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ABC CORDOBA 27-04-2018 página 14
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14 OPINIÓN POSTALES PUEBLA VIERNES, 27 DE ABRIL DE 2018 abc. es opinion ABC JOSÉ MARÍA CARRASCAL ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? ¿Se trata de un caso individual o de una crisis del sistema? Sospecho que ambas cosas UCHIR Sharma se preguntaba ayer en el New York Times si la famosa frase de Clinton al ayudante que le venía con la política ¡Es la economía, idiota! no es ya historia. Y ponía como ejemplos Alemania y Estados Unidos, que han dejado atrás la crisis de 2008, pero siguen teniendo problemas sociales y políticos. Podría haber añadido España, donde más se nota. Sólo una oposición como la nuestra, incapaz de superar sus prejuicios ideológicos, se atreve a decir que no estamos saliendo del foso en que nos dejaron esos prejuicios, llegando a negar el presidente y su ministro de Economía la existencia de la crisis. Sin embargo, el Gobierno que lo ha conseguido se hunde en las encuestas. Soy el primero en desconfiar de éstas, pero que muestran una tendencia es evidente, y las cosas no se presentan nada bien para el PP en las próximas elecciones, lo que explica la renuencia de Rajoy a convocarlas. Pero no menos cierto es que la oposición está pasando un mal momento. La izquierda atraviesa de punta a punta una crisis de liderato y de identidad que la ha puesto en riesgo de desaparecer en otros países. En cuanto a los nacionalistas, ¿qué voy a decirles que no sepan? Se han ganado el desprecio de buena parte de los españoles con sus mentiras, egoísmo, tapujos y batallas internas que hacen daño a todos, empezando por ellos mismos. Ciudadanos, sí, crece, incluso como la espuma. Aunque ¿no será que bajan los demás? Ello le permite ganar en las encuestas, pero su equilibrio entre izquierda y derecha crea dudas sobre su prueba del ácido: gobernar. ¿Será capaz de ganar unas elecciones con los garbanzos en juego? Lo que nos devuelve al punto de partida: ¿qué diablos está pasando? ¿Se trata de un caso individual o de una crisis del sistema? Sospecho que ambas cosas. Hemos superado la crisis económica, pero en el proceso se ha roto algo fundamental: la confianza de los ciudadanos en sus representantes. Tanto Clinton como Rajoy eran marxistas sin saberlo: creían que la historia se movía por el vientre, a lo que se añade en Rajoy su lema el que resiste, gana La paciencia es una virtud, pero llevada al exceso puede ocurrir que se te pase el arroz. Y sin negar la enorme importancia que tiene la economía, no lo es todo. Es más: cuando la economía empieza a ir bien, la gente quiere más: quiere libertad, oportunidades, honradez, ilusiones, incluso los cinco minutos de fama que Woody Allen pide para todos. Es el drama del marxismo- comunismo: creer que todo se resuelve llenando el estómago. Y resulta que ni siquiera puede llenarlo. O que, si lo llena, piden otras cosas. Rajoy también creyó que la economía era no sólo el problema más importante de España, sino también el único. Acertó en lo primero, se equivocó en lo segundo. Democracia es más que economía, por eso es superior a los sistemas marxistas. Intentaré explicárselo el martes, en mi próxima Tercera. R MONTECASSINO HERMANN CRÍMENES HUMANITARIOS La superioridad moral de la izquierda justifica cada vez más la violación de las leyes E N la Oficina Federal para Migración y Refugiados en la ciudad alemana de Bremen ha estallado un escándalo colosal. La anterior jefa de este departamento federal concedió al menos 2.000 certificados injustificados de asilo político, permiso de residencia y cuantiosa ayuda social a otros tantos inmigrantes indocumentados. Otorgó las documentaciones de forma clandestina y sin controles ni otros trámites. El ministro del Interior, Horst Seehofer, ha anunciado una comisión de investigación. No está claro que la acusada recibiera contraprestaciones de mafias ni que exigiera dinero a los beneficiados. Es más, parece probable que Ulrike B. actuara por humanitarismo Surge así un nuevo caso de la plaga que lentamente abre grietas en los cimientos de la sociedad occidental: el delito, el crimen con fines humanitarios. Probos ciudadanos y leales funcionarios deciden delinquir por una causa que ellos consideran buena y moralmente superior a las leyes de su patria u otras. La superioridad moral justifica la violación de las leyes. Siempre hubo funcionarios desleales por causas ideológicas. Pero nunca ha habido tantos europeos como hoy que creyeran que sus buenas intenciones les eximen de cumplir leyes. El auge del humanitarismo es un complejo fenómeno cultural de las sociedades desarrolladas modernas. Alimentado por un complejo de culpabilidad histórica y mala conciencia por su mayor bienestar en un mundo cuyas desgracias se comparten de forma permanente e inmediata. Dicho humanitarismo favorece un sesgo ideológico que la izquierda ha convertido en un instrumento de implacable y brutal eficacia en la lucha política. Con el humanitarismo como baluarte y el sentimiento como suprema motivación mantiene una permanente competencia entre individuos y grupos por demostrar mayor compasión con tragedias ajenas, mayor empatía con grupos desfavorecidos, mayor sensibilidad frente al dolor ajeno. Gran ejemplo es el primer ministro canadiense Trudeau, que llora por los gais y por los delfines, por tribus ignotas o por los niños bolivianos. Trudeau abrió sus fronteras a quienes huyeran de Trump. Angela Merkel también permitió la entrada incontrolada a muchos que no cumplían las condiciones, violando leyes alemanas y europeas. En la crisis desde 2015, el único que cumplió la ley fue el húngaro Viktor Orban. Le cayó encima toda la ira política y mediática. Todos aplaudieron a Merkel. Hoy han olvidado a los refugiados y a esos alemanes, los más pobres, a los que aquello cambió la vida drásticamente para mal. Si los gobernantes violan las leyes para agitar los sentimientos y demostrar ser mejores que otros, a nadie debe extrañar que surjan por doquier los robinhood del mundo globalizado, héroes humanitarios dispuestos a despreciar toda ley para ayudar al débil Servidores públicos y ONG no se limitan a socorrer a náufragos sino se vuelcan al tráfico de inmigrantes, periodistas actúan de agitadores en campos de refugiados. En España hoy, por desgracia esa plaga se multiplica por una tradición de tolerancia abusiva surgida del complejo antiautoritario tras la dictadura. Hoy ya genera la sistemática exigencia de impunidad para toda transgresión, menos las que imponga la propia hegemonía ideológica izquierdista. La extrema izquierda y el separatismo hace mucho ya que públicamente rechazan e ignoran, luego violan, todas las leyes que les importunen, como dijo abiertamente la hoy alcaldesa de Barcelona. Como rechazan toda sentencia que no les guste hasta el punto de la coacción sistemática y el linchamiento mediático de los jueces. La permanente subversión de las leyes, con pretensiones humanitarias o liberadoras, de los peores lastres de la agónica socialdemocracia, es una inmensa amenaza para el Estado de Derecho y la libertad en Europa.

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