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ABC CORDOBA 01-06-2018 página 67
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ABC CORDOBA 01-06-2018 página 67

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ABC VIERNES, 1 DE JUNIO DE 2018 abc. es ABCdelOCIO 67 El primer gran Quijote del cine español lo filmó Rafael Gil en 1948, y tenía como protagonistas a Rafael Rivelles y Juan Calvo. Y la primera gran frustración con la escurridiza figura es la de Orson Welles, que comenzó a rodar su película a mediados de los años cincuenta y no se terminó hasta después de su muerte, que recogió el material Jesús Franco y lo apañó para su estreno en 1992, con Francisco Regueira y Akim Tamiroff de protagonistas, y un catálogo exótico de la españolidad según el taurino y festero Welles. Sidney Lumet, Nathan Axelrod, José María Forqué, Arthur Hiller (y su version musical con Peter O Toole) Manuel Gutiérrez Aragón, Peter Yates, Albert Serra y su extravagante Honor de Caballería y así cientos hasta ahora la intentona de Terry Gilliam, que no será la última ni la peor hasta que alguien dé con la tecla de Cervantes. Muy perdidos en La Mancha Arriba, la serie de Carlos Rim para TVE en 1963. Abajo, el Quijote soviético de Kozintsev EL HOMBRE QUE MATÓ A DON QUIJOTE Dirección: Terry Gilliam. Con: Jonathan Pryce, Adam Driver, Olga Kurylenko OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE Adam Driver y Jonathan Pryce, Quijote y Sancho en la epopeya cervantina de Terry Gilliam ABC en la que iba a rodar con los Monty Python. Una vez fuimos a un pequeño pueblo de Escocia a filmar una parte de Los caballeros de la mesa cuadrada y todo el pueblo se involucró y mejoramos algunas vidas de sus habitantes y, claro, también destruiríamos otras, pero era parte del proceso. Tanto Quijote como Sancho no se pueden separar, van unidos, uno es el realista y otro el soñador o el lunático, y así siempre han sido mis películas, así que quizá el Quijote ha sido la idea central de todo lo que he hecho porque siempre he librado una batalla entre la imaginación y la realidad. ¿Y cuánto hay de Cervantes? -Cervantes escribió un tipo de novela que ya nadie lee, pero las películas sí llegan a la gente. Ahora ves a Spider- man, Hulk y todas estas criaturas de ficción que son para la gente de hoy lo que eran los caballeros en tiempos de Cervantes. ¿Y los terroristas suicidas del filme? -Si entras en la cabeza de Cervantes en tiempos de los reinos moros... Pues qué menos que incluir un par de terroristas si viajamos a esos reinos con la mirada de hoy... En ese tipo de cosas, creo, está lo interesante de Cervantes: mucho de lo que ha escrito tiene que ver con la actualidad pero con otra perspectiva. ¿Es mejor este filme que el original que pensó hace tantos años? -Sí, creo que sí. Ha crecido y se ha vuelto más interesante, con más capas. En parte lo es porque me he tenido que entretener para tener la sensación de que cada vez era un proyecto nuevo, entonces le iba añadiendo cosas. Lo hice sin darme cuenta y se convirtió en autobiográfico... Creo que la versión original era más cómica y esta es más emotiva. ¿Por qué ha perdido esa parte cómica? -No sé, ya no sé nada, no soy la persona indicada para hablar de la película... (Risas) o es nada fácil encontrar el sitio adecuado desde el que mirar El Quijote de Terry Gilliam, y casi hay que llegar a él por descarte: es evidente que los sitios menos confortables para verlo son la novela original de Cervantes y la filmografía, también original, de Terry Gilliam. Desde esas dos atalayas, la película puede resultar decepcionante: El hombre que mató a Don Quijote sólo adquiere sentido si se analiza (o disfruta) desde el mismo y caótico cambio de tonos, posturas y puntos de vista que sugiere desde su interior el relato, tan preso de la extravagancia como del atropello, tan esperpéntico y banal como, en ocasiones, profundo y lírico, tan traído por los pelos como por la peripecia de su propia y nefasta historia. La confusión de tiempos, de rodajes, de espacios, de realidad y de sueño ilusorio le proporcionan terreno metafórico a la confusión de roles y de almas, a la mezcla de locuras del trío principal, Gilliam, Alonso Quijano y Sancho, los tres perdidos en una aventura distorsionada y de pies y cabeza intercambiables. La parte magra de la película está en el reencuentro de un director de cine con el viejo Quijote que se quedó atrapado en el alma de su personaje, en esas porciones de química que se arrojan el uno al otro Jonathan Pryce y Adam Driver (quienes, milagrosamente, dan la impresión de creerse su papel) y es en ese tramo de historia, de película, en la que Gilliam encuentra algo que contar y la originalidad de cómo contarlo (el ejemplo es el chispazo de talento en burlar las cuestiones del idioma y en apartar de un manotazo el juguetón subtitulado) Hasta lo grotesco y lo sobreactuado puede tener su sentido y su gracia. Y puede considerarse como patinaje no muy artístico todo ese entramado que Gilliam levanta alrededor de lo esencial, esos flecos argumentales de pura tramoya, con rusos, mafias, productores, una Olga Kurylenko sin gracia ni personaje... ruido en una película ruidosa, y caos en una película caótica. N

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