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ABC CORDOBA 10-08-2018 página 12
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  • EdiciónABC, CORDOBA
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12 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA VIERNES, 10 DE AGOSTO DE 2018 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO HAY IMÁGENES Algunas cosas deberían quedar fuera de la dialéctica izquierda- derecha L corpulento ilustrado escocés David Hume era un tipo encantador y de enorme valía, listo como el aire, de serenísimo carácter y pasiones contenidas, bienhumorado y muy amigo de sus amigos, con los que le encantaba organizar merendolas- debate y partidas de whist naipe en mano. Aunque no comparto su ateísmo y su soltería militantes, pues se es mucho más feliz con Dios y las mujeres cerca, admiro a Hume. Me gusta su liberalismo casi espontáneo, su defensa temprana de la bondad del comercio y el empresariado y su repelús ante los dogmatismos cejijuntos. Hume echaba pestes del partidismo forofo. Le desagradaban las personas que ponen en suspenso su capacidad de pensar por sí mismas y optan por plegarse ciegamente al criterio de un partido, sea cual sea. Creo que Hume tenía razón, que hay muchos debates que pueden sustanciarse empleando las herramientas de la razón y los datos empíricos, que deben quedar al margen de la ideología. Parece absurdo, por ejemplo, convertir el cambio climático en una cuestión de derechas e izquierdas, como se hace usualmente. Lo cabal sería atender a lo que concluyan los científicos, no es una liza partidista. Algo similar ocurre con el espinoso debate del aborto, siempre muy doloroso, pues no existe mujer que lo elija con gusto. Si tengo la chiripa de vivir tres décadas más, estoy seguro que veré el día donde la humanidad contemplará como una era de barbarie aquella en que se admitía el aborto como algo normal Algo ha dado un vuelco al debate: las actuales ecografías, que permiten observar al detalle cómo evoluciona el feto en cada momento. La ley argentina que ayer rechazó el Senado liberalizaba el aborto hasta la semana 14. Hoy sabemos podemos verlo en tiempo real que en la semana 13 el feto mide 7 centímetros, pesa 20 gramos, tiene un rostro donde empiezan a formarse sus rasgos, presenta osamenta, dedos, sistema inmunológico y unos ojos cerrados por párpados. Abortar supone cortar la vida de ese ser, matarlo. Sé que suena terriblemente duro, pero es la verdad. Y no es de derechas o de izquierdas. Tras la decisión de ayer en Argentina, un medio de los llamados progresistas (término que habría que revisar, porque apostar por la subcultura de la muerte no puede ser sinónimo de progreso) titulaba así: El Senado argentino impide que las mujeres puedan decidir cómo y cuándo quieren ser madres Es una manera de formularlo. La otra sería: Argentina opta por proteger la vida del nasciturus para que no pueda ser eliminado. Se omite también sistemáticamente que la actual legislación argentina sí permitía el aborto en casos de violación o riesgo de la madre. Nadie quiere criminalizar a una mujer que aborta. Cuando se llega a ese trance casi siempre hay detrás situaciones de terrible sufrimiento. Pero la lógica moral, guste o no, indica que suprimir al feto para mejorar el bienestar de la madre es injustificable, porque no se puede invocar un bien haciendo un mal. Y no habla un meapilas, solo un ser humano falible y desvalido, como todos, que simplemente intenta pensar un poco y decirse la verdad, aunque a veces escueza. E MONTECASSINO HERMANN UN GESTO LUMINOSO Algún día, decía Haro, la humanidad verá el aborto como hoy los sacrificios humanos C ON pocas personas he tenido yo mayores diferencias políticas, ideológicas y de carácter que con Eduardo Haro Tecglen. Recuerdo aun aquel día en que llegó a mi recién estrenado despacho, para intentar convencerme con humildad impostada de que en realidad pensaba igual que yo en muchas cosas y quizás yo había entendido mal algunas de las más vitriólicas invectivas que me había lanzado en años anteriores. Pretendía realmente perpetrar ese sinsentido que es disculparse por desavenencias de opinión. Y lo hacía por miedo. Intenté tranquilizarle. Le anime a seguir polemizando conmigo aunque yo fuera el nuevo subdirector y jefe de Opinión. Le dije lo que quería oír: Que nadie iba a cuestionar su columna diaria. Cuando, minutos después, le contaba lo sucedido a quien conocía a Haro Tecglen como pocos, Javier Pradera, este me dijo: Desde que sabe de tu nombramiento está aterrado. Piensa que vas a hacer con él lo que él haría contigo Y, sin embargo, con todo aquello que yo detestaba de Haro- Tecglen que era mucho y se mantuvo como su columna diaria, cuando le recuerdo tantos años después de su muerte siempre evoco una revelación suya de profunda calidad humana. Son unas pocas palabras redentoras que alteraron por completo el juicio definitivo sobre él. Siempre que me hablan de Haro Tecglen, por lo general de sus barrabasadas y su proverbial falsedad existencial, yo siempre recuerdo su mejor faceta, una reflexión de nobleza y profundidad que ha quedado en mi memoria como el gesto luminoso de un hombre por lo demás profundamente desgraciado. Las palabras de Haro Tecglen que homenajeo se referían al aborto, a la interrupción provocada del embarazo. Se las oí más de una vez. Decía Haro Tecglen que, en caso de que nuestra civilización siguiera avanzando, llegaría con seguridad a un momento en que miraría hacia atrás con horror e incomprensión, como hoy hace con los sacrificios humanos, el canibalismo, la esclavitud o la tortura, al hecho de que en estos tiempos la humanidad más avanzada considere asumible, aceptable y moralmente intachable matar a sus propios hijos antes de nacer. Sin que esto implicara posición alguna sobre una despenalización que sin duda aprobaba, auguraba que llegaría el día en que se impusieran formas que hicieran impracticable esta monstruosidad que hoy se pretende un derecho. He recordado a Haro con las declaraciones del presidente del gobierno Pedro Sánchez, siempre rebosante de desprecio para todo lo que le viene grande. Ha descalificado al senado argentino por votar contra la liberalización del aborto. Displicente y sobrado, ha tachado esa decisión de un parlamento como un paso atrás Los senadores argentinos, votaran una cosa y otra habrán reflexionado más que este hombre plano. Y han votado en conciencia. No se han sometido a la disciplina ideológica del zeitgeist que libera de toda reflexión ulterior. La de quienes pretenden que el ser humano que crece en el seno de su madre es un mero apéndice del cuerpo de la misma que puede cortarse como una uña o un quiste. El encanallamiento progresivo de la sociedad occidental, su infantilización hacia la irreflexión y la frivolización hacen poco probable que se cumpla pronto la visión de Haro. Hoy te pueden encarcelar por un puntapié a una gallina pero descuartizar o succionar fetos de 14 o más semanas es un derecho inalienable. Sin embargo, pese a la colosal maquinaria que nos repite que somos unos insectos, que el universo es un terrarium y que solo nos queda la comodidad y el orgasmo como consuelo, hay muchos humanos convencidos de que cada individuo es único y sagrado. Y de que esa matanza permanente de tantos humanos indefensos ha de ser algún día evitable.

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