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ABC CORDOBA 12-07-2018 página 15
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ABC CORDOBA 12-07-2018 página 15

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC JUEVES, 12 DE JULIO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 PUNTADAS SIN HILO VIC MANUEL CONTRERAS BURDELES Las centinelas del feminismo no ven tanta humillación a la mujer cuando el cliente del puticlub tiene carnet del PSOE AS últimas revelaciones del escándalo de la tarjeta de Faffe indican que se utilizó la cuenta de esta funcación de la Consejería de Empleo para pagar una juerga en un acreditado local de alterne de Sevilla el mismo día que el entonces presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, destituyó al titular de dicha cartera, Antonio Fernández. El usuario de la tarjeta, Fernando Villén, argumentó en su momento a Antonio R. Vega en las páginas de este periódico que se trató de una despedida de soltero y que el gasto ascendió a 538 euros, que abonó por equivocación con la tarjeta de la fundación. Pero la información remitida por la propia Junta al juzgado desacredita esta versión, dado que se realizaron quince abonos- -no es fácil equivocarse quince veces de tarjeta, incluso para los que jugamos la Champions League de los despistados- -por un montante total de 14.737 euros. Demasiados euros para una inocente despedida de soltero. La investigación policial aclarará este episodio presuntamente corrupto, pero hay indicios sobrados para intuir que responsables de la fundación y o de la Consejería decidieron darse un homenaje como broche final de su mandato a cuenta de la Faffe, es decir, a cuenta de su dinero y el mio. Si las pesquisas confirman las sospechas, a los protagonistas del chusco incidente hay que reconocerles coherencia, porque no hay forma más acorde de cerrar una etapa marcada por el desahogo y el despilfarro. La Faffe, disuelta por el propio Griñán en 2011, fue un chiringuito destinado a mejorar el nivel de vida de los socialistas, como dijo Manuel Chaves en su legendario lapsus parlamentario. No palió el paro andaluz, pero sirvió para recolocar a excargos públicos y sus familiares y encargar trabajos a empresas de amigos. Sirvió incluso para recolocar a un tránsfuga del PP como pago a los servicios prestados. El colofón del fiestorro en un puticlub es el epílogo lógico a esta etapa de derroche, porque es de esperar que quien no respeta las cuentas públicas no respete tampoco a las mujeres. La mentalidad del corrupto linda con la del putero: ambos se sienten poderosos, consideran que las normas convencionales limitan estúpidamente el campo de actuación y se las saltan tomando atajos sin prejuicios morales. Siguen pautas de comportamiento chuscas en las que el fin justifica los medios. Son horteras, prepotentes y abusones, en el despacho y en la cama. Lo más llamativo del caso Faffe, por tanto, no es la hipótesis de que directivos corruptos despidan sus días de vino y rosas bajo las luces rojas de un burdel. Lo sorprendente es el silencio sepulcral de las centinelas insomnes del feminismo, que parecen no haberse percatado del asunto. Si los investigados fueran del PP, ya habrían sido lacerados en redes sociales, pero parece que la humillación a la mujer no es tanta cuando el cliente del burdel tiene el carnet del PSOE. En ese caso no solo procede mirar para otro lado, sino que los contribuyentes paguemos la cama. L VERSO SUELTO LUIS MIRANDA LIBRE DE DESFASE Los chavales a los que echaron del AVE podrán ser maleducados, pero no incoherentes con lo que han visto en las fiestas ver, ¿en qué quedamos? Después de haber consagrado la juerga como un derecho, el ruido como una forma inalienable de libertad de expresión y la molestia a los demás como una forma legítima de afearle al prójimo que sea tan aburrido, Renfe, sin esperar a que se pronuncie el Consejo de Ministras, ha creado el espacio libre de desfases. Lo hizo por las malas, sin debate en el Congreso de las Diputadas y sin esperar enmiendas, cuando bajó en la estación de Córdoba a un grupo de chavales que iban a Málaga de despedida de soltero y decidieron liarla pepina ya desde el AVE con disfraces, gritos, copazos en el coche bar, que ya hay que tener sed, y la arrogancia del que otras veces quedó impune por marchar en grupo y estar ebrio. La factura del viaje interrumpido les puede salir más cara que si hubieran ido en una limusina mamándose con Möet Chandon y picando caviar Beluga, porque las criaturitas creerían que por haber pagado el billete tenían derecho a darles la tarde a los que también lo habían pagado, así que después de que no hicieran caso de seguridad ni de las advertencias, los tuvo que sacar la Policía Nacional a la fuerza, y no fue rápido. Ahora Renfe, que no tiene por costumbre pagar los desmadres de ningún mozo casadero ni de su cuadri- A lla, quiere que vaya de su bolsillo la indemnización que tienen que cobrar los demás pasajeros por incumplir el compromiso de puntualidad. A los chavalotes les pueden acusar quizá de maleducados o de excesivos, pero no de incoherentes con lo que hayan visto. Deberían haberse leído las condiciones al comprar los billetes, pero en principio pensarían en si sus compañeros de vagón tenían más derechos que los vecinos de los barrios con garitos de moda, que tienen que convivir con músicas y gritos todos los fines de semana y ven cómo a nadie con autoridad le preocupa que su calle sea un urinario público. Aquel mismo día había miles de personas bebidas, algunas desnudas, en un barrio madrileño con un montón de poderes públicos diciendo los orgullosos que también estaban ellos y todos los telediarios cubriendo en directo aquella parranda. En la Córdoba donde ellos fueron a parar, y no se sabe si continuarían la fiesta ya que estaban o durmieron en los hoteles de Doctor Fleming o Campo Madre de Dios, se entiende que es normal que quince mil más jóvenes que ellos ocupen la ribera del Guadalquivir para beber y luego pongan a trabajar con nocturnidad y urgencia a la empresa de limpieza que pagan sus padres y también quienes no lo son. Si alguno había conocido las Cruces de mayo sabía que podían ser muy divertidas y encima en lugares bonitos de ver, aunque así a primeras no se les reconozca demasiada sensibilidad, y quizá se hubiera dado cuenta de que su derecho a vaciar donde fuera las botellas de rebujito, cantar sevillanas y reírse a gritos a las tantas era mayor que el de los que viven cerca de descansar. Desde niños les han educado en la idea de la diversión sobre todo y cuando se han dado conflictos han reprendido mucho antes a los serios que a los amantes del jolgorio, y si no que miren a la fiesta nacional de los sanfermines. Pero eso había pasado en el espacio público: cuando han llegado al cerrado ecosistema de un tren con una empresa, aunque sea pública, que se juega el dinero y viajeros que lo han pagado, no valdrá la protección de políticos con miedo a que les digan aguafiestas.

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