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ABC CORDOBA 19-05-2018 página 64
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64 CULTURA SÁBADO, 19 DE MAYO DE 2018 abc. es cultura ABC Teatro de la Zarzuela Los trabajadores del Inaem desconvocan los paros previstos ABC MADRID Un Lago de los cisnes muy británico y sin sorpresas El Royal Ballet presenta en el Covent Garden su nueva producción del clásico, que llegará al Teatro Real en julio JULIO BRAVO ENVIADO ESPECIAL A LONDRES El comité de huelga de los trabajadores del Inaem anunció ayer el cese de todos los paros y manifestaciones previstos en protesta por la fusión del Teatro de la Zarzuela con el Teatro Real. Así, el público puede disfrutar de las tres últimas funciones de La tabernera del puerto (ayer, hoy y el domingo) Dicha decisión se produce tras la apertura, el próximo 25 de mayo, de una comisión negociadora con la Secretaría de Estado de Función Pública, que venían reclamando desde el inicio de las protestas. Más de diez minutos de entusiastas aplausos rubricaron el estreno de la nueva producción de El lago de los cisnes del Royal Ballet, que la compañía inglesa traerá a Madrid, al Teatro Real, en ju- lio. Había mucha expectación ante este estreno, ya que es la primera nueva producción que realiza la compañía británica de uno de los títulos capitales de la historia de la danza. El responsable de poner en pie el ballet ha sido Liam Scarlett (1985) que se ha convertido en el coreógrafo más joven a quien el Royal Ballet encarga la revisión de un clásico. Había, pues, ambiente de acontecimiento en el patio de butacas del Covent Garden, abarrotado para la ocasión. Este patio de butacas ha visto a lo largo de su historia muchos Lagos bailados por figuras legendarias, desde Margot Fonteyn a Natalia Makarova. Y todas las miradas estaban puestas, lógicamente, sobre Liam Scarlett, que asegura que su Lago quiere ser un homenaje a la historia del ballet en Covent Garden (una historia noble y áurea) y que no ha querido reinventar nada. El mensaje es de por sí ya suficientemente grande afirma. Su producción es muy canónica, muy fiel a la tradición, con un segundo acto que sigue con fidelidad la falsilla de la coreografía clásica de Petipa e Ivanov. Su mayor aportación ha sido abrir varios cortes que la tradición ha suprimido (como un paso a tres en el comienzo del tercer acto) nuevas coreografías en las danzas de carácter del mismo tercer acto (salvo la Napolitana, donde ha conservado el endiablado baile creado por Frederick Ashton) y una reestructuración del cuarto acto. Nuevas aportaciones Aquí se encuentra precisamente una de las más interesantes aportaciones de Liam Scarlett, que otorga al habitualmente fantasmagórico personaje de Von Rothbart (interpretado por Bennett Gartside) una humanidad inédita. Desdoblado en consejero de la Reina y en hechicero, Rothbart se mueve movido por su ambición de reinar, de ahí su animadversión por el Príncipe Sigfrido; sin embargo, revelará al final un inesperado amor por Odette que le llevará a la desesperación cuando ésta se suicide arrojándose al lago. Además, Scarlett decide situar la acción en los finales del siglo XIX, con referencias a la época victoriana e incluso a la de la preguerra de 1914 en el vestuario, que firma el veterano y respetado diseñador John McFarlane. El despliegue en el primer y tercer acto (sobre todo en este) es deslumbrante. También lo es la escenografía, que firma el propio McFarlane, especialmente la del tercer acto, majestuosa presidida por una gran escalinata semioculta por un señorial telón y que recibió el aplauso espontáneo del publico al abrirse el telón. También los recibió Koen Kessels, que dirigió a la Orquesta de la Royal Ópera House con sabiduría. El Covent Garden es un escenario de una extraordinaria nobleza, y el estreno del jueves, tanto sobre el escenario como en el patio de butacas, desprendía ese halo. Entre el público, porque demostró sabiduría, tradición y respeto. Sobre las tablas, porque la compañía demostró un poso, un porte, que son producto de muchos años de trabajo en la misma dirección, algo que en España no ocurre. Solo así se puede lograr esa unidad estilística, esa convicción, esa interpretación desprovista de acentos, que es marca de la casa y que le ha dado al Royal Ballet (sacudido para bien en los últimos años) el prestigio del que ahora goza. Eso y, naturalmente, unos bailarines como los que protagonizaron el estreno del Lago

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