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ABC CORDOBA 03-06-2018 página 66
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66 INTERNACIONAL DOMINGO, 3 DE JUNIO DE 2018 abc. es internacional ABC ALGO TARE EL POTOMAC ÁLVARO VARGAS LLOSA QUÉ (NO) ES POPULISMO El populismo es demasiado grave para jugar con él como si fuera plastilina dándole la forma que se nos antoje Kim Jong- un pedirá a Donald Trump el fin de las sanciones y comercio e inversión Corea del Norte desvela sus demandas para la cumbre del día 12 en Singapur PABLO M. DIEZ CORRESPONSAL EN PEKÍN L A palabra populismo está de moda. Como cualquier término político que se vuelve moneda corriente, se la utiliza cada vez más como arma arrojadiza sin respetar la relación entre etiqueta y contenido. No existe una definición clínica de populismo, pero tiene que ver con la degeneración de la democracia mediante el abuso de la noción de mayoría o de pueblo para justificar agresiones colectivistas contra el Estado de Derecho, ámbito que abarca lo político, económico y cultural, o la conciencia. Aunque los populismos modernos más obvios se sitúan en los años 20 y 30 europeos e, intermitentemente, en los últimos ochenta años latinoamericanos, la idea y la práctica son antiquísimas. Aristóteles habló de la democracia como una degeneración de la república ateniense y Polibio acuñó el término oclocracia para referirse a la tiranía de las masas no instruidas en valores republicanos. Siglos después, los fundadores de Estados Unidos hablaron de república en lugar de democracia porque, inspirados en los clásicos, que habían enseñado cómo la democracia degeneraba en la imposición de aquello que los líderes interpretaran como la voluntad de la mayoría, querían fundar instituciones que protegieran a la minoría, empezando por la primordial: el individuo. La cosa se complica luego, pues en los inicios de la república estadounidense hubo un populismo bueno Muchos liberales gringos valoran la batalla de fundadores como Jefferson contra las élites que usaban el poder para sostener sus privilegios. Pero eso no era populismo. Si la élite abusa del poder, denunciar privilegios que violan la igualdad ante la ley es lo contrario de populismo. En España, en Europa, a veces se utiliza el término populismo antojadizamente. Leo, por ejemplo, que los intentos de rescatar lo español por parte de algunas agrupaciones políticas es populismo. No: si rescatar lo espaDonald Trump ñol no entraña acabar con el principio de la igualdad ante la ley, perseguir las manifestaciones culturales de regionalismo o centralizar el poder, sino devolver sentido de pertenencia a un vasto grupo humano, no puede decirse que un discurso como el de Ciudadanos sea populista. ¿Puede llegar a serlo? Cualquier movimiento puede degenerar en eso, incluido Ciudadanos. Pero no puede hablarse de populismo o fascismo para describir a quienes reivindican lo español mientras no vulneren el Estado de Derecho mediante el abuso del sentimiento mayoritario contra los particularismos (individuales o grupales) ¿Es populismo atacar la corrupción, como hace hoy la oposición española para restarle puntos al Gobierno? No, eso no es populismo (aunque los americanos dirían que es populismo del bueno) Pero sí es populismo pretender, bajo la cobertura de la lucha contra la corrupción, atropellar libertades económicas mediante el estatismo, como quiere cierto socialismo o como sueñan los adoradores españoles del chavismo (hoy aburguesados miembros, ellos mismos, de la élite) ¿Es populismo el proteccionismo de Trump? Sí, porque, en nombre de la mayoría, viola derechos económicos. ¿Es populismo lo de Viktor Orbán en Hungría? Claro que lo es: se empina sobre la mayoría, real o inventada (me temo que real) para vulnerar instituciones republicanas que protegen libertades. ¿Es populismo criticar al líder de Podemos en España por no guardar coherencia entre su discurso y sus prácticas inmobiliarias? No, porque quienes lo hacen no plantean limitar su derecho a ser incoherente amparándose en la mayoría real o inventada, sino tomarle el pelo. ¿Es populista la xenofobia que hay en tantas partes de Europa y Estados Unidos? Sí: pretende atentar contra personas en nombre de la nación, la etnia o la economía de la mayoría. El populismo es demasiado grave para jugar con él como si fuera plastilina dándole la forma que se nos antoje. Después de muchas idas y venidas, el día 12 