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ABC CORDOBA 14-06-2018 página 12
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12 OPINIÓN TIEMPO RECOBRADO PUEBLA JUEVES, 14 DE JUNIO DE 2018 abc. es opinion ABC PEDRO GARCÍA CUARTANGO ESTE PAÍS ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO Habitamos en una vieja nación imprevisible y caótica. Pero al menos está viva S I alguien hubiera padecido un infarto cerebral hace tres semanas y se hubiera despertado hoy, pensaría que España se ha vuelto loca. Sentiría la misma desconexión que aquel anciano, aislado en un remoto pueblo, que preguntaba si el Real Madrid seguía ganando Copas de Europa. Aquello era un anuncio de un coche en televisión, pero la realidad ha superado la ficción. Ayer sucedieron dos cosas que hubieran parecido increíbles hace tan sólo 48 horas: la destitución de Lopetegui como seleccionador y la dimisión de Màxim Huerta, acorralado por un fraude fiscal de 218.000 euros. Sobre lo primero, la opinión pública está dividida, pero no hay duda de que es totalmente atípico que el seleccionador, que renovó su contrato hace menos de un mes, anunciara su fichaje por el equipo blanco en vísperas del comienzo del Mundial. Si esto lo hubiera hecho un entrenador del Barcelona, le habrían acusado de desestabilizar a La Roja. La dimisión de Huerta era ineludible, porque sería un escándalo y una enorme incongruencia que una persona condenada por fraude fiscal siguiera en el Gobierno. Las explicaciones que ayer por la mañana articularon algunos miembros del Ejecutivo fueron penosas. Magdalena Valerio llegó a sostener que su colega había cumplido sus obligaciones fiscales Si Sánchez quería mantener su credibilidad no tenía otra opción que forzar su salida. Huerta ha batido el récord del mundo de brevedad como ministro. Pero los acontecimientos se han sucedido vertiginosamente en estas últimas semanas en las que hemos visto caer a un Gobierno por una moción de censura, dimitir a un Zidane con un palmarés impresionante y la inminente entrada de Iñaki Urdangarin en la cárcel. Y por si fuera poco, la burla de un ministro italiano por acoger a más de 600 desgraciados sin hogar y sin futuro. Parafraseando el título de la vieja película en la que aparecía Spencer Tracy, nuestro país está loco, loco, loco. Habitamos en una vieja nación imprevisible, caótica y contradictoria. Pero al menos está viva. Nadie podrá decir que se aburre en estos pagos. Ya lo decía Fernando Fernán Gómez: España es una país en el que se equivocan tanto los que mandan como los que obedecen Ese sentimiento anárquico es el que nos ha hecho distintos. Aquí es imposible acertar lo que va a ocurrir porque no existe la menor lógica ni la menor previsibilidad. Y tampoco la menor coherencia. No creo que ningún Gobierno pueda cambiar esa realidad, que tiene un sustento metafísico. No en vano éste es el país de Rinconete y Cortadillo y también, el del esperpento valleinclanesco. Nuestro carácter tiene serios inconvenientes, pero una gran ventaja: que uno nunca se aburre. Modestamente y sin pretender dar lecciones a nadie, yo prefiero este caos permanente a las certezas de un alemán que vive en una nación totalmente previsible. Bendito sea este país donde cada español toma el café con leche como le da la gana y en el que no somos capaces de ponernos de acuerdo en nada salvo en el genio de Rafa Nadal. CAMBIO DE GUARDIA GABRIEL ALBIAC NÁUFRAGA UE El espacio que no monopolizan las leyes, lo colonizan las mafias. Para las cuales no hay cadáveres, sólo dinero L desastre migratorio está en los fundamentos mismos de la UE. Desde el principio. Cuando Bruselas cedió el control fronterizo a cada uno de los países que componían la Unión. Era la constatación, entonces, de un inacabamiento. De una indefinición también. ¿Qué era y, sobre todo, qué aspiraba a ser la Unión Europea? ¿Un acuerdo estable entre gobiernos locales o la apertura del proyecto constituyente de una nación única? La retórica que llevó a elaborar aquel bodrio al cual se dio nombre de Constitución Europea parecía apuntarse a lo segundo; aunque su incompatibilidad con todos los criterios básicos del constitucionalismo moderno fuera insultante. Fue rechazada, en un reflejo de autodefensa ciudadana. Lo malo no fue eso: librarse de una Constitución que no lo era, fue medida salutífera. Lo malo vino después, cuando al vacío no lo suplió nada. La impotencia para solventar ese obstáculo fortaleció la primera hipótesis. La UE funciona, de hecho, sobre esa coordinadora de los gobiernos nacionales que es la Comisión Europea: lo más parecido a una administración pactada. Con el aplique ornamental de un Parlamento que no cumple la función que tal término designa: ejercer el monopolio legislativo. ¿Tiene virtudes ese llamado Parlamento Europeo? Sí: garantiza una muchedumbre de sueldos suculentos y de aún más suculentas E jubilaciones. Tal como andan las cosas, no es poco. Pero la idea de una nación europea ha sido abandonada. Aunque no se diga. Cada vez que el escalofrío nos recorre ante los cientos, los miles de desdichados a los cuales las mafias del norte de África lanzan a la alternativa entre morir en el Mediterráneo o llegar al precio que sea a la costa europea, la constancia de ese abandono se hace hiriente. La UE ha suprimido las antiguas fronteras entre sus países miembros: a efectos de circulación de hombres y de mercancías, es un espacio único. Pero no es una nación única. De hecho, no sabe hoy qué es ni qué nombre darse. Y ahí empiezan los problemas. Suprimir fronteras interiores exige fijarlas exteriores: definir el perímetro del territorio exento de control y blindar ese perímetro como inviolable. No es nada nuevo. Así se constituyeron las naciones modernas: mediante la supresión de las barreras aduaneras y fiscales que atomizaban los Estados anteriores a la toma del poder por la burguesía: una economía moderna no podía sobrevivir a las barreras interiores ni a la multiplicación de criterios fiscales. El capitalismo impuso, desde su nacimiento, la identificación nacional de las fronteras. Y, con ella la unidad del mercado nacional. Sin la consumación de esa tarea, la UE se quedará para siempre en lo que es ahora: una coordinadora de gobiernos más un opulento balneario estrasburgués para políticos jubilados. El ping- pong al cual se somete hoy con una crueldad que el sentimentalismo sólo acentúa a los trágicos náufragos del Mediterráneo no es fruto de buenas o malas voluntades. Lo es de una indefinición jurídica. Frontex la ficción de una policía europea de fronteras apenas cuenta hoy con 400 funcionarios: nada. Porque es nada. Porque nada es la legalidad existente en esa materia. Y de tal nada viene el mal. Porque no hay vacío nunca en el poder: el espacio que no monopolizan las leyes, lo colonizan necesariamente las mafias. Para las cuales no hay cadáveres, sólo dinero. En política no hay que fiarse a buenas o malas voluntades. Sólo a leyes. Tal es la clave del Estado garantista. Que no es una entidad moral. Sino jurídica.

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