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ABC CORDOBA 23-03-2018 página 17
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  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC VIERNES, 23 DE MARZO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 17 PUERTA GIRATORIA VIC NATI GAVIRA COMITÉS Y PANCARTAS La Junta exporta como memoria de sus propias pancartas órganos que luego es incapaz de sostener S PERDONEN LAS MOLESTIAS flotación de la lógica y también, digámoslo abiertamente, de la lengua española. Porque vamos a ver: si usted abre el Diccionario de la Real Academia por la acepción número 3 del vocablo avenida se encontrará con la siguiente definición: Vía ancha, a veces con árboles en los lados Lo primero, depende. Lo segundo, que venga el mismísimo presidente de la RAE con dos bemoles. Pero que venga andando. En la vida hay urbanistas buenos y urbanistas regulares. Y luego está el señor que perpetró la Avenida de las Ollerías. Un sádico peleado con el planeta que se entretuvo un día de borrasca en engendrar la calle más intransitable del mundo. Que ya es delito. Y le salió este potro de tortura para gente taciturna y sin esperanza. Víctimas, en definitiva, del urbanismo depredador que deconstruye y desintegra. Si la ciudad es la unidad mínima de felicidad, que lo es, esta arteria esclerótica es la antesala del averno. Solo hay que contemplarla desde la perspectiva cenital del Google Maps para certificar que nos encontramos ante la apoteosis del antiespacio. El delirio del protocaos. El reverso de la habitabilidad. Porque la Avenida de las Ollerías es la anticiudad. La antimateria urbana. El eslabón perdido del desarrollismo, que se congeló en el tiempo y ha venido hasta nuestros días para advertirnos de los riesgos del futuro. Entretanto, el Ayuntamiento ha vuelto a desempolvar el viejo proyecto de Ronda de los Tejares para restringir el tráfico y calmar el centro urbano. Un sueño que viene y que va al modo en que las olas del océano acarician la arena blanca cada vez que se acercan los comicios municipales. Desde ese punto de vista, nada nuevo bajo el sol. El plan contempla limitar la circulación del vehículo privado en el corredor que conecta el Paseo de la Victoria, Ronda de los Tejares, Plaza de Colón y (bendito sea) Avenida de las Ollerías. El flujo motorizado se reconduciría, dicen los responsables de la cosa, a través del Vial Norte y la Avenida de América. No es la primera vez que nos endulzan la mañana con tortitas de leche y rosquillas de anís. Ni será la última. Atentos. ARISTÓTELES MORENO APOTEOSIS DEL ANTIESPACIO En la vida hay urbanistas buenos y urbanistas regulares. Y luego está el señor que perpetró la Avenida de las Ollerías L A Avenida de las Ollerías es, sin ningún género de dudas, el bodrio urbanístico más relevante de Córdoba. Un antimodelo de displanificación urbana que ha dado como resultado una cagada arquitectónica de libro. Desde la Torre de la Malmuerta hasta la Ronda del Marrubial se suceden los desatinos, uno detrás de otro, sin solución de continuidad. Con la honrosa excepción (todo hay que decirlo) del oasis del Chimeneón, también conocida como Plaza de la Flor del Olivo, que insufla un balón de oxígeno al asfixiante desafuero de tráfico y ruido de la citada calle. El resto es un monumento al despropósito. Una vía de cinco carriles, con un acerado de risa, atropellado por un aparcamiento en batería que obliga a los peatones a caminar de perfil o a dimitir del empeño. Parte del pavimento discurre en galería bajo las moles de ladrillo con el indisimulado objetivo de que los viandantes transiten emparedados entre el cemento y el anhídrido carbónico. En cierto modo, podríamos decir que Ollerías es un desfiladero urbano. Una angostura inexplicable diseñada previsiblemente por un misántropo en una mala tarde de invierno. La avenida es un tiro mortal contra el peatón. Es decir: contra la vida. Un ataque en la línea de i eres funcionario de carrera o sindicalista y te colocan el extra de tener que participar en cualquier comité la cosa se te complica, ya sabemos que la carga laboral puede ser inasumible y una nueva adscripción, insoportable. Pero, si este comité se crea para discernir e investigar los casos de acoso sexual y laboral que se denuncien en la administración general, la relación con este ente puede señalarte la puerta de salida a modo de concurso de traslado porque, sin duda, la pertenencia a este órgano ni retiene, ni promociona en las delegaciones provinciales de la Junta de las que depende. Un comité creado para confiscar la persecución de tu propio jefe hacia otro compañero hasta convertirse en acoso laboral requiere redaños y me temo que una independencia extrema de la que no todos pueden presumir, algo entendible en una administración autónoma que no siempre premia la excelencia y desde luego no persigue la mediocridad. Es entendible que el desarrollo de esta labor de vigilancia no recaiga en un trabajador público sin formación para el cometido porque es así como la noble función de velar por un clima laboral sin acoso sexual y laboral ha saltado por los aires en Córdoba, donde no queda ni rastro de este órgano interno. A merced de concursos de traslado, horas de liberación sindical y enfermedad común ha quedado la cosa hasta su parálisis desde hace meses. Esta suerte de observatorio orientado a la denuncia para que la Junta sea vigía de las conquistas laborales de las mujeres está inactivo por la rotación del personal que lo integra y la compleja sustitución de efectivos, parece. El comité contra el acoso sexual, nombre que sugiere urgencia y vigilancia, está vacío y sin personal, parado e inerte. Nadie del staff político parece tener redaños para reactivarlo como entidad que garantice la igualdad laboral; esgrimen movilidad funcionarial y desgaste sindical. Lo que se construyó como garante, como símbolo de compromiso por la igualdad, es una entelequia, uno de estas construcciones mentales que la Junta de Andalucía exporta como memoria de sus propias pancartas reivindicativas y después es incapaz de sostener. Sin embargo, siguen agarrando la pancarta con la altivez de haber cumplido con la causa de la igualdad y la soberbia de considerarse intachables en cualquiera de los cometidos que expongan la palabra mujer; mientras, bajo la alfombra, esconden muchas de sus deficiencias y sus ineficaces medidas prácticas. Todo lo que asoma a una pancarta contiene un reclamo y una denuncia, proclamas a la que las políticas locales adscritas al gobierno del PSOE en cada una de sus modalidades, se suman sin pestañear, porque las entienden siempre contra otros y no se sienten interpeladas por sus propias obligaciones. Así ocurre en muchos de los casos en que se toma la calle, cuando los protagonistas esconden su hipocresía e inacción flagrante.

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