habrá cumbre histórica en Singapur entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el dictador de Corea del Norte, Kim Jong- un. A menos que cambie de idea una vez más, como ya hizo cuando canceló el encuentro la semana pasada, así lo anunció Trump el viernes tras reunirse en la Casa Blanca con el jefe del espionaje norcoreano, Kim Yong- chol. En el Despacho Oval, este le entregó a Trump un sobre tamaño A 3 con una carta del joven tirano: las demandas de Kim Jong- un de cara a la cita de Singapur. Aunque el presidente estadounidense no informó a los periodistas sobre su contenido, el ministro de Exteriores norcoreano, Ri Yong- ho, avanzó ayer sus peticiones en un comunicado. Tras recordar los gestos de buena voluntad llevados a cabo por el régimen comunista de Pyongyang, como la suspensión de sus ensayos de misiles y la destrucción de su silo de pruebas nucleares, Ri Yong- ho enumera lo que Corea del Norte quiere de EE. UU. en un periodo por acordar Su primera demanda es acabar con las maniobras militares conjuntas con Corea del Sur y con las sanciones que parecen estar mermando el relativo crecimiento económico experimentado por este hermético país durante los últimos años. do un anacrónico sistema estalinista similar al que había en la extinta Unión Soviética o en la China de Mao. Tal y como consta en el libro Sin salida. Corea del Norte, armas nucleares y seguridad internacional de Jonathan D. Pollack, las aspiraciones nucleares se remontan a los años 60. En aquella época, el fundador del país y abuelo del actual dictador, Kim Il- sung, ya vio la necesidad de dotarse de armas atómicas para mantenerse en el poder y no ser utilizado como moneda de cambio en el juego de alianzas y rivalidades que se traían EE. UU. la URSS y China en la Guerra Fría. Aunque Kim Il- sung siempre lo negó, dicho libro recoge que un plan estatal de seis años adoptado en noviembre de 1970 ya establecía nuevas políticas para desarrollar la industria nuclear con tecnología y materias primas locales así como seguir pidiendo apoyo a la URSS y a la Europa del Este para formar técnicos en la transferencia tecnológica a gran escala El primer reactor experimental del complejo nuclear de Yongbyon, donde Corea del Norte ha producido las seis bombas atómicas que ha detonado desde 2006, fue fabricado por Rusia en 1965. Desnuclearización Este será el principal tema de discusión en la cumbre, ya que Trump exigirá a Kim Jong- un una desnuclearización completa y verificable Aunque el dictador norcoreano se ha comprometido con la completa desnuclearización de la Península Coreana, ya ha avanzado que no renunciará a su arsenal nuclear. A cambio de mantenerlo, íntegro o al menos en parte, sí estaría dispuesto a volver al Tratado de No Proliferación, que abandonó en 2003, con la promesa de no desarrollar más bombas atómicas. De esta manera, y como recuerda el ministro Ri Yong- ho, Corea del Norte quiere evitar ser el próximo modelo Libia como le ha propuesto el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, con bastante poca vista. Teniendo en cuenta cómo acabó Gadafi años después de renunciar a sus armas de destrucción masiva, linchado hasta la muerte en una revolución, lo último que querría Kim Jong- un es seguir una desnuclearización a la libia Por último, Corea del Norte demanda a EE. UU. comercio e inversión, amistad y respeto mutuo Una ayuda económica que Trump ya ha sugerido y que podría contribuir al capitalismo de a pie que, a través del contrabando procedente de China, se abre paso en los mercados privados que han proliferado en Corea del Norte. Garantías de seguridad En segundo lugar, Pyongyang reclama firmar un tratado de mutuo reconocimiento o de no agresión y la eventual retirada de las tropas y bases de EE. UU. de Corea del Sur Tanto Washington como Seúl ya han dejado claro que Trump y Kim Jong- un no discutirán sobre los 28.500 soldados estadounidenses acantonados en el Sur, pero Pyongyang aspira a firmar un tratado de paz que dé garantías de seguridad al régimen. Como la guerra de Corea, que duró de 1950 a 1953, acabó solo con un armisticio, ambos países siguen técnicamente en armas y el Norte teme que EE. UU. intente un cambio de régimen, como ya ha hecho en el pasado con países como Irak y Libia. De hecho, esa es la principal finalidad de su programa nuclear: blindarse en el poder para seguir mantenien-

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