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ABC CORDOBA 24-03-2018 página 5
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ABC CORDOBA 24-03-2018 página 5

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ABC SÁBADO, 24 DE MARZO DE 2018 abc. es ENFOQUE 5 El juez Llarena, ayer, a su llegada al Tribunal Supremo ÓSCAR DEL POZO Prisión incondicional para los golpistas El juez espejo SALVADOR SOSTRES El juez Llarena es el espejo del independentismo. Ni siquiera su implacable juez, sino simplemente el retrato paciente y lento de los protagonistas del proceso más grotesco que ha vivido nuestra democracia desde su restauración, incluyendo el golpe de Tejero. El juez Llarena no se ha explayado en metáforas ni hipérboles: simplemente ha puesto en orden las piezas de lo sucedido y ha confrontado a cada líder con sus responsabilidades: a cada héroe con su delito, a cada desafío con su castigo. Ha sido un trabajo minucioso, laborioso, muy entretenido; y la seriedad y por lo tanto el tiempo que Pablo Llarena ha necesitado para llevarlo a cabo, en demasiadas ocasiones ha sido tomado como una muestra de desinterés, de pasividad o de indolencia. Pero finalmente el auto ha llegado y el independentismo se ha dado cuenta del tremendo y trágico error que ha sido desafiar a un Estado en broma, no para ganarle sino para forzarle a negociar y quién sabe qué otras majaderías, como las de los supuestos mediadores internacionales que tenían que venir a apretarle las tuercas a España. El independentismo, en definitiva, se ha dado cuenta de lo que es un Estado, y en la misma medida, de lo que ellos no son ni están preparados para ser por falta de fuerza intelectual, mental, física y moral, así como por su total incapacidad para interiorizar que la libertad no existe si no va ligada a la responsabilidad de cada uno de tus actos. Es inútil que los independentistas encarcelados o fugados, o la turba amontonada, se dediquen a insultar al juez Llarena. Porque el insulto está en ellos, y es una fotografía, y no una venganza, su auto de procesamiento. Hasta que el independentismo no entienda que como mínimo de momento su drama no son los jueces, ni la Policía, ni el Gobierno, sino la mediocre farsa de sus líderes, sus engaños, su torpeza, su ignorancia absoluta de lo que España es y representa, vivirán en la penumbra, en la angustia y en la derrota permanente, porque los incapaces siempre pierden. Mientras el independentismo prefiera el victimismo a la autoexigencia, Cataluña seguirá siendo una molestia eso es verdad pero sobre todo para ellos y, además, inevitablemente estéril. Lo más duro del auto de procesamiento del juez Llarena no son los delitos que imputa ni las penas que llevan asociadas, sino el retrato de una Cataluña que si ha podido ser engañada es porque ha suplicado ser engañada, que si ha acabado rota es porque ha preferido romperse a aceptar la verdad, asumirla, administrarla y tratar de mejorarla. Lo más duro de cuanto ha escrito el juez sobre los líderes independentistas es lo poco que en un Estado democrático y libre como España basta para estar cerca de hacer saltar por los aires los más elementales cimientos de nuestra convivencia. En verdad, Pablo Llarena no ha mandado a nadie a la cárcel, ni a Suiza, ni a Bruselas. Simplemente se ha puesto ante cada líder del enredo sosteniendo con sus dos manos un espejo. Y el reflejo ha hecho el resto. ESPAÑA

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