ABC CORDOBA 13-07-2018 página 57

ABC VIERNES, 13 DE JULIO DE 2018 abc. es cultura CULTURA 57 Sin aniversario Serrat no ha esperado a cumplir el medio siglo de un disco que consagró aún más su figura Como las mejores obras, tuvo canciones que se consagraron en un momento, como la inmortal Mediterráneo que le daba título y Aquellas pequeñas cosas una miniatura llena de poder evocativo. Serrat tenía en aquel momento 28 años, pero ya cultivaba un estético gusto por la nostalgia. Era su octavo disco y ya había publicado por ejemplo el que dedicó a los poemas de Antonio Machado, así que no había sorpresa en que sacase a la luz obras tan redondas. Creando himnos EUROPE Lugar: Teatro de la Axerquía. Fecha: Miércoles, 11 de julio de 2018. CELSO GARCÍA Clásicas y renovadas Lucía no llamó tanto la atención en aquel primer momento como lo harían por ejemplo en esos años Fiesta o Penélope pero con los años, sobre todo en la década siguiente, pasó a ser una de las canciones más aclamadas, y también con más versiones a sus espaldas, del cantautor barcelonés. Los que acudan a escuchar a Serrat esta noche se asomarán a una pieza casi siempre permanente en sus conciertos, la dramática Pueblo blanco y otra clásica presente después muchas veces: La mujer que yo quiero Fue un disco con mucha diversidad de tonos, con tiempo para el amor, la ironía y la reflexión sobre el paso de la vida. Por eso están Tío Alberto el retrato de un hombre maduro con eterno espíritu juvenil, Qué va a ser de ti una honda alegoría sobre la forma en que los padres perciben el crecimiento de sus hijos, o Barquito de papel en la que aborda uno de sus temas clásicos, que es el contraste entre los sueños infantiles y la edad adulta. Estará también Vagabundear una de las más enérgicas del disco, y Vencidos la única de las diez que no tiene letra suya. Ahí puso música a un poema de León Felipe en el que se compara con el regreso de Don Quijote a La Mancha tras su derrota en Barcelona. Y entre una y otra, salteadas y sin ningún orden, irán apareciendo canciones quizá anteriores a aquel disco de 1971, quizá inmediatamente posteriores o tal vez de los últimos años, que no hayan necesitado mucho tiempo para hacerse un hueco en el corazón de los amantes de la música. Ha pasado casi medio siglo y ahora Serrat clama por un Mediterráneo distinto, donde no mueran personas en el mar tratando de llegar a Europa y que sea más punto de unión que de frontera. Quienes se asomaron a su canción y a su disco en algún momento sabían que al conocerlo ya no podría ser de otra forma. El teatro de la Axerquía se llena hoy de un florido ramillete de personas que conforman la audiencia, un tanto variopinta, de un grupo tan mítico como los suecos Europe: por un lado están los amantes del rock de siempre, luego los nostálgicos, los fans del grupo en sí, jóvenes, mayores... un poco de todo. De cara a satisfacer a todos ellos, empezamos con fuerza con algunos de los temas contenidos en su último álbum publicado el año pasado, Walk the earth Se trata de un sonido energético y temas pegadizos que son fácilmente asociables a la banda, que ha evolucionado y madurado con el tiempo. A pesar de esta renovación, siguen exhibiendo claramente su hondas raíces setenteras a través del hard- rock más puro con su punto glam. Ya desde el comienzo, el grupo interactúa con el público a través de Joey Tempest, el cantante, que hace sus pinitos con alguna que otra frasecilla en español. Merece la pena mencionar cómo Mic Michaeli acompaña con los teclados a un público que corea himnos animadamente. El punto de originalidad de los teclados es uno de los sellos característicos de la banda, que sigue gozando de buena salud. Los temas no aparecen enlazados, sino que suelen presentar una introducción, a veces orquestal a veces electrónica, que luego eclosiona de forma explosiva a través de