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ABC CORDOBA 09-04-2018 página 15
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ABC LUNES, 9 DE ABRIL DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 HORIZONTE UNA RAYA EN EL AGUA RAMÓN PÉREZ- MAURA VIVIR AL MARGEN DE LA REALIDAD La única posibilidad que le queda a Cifuentes es un tribunal del que hayan fallecido todos sus componentes LGUNOS no hemos necesitado del máster de Cristina Cifuentes para estar seguros, desde hace muchos años, que algún día esta mujer sería un problema para el Partido Popular. Ya cuando se anunció su candidatura a la Presidencia de la Comunidad de Madrid en 2015 Cifuentes no tuvo inconveniente en explicar que ella era partidaria del aborto y republicana. Que debe de ser el perfil de votante que ella cree que es la base electoral del PP. El 17 de marzo de 2016 hizo que su partido apoyase en la Asamblea de Madrid una iniciativa para promover la regulación de la gestación subrogada. Iniciativa verdaderamente notable considerando que la Comunidad de Madrid no tiene competencias en la materia. A nadie pudo sorprender que hubiera tres diputados de las filas de Cifuentes que se negaran a apoyar la iniciativa por razones de conciencia. Pero la conciencia es algo que para Cifuentes sólo puede invocarse cuando le interesa a ella. Aquellos diputados fueron calificados desde la dirección de su grupo parlamentario como mojigatos En el PP de Cifuentes no hay cabida para las cuestiones de conciencia. Y esta misma Cifuentes es la que hace poco más de un año organizó el teatro de unas falsas primarias en las que no bastaba con ser afiliado al PP madrileño para poder votar y en las que no se en- A vió una carta a todos los afiliados del partido informándoles de que había la posibilidad de participar en la elección de quien presidiera la formación. Esa es la democracia de Cifuentes. Podríamos seguir con otros ejemplos, pero creo que estos son bastante ilustrativos del tipo de personalidad política que es Cristina Cifuentes. A todo eso se ha sumado ahora el caso del máster en el que se veía venir el descalabro desde que el primer día Cifuentes se hizo un selfie derrochando chulería y diciendo que ella no se iba. La actitud ese día ya era insoportable para su propio electorado. ¿De verdad hay alguien en el PP que se crea que Cifuentes hizo un máster? ¿Ésta es la dirigente que se permitía dar lecciones de ética, moral y pulcritud a sus compañeros de filas? ¿Puede haber una sola persona en ese partido que crea que la presidenta de la formación en Madrid no ha mentido? Un máster en el que nunca la vio nadie ni nadie la examinó a pesar de que ella dice que hizo el examen. La única posibilidad que le va quedando a Cifuentes para tener una coartada es conseguir armar un supuesto tribunal cuyos integrantes hayan fallecido todos. No me negarán que es inverosímil haber defendido su trabajo de fin de máster con un expediente en el que por error, claro ponía que no se había presentado a dos asignaturas. Sería un error administrativo, pero tendría que haberse corregido antes de presentarse al examen en el que nadie la vio, no dos años después. Hace lustros que el PP tiene problemas para conseguir el voto de los jóvenes. ¿Se dan cuenta del daño que les está causando Cifuentes entre los universitarios que en estos días están preparando su trabajo de fin de carrera o de fin de máster. Un trabajo que en el caso de los másteres es habilitante para poder practicar sus profesiones. No como en el caso del título de la todavía presidenta regional. La imagen de Cifuentes en Sevilla este fin de semana, recibiendo una ovación en pie de los participantes en la convención, es especialmente grave para el PP. Porque demuestra vivir al margen de la realidad. Éste no es el falso escándalo de los trajes de Camps. Y a Camps se lo quitaron de encima siendo inocente y sin esperar a la actuación de la Justicia a la que tanto invocan ahora. IGNACIO CAMACHO LA CARRERA ESTÁTICA La cinta de correr al ritmo de Rajoy era una involuntaria metáfora: el PP se mueve, se esfuerza, pero no avanza N Sevilla, la capital de los ERE, con una macrocausa en marcha donde esta semana tendrán que declarar Griñán y Chaves, la convención nacional del PP pasó sin menciones relevantes al escándalo que enjuicia treinta y cinco años de régimen. Hay elecciones andaluzas en el horizonte, quizá para otoño, pero el partido parece enfrascado en preocupaciones más urgentes. Sobre todo el mastergate de Cristina Cifuentes, capaz de eclipsar hasta a Puigdemont en una cita convocada para infundir energía anímica en un momento de moral débil. Los populares se sienten atacados por tantos flancos que no acaban de identificar el adversario del que defenderse. Para fijar una prioridad de combate con la que reagrupar a sus huestes, Rajoy señaló ayer de modo inequívoco a Ciudadanos, rival que le disputa los votos del centro- derecha y aliado que le da oxígeno de forma intermitente. Pero la batalla de Andalucía, decisiva en el ciclo electoral que viene, estuvo ausente del debate a pesar del significado simbólico de la sede. Muchos asistentes se quejaban en los pasillos del doble rasero de opinión pública que magnifica los escándalos peperos y minusvalora el de la financiación irregular de Valencia o el de los propios ERE. Sin embargo, nadie les dio allí mismo la importancia que según ellos merecen. No había otro tema de conversación que Cifuentes. Llegó Rajoy el sábado y se le abalanzaron los periodistas preguntándole por Cifuentes. Entró Cospedal y la primera cuestión fue sobre Cifuentes. Apareció Feijóo... y le interpelaron por Cifuentes. Pasó Soraya: Cifuentes. Alcaldes de provincias: Cifuentes. Eurodiputados: Cifuentes. En el bar, en los almuerzos y cenas, en la hora indecisa de los gintonics, hasta en la cola de los taxis, era un asunto unívoco, omnipresente. Que si debía de haberse ausentado, que si se había cargado el evento, que si nada más llegar se lanzó por la foto de un abrazo con el presidente. Cifuentes, Cifuentes, Cifuentes. Hemos tirado un millón de euros, esto no ha servido para nada sentencia un parlamentario sumido en la desconfianza. Ni siquiera sabemos cuánto tiempo va a seguir Rajoy apoyándola La impresión generalizada es que el líder terminará por dejarla caer en uno de sus gestos de frialdad pragmática. Pero sobre todo, primaba una sensación patente de tiempo perdido, de ocasión malgastada. Al fondo, por encima de las arengas de compromiso y de las buenas palabras, un desasosiego inexcusable ante la amenaza naranja. A muchos de los que estamos aquí ya nos han tocado para irnos con ellos. De momento la gente resiste pero si palmamos en Madrid, adiós: desbandada Como parte del atrezo escénico había dos cintas de correr para invitar a los participantes a seguir el ritmo de Rajoy en sus caminatas. No estaba mal como metáfora del actual PP: una carrera estática en la que el corredor se mueve y se esfuerza pero no avanza. E JM NIETO Fe de ratas

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