mantener una conversación adulta, escuchar otros argumentos y pensar, acaso, que pueden llevar parte de razón. RAFAEL RUIZ TANTO FACHA Ya no hay tibios, centristas, gente que duda. Solo fascistas L O confieso. He llegado tarde al trabajo porque he estado esquivando fachas toda la mañana. Estaba la calle de bote en bote de ultras de los de bigotito sobre el labio superior. Era toda una marabunta de franquistas que se ponen muy pesados en la cola del pan, en la pescadería, cuando vas a pagar en el Piedra. La cantidad de tipos de extrema derecha ha crecido tan exponencialmente en apenas unos meses que ya no quedan tibios, gente que duda, personas dispuestas a escuchar otros argumentos distintos a los propios, aquellos que simplemente tienen otra opinión. Todos ellos han sido incluidos, creo que a su pesar, en el grupo de los fachas. Yo mismo me he dejado barba este verano, viéndolas venir, para que a primera vista no me cuelguen el sambenito, que los pelos siempre fueron buenos compañeros de la progresía. No se puede tener una conversación, digital o de las otras, sin que antes o después alguien te afee la condición de facha. Verá usted, es que me la pela lo que hagan con la momia de Franco y váyase a darle la turra a otro podría ser un argumento para estos tiempos. La respuesta: Claro, como eres un facha Ya no hay partidos y personas de izquierdas, centro y derecha. Lo que hay son normales y fachas. Normales, eso sí, a los que estos ojos han visto apoyar el terrorismo de Estado en la puerta de la cárcel de Guadalajara hace no tan- ERDONEN la cacofonía gusto gosto pero para terminar el mes no puedo evitar referirme a algo sobre lo que sí hay mucho escrito, o sea los gustos, y que en agosto tienen su peculiaridad y su exceso. En este período veraniego y vacacional me vuelvo algo más frescachón para hilvanar estas líneas. Relaciono agosto con caracteres propios de mi estación, y este año lo he hecho con los nombres (nominalismo) con la llamada (efecto) y con la memoria (la histórica y las otras) Ahora me atrevo con esto de los gustos, antes de volver a subir al tejado desde donde vengo observando habitualmente la subida de la marea socioeconómica que nos está llevando hasta ubi sunt dracones Para empezar con un toque pedante les remito a Bourdieu y sus disquisiciones en 1979 sobre La distinción. Criterios y bases sociales del gusto o sea el filósofo combatiendo la negación de lo social en algo tan rabiosamente individual. Creo recordar que la distinción resultaba dependiente de la educación, del estatus social, de la profesión del padre y de otras variables sociales, lo cual me llevaba a mi a concluir que los ricos tienen mejor gusto que lo pobres, que a los pobres les gusta Ojos verdes y El Poromponpero y a los ricos Nessum dorma y El clavecín bien temperado y es que hay gente para todo. Reconozco que mi bibliografía al respecto se ha quedado estancada y es que no he podido despegarme de Dorfles, Eco, Marcuse, la opera aperta y la represión sobrante como tampoco he conseguido hacerlo de la Constitución de 1978 y de la gloriosa Transición. Y todo por lo mismo: porque no he encontrado nada mejor. Hablar de mal gusto es referirse a lo cursi, a lo pretencioso, a lo vulgar, a lo hortera, a lo falso, y finalmente a lo kitsch que ya es ubicuo e indistinguible no solo en el arte. Un concepto tan difícil de definir como fácil de reconocer, y desgraciadamente intrínseco a la cultura de masas, a las aglomeraciones gregarias tan propias de agosto. Será cosa de la latitud, de la temperatura o de las variadas globalizaciones (que ahí no entro) pero lo cierto es que en espectáculos, indumentaria o actividades, agosto es un período de carnes al aire, chándal, falsas bermudas, chanclas, comida basura, y hasta viajes que nos hacen felices. Allá en mi época de los setenta, José Luis Garci escribía sobre el cine kitsch y lo situaba al servicio de la estética de la mentira y del populismo. Una forma de pasar el rato, sin pensar ni sentir, unas pelis que no muestran la realidad sino lo que deseamos que parezca real. De ahí a dar el salto a lo kitsch en política sólo exige abrir los ojos ante los disparates en los que agosto ha sido pródigo. La política en uso nos retrotrae al peor cine de Cifesa, a la propaganda de las democracias populares, a la sociedad prejurídica, a los reinos de taifas, a la economía ficticia. Todo ello entre gadgets y abalorios posmodernos. Puro kitsch. eneltejado

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