estribillos y coros. Pese a la energética puesta en escena, he de reconocer que el montaje es algo espartano, con apenas un buen puñado de focos, humareda constante y muchos vatios. Desde luego no se necesita más para disfrutar de la mú- sica, pero a veces los efectos de luminotecnia digital y pantallas enriquecen el show de melenas al viento. Merece una mención especial la balada Pictures que nos trae reminiscencias de Bowie por la típica lírica que caracteriza estos temazos de características casi hímnicas. Poco a poco se suceden solos de teclado y guitarra, que muchas veces se refuerzan con intensidad para acallar las bocas de aquellos que criticaban a la banda por su falta de dureza. Merece la pena remarcar el solo de batería a ritmo de Guillermo Tell que se marca Ian Haugland y que el público corea con ímpetu. Para corresponder a las expectativas, la banda revisitará ahora un buen conjunto de temas clásicos de sus discos anteriores, como la conocidísima balada Carrie que todos cantamos con morriña, para pasar después al punto cómico de Superstitious mezclada con No woman no cry de Marley. Tampoco podía faltar Cherokee que da paso a un gran silencio y oscuridad expectante que solo puede significar lo inevitable: el momento del delirio de la nunca suficientemente trillada The Final Countdown Tras este subidón, el concierto termina un poco abruptamente: los 90 minutos de nostalgia han sabido a poco a un público insaciable, aunque satisfecho. Joey Tempest, junto al público del Teatro de la Axerquía ÁLVARO CARMONA Los Clásicos Sabor guaraní BERTA RO JAS Lugar: Teatro Góngora. Fecha: 11 de julio de 2018. CELSO GARCÍA Con un programa de sabor inequívocamente latinoamericano, Berta Rojas se estrena en el festival con una importante carta de presentación, avalada por una intensa actividad artística y docente que la sitúa entre las guitarristas de primer nivel. Su técnica clásica es ciertamente versátil y bebe de fuentes jazzísticas, bossa- nova o ritmos latinos a través de un repertorio fundamentalmente académico. Empezamos con Ponce y su Suite en La menor que enlaza danzas de impronta barroca sazonadas con algún que otro ingrediente segoviano y latinoamericano, en un cóctel que Berta muestra convencida y enérgica a través de unos tempi decididos y algo veloces. Después viene otra Suite esta vez de Lindsey Clark, compuesta especialmente para ella. Contrasta con la anterior, jugueteando con los ritmos e influencias latinas a través de una sucesión de piezas muy vistosas y de recursos sabrosísimos. La segunda parte presenta dos breves temas populares brasileños arreglados por Sebastián Henríquez. El Homenaje de Powell se desliza por las cuerdas de la guitarra de forma cálida hasta llegar a los aires de samba que nos conducen bailoteando a Asa Branca de Gonzaga y Teixeira. Esta obra de tintes programáticos describe la historia del pájaro Picaruzo, que huyó de su tierra a causa de la sequía y se apena mientras desea volver para abrazar a su amor. Es muy dinámica y sirve de contraposición a la anterior. El plato fuerte de la noche viene dado por piezas de Barrios exhibidas como la especialidad de la casa. Choro de Saudade y Maxixe surgen íntimas y auténticas de las manos de Berta, que demuestra sentirlas sinceramente. A continuación cambiamos de estética sin movernos de compositor con El Sueño en la Floresta y La Catedral son de mayor calado, donde ya no hay influencia folklórica sino la más profunda y lírica inspiración romántica. Berta Rojas las revela con un gusto especialmente apasionado, finalizando un recital muy personal lleno de sabores latinos y acento guaraní a través de su lenguaje dulce y encantador ante un público que aplaudió enérgicamente y mereció un bis también de Barrios. La guitarra clásica de esta 38 edición, con sólo cuatro citas, ha sido algo exigua, aunque de gran calidad.