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ABC CORDOBA 20-03-2018 página 15
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ABC CORDOBA 20-03-2018 página 15

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ABC MARTES, 20 DE MARZO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 MONTECASSINO UNA RAYA EN EL AGUA HERMANN LA GESTA DE DOS COLOMBIANOS Premio Villacisneros para Pastrana y Uribe por derrotar a los apaciguadores del terror D OS expresidentes de Colombia, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, reciben hoy en Madrid el IV Premio Villacisneros que otorga la fundación española del mismo nombre. Lo reciben por haber dado al mundo un ejemplo histórico y permanente de dignidad personal y política y coraje democrático, de firmeza moral y defensa de las víctimas del terrorismo. Pastrana y Uribe, dos hombres muy diferentes de trayectoria y talante, han demostrado que el patriotismo y la voluntad de defensa de la verdad, la democracia y la libertad pueden mover montañas. Ellos se unieron para hacer frente a una gran operación política de apaciguamiento del crimen mediante la concesión y la entrega del poder a las fuerzas terroristas comunistas que llevan medio siglo torturando a la democracia de Colombia, las FARC. Como todas las guerrillas terroristas en Iberoamerica, las FARC fueron una creación cubana y soviética. Hoy son una gran banda criminal que dirige el mayor cartel de tráfico de cocaína del mundo. Sigue intacta su dependencia de Cuba y ambos son parte del siniestro Foro de Sao Paulo que el movimiento comunista creó tras el ocaso de la URSS. Están allí los estados del socialismo del siglo XXI proyecto de expansión totalitaria de Fidel Castro, cuyo mejor mentor fue Hugo Chávez. Además de sus instituciones y órganos civiles, militares y policiales, multinacionales legales, organismos de cooperación regional, redes criminales, organizaciones terroristas y grandes carteles del narcotráfico forman una inmensa red que extiende sus tentáculos legales, ilegales y políticos por EE. UU. África, Oriente Medio y Europa. Con el mal llamado Acuerdo de Paz orquestado por el presidente Juan Manuel Santos, por Fidel Castro y sus peones de las FARC, se elaboró una hoja de ruta para, so pretexto de una paz entre dos partes iguales que jamás hubo, premiar a los terroristas con impunidad total y grandes parcelas de poder en el estado. Y darles una inmensa plataforma de expansión del negocio del narcotráfico con sus cómplices del régimen venezolano y los carteles mexicanos. El plan otorgaba a las FARC una victoria que jamás obtuvieron. Con su retórica socialdemócrata y relativista, los partidarios de la trampa cubana obtuvieron el apoyo de casi todo el mundo. Ahí estaban desde Cristina Kirchner y Morales con Obama, el Papa Francisco, Maduro y los carteles de Sinaloa. También la Unión Europea con sus izquierdistas como Federica Mogherini y apaciguadores con una visión de superioridad racista, romántica y mendaz de la América hispana. Y Correa con Putin e Hizbolá y los ayatolas de Irán, con toda la izquierda europea y los políticos españoles con poca excepción. Y Zapatero, el lacayo de Maduro, al que nadie se refiere allí ya sin desprecio. Todos los ansiosos de armonía para el negocio por falsaria que sea y los medios de propaganda y grupos de interés del Foro de Sao Paulo y sus fondos ilimitados del narcotráfico, del petróleo y las multinacionales. Todos a favor del plan de Santos. Al que Noruega preparaba el Premio Nobel de la Paz. Y pasó lo increíble. El pueblo de Colombia dio un ejemplo al mundo de dignidad, carácter y coraje. La mayoría votó con Pastrana y Uribe contra el plan que premiaba a los terroristas por serlo. Santos violó la voluntad popular con apaños en el Parlamento. Pero solo ha conseguido hundirse. En mayo habrá elecciones. Y la Colombia valiente puede vencer a todos los proyectos izquierdistas que apestan todos a miseria y muerte venezolanas. En España, tan necesitada de ejemplos de coraje para vencer a traiciones, la Fundación Villacisneros ha querido rendir homenaje a Uribe y Pastrana, dos políticos que, cuando ya habían dejado atrás su carrera política, se unieron por patriotismo, dignidad y conciencia de la amenaza. Y en una gran gesta ganaron la batalla. IGNACIO CAMACHO QUERCUS El logo de la encina es un autorretrato del marianismo. Un árbol oscuro y sufrido, achaparrado en el paisaje político U JM NIETO Fe de ratas NA encina. Quercus ílex: un árbol recio, corriente, oscuro (ceniciento, decía Machado) adusto, sufrido. El árbol común de la España profunda: ése es, pasado por un retoque estilizado de diseño azul y como diamantino, el nuevo ideograma del marianismo. Así se ve o se quiere ver el PP a sí mismo, arraigado al terreno, resistente, adaptadizo, aunque sin esbeltez ni gracia, monótono, agrario, anodino. Hay una manifiesta confesión de parte en la elección del nuevo símbolo, un reconocimiento sobrentendido de que en las virtudes que resalta están implícitos también los defectos del veterano partido. Una organización que se sabe parte del paisaje político, implantada en todo el territorio y dotada de un sentido de resistencia superlativo, pero carente de encanto, de carisma y de hechizo. Un valor estable, clásico, consistente, equilibrado y al mismo tiempo rutinario, convencional y sin brillo. Eso representa el nuevo logotipo: la autoafirmación, en tiempos de zozobra, de una identidad orgullosa de su conservadurismo. Hace tiempo que los populares trataban de distanciarse de la gaviota, que entre escándalos de corrupción connotaba en exceso su desagradable afición carroñera. La han ido reduciendo, depurando, abstrayendo hasta una especie de etérea virgulilla circunfleja. Y ahora con la encina, la carrasca aragonesa, el árbol del páramo castellano y de la dehesa bellotera extremeña, del bosque mediterráneo y de las faldas de Sierra Morena, el PP se representa como una opción refugio de las clases medias. Con un inevitable guiño a su fuerte asentamiento en las zonas rurales, donde conserva graneros de voto entre una población madura y refractaria a las tentaciones aventureras. Una cierta España analógica, tradicional, sedentaria, aplomada, razonablemente transigente con las imperfecciones del sistema, desconfiada de la volatilidad caprichosa de la sociedad posmoderna. Ése es, también entre las capas más adultas del medio urbano, el bastión electoral en que el Gobierno se parapeta; si le falla, si cede al eco de los cantos de sirena, si la madera de ese ramaje sociológico se pudre por la plaga de una seca, habrá caído su última línea de defensa. En la unamuniana España de los encinares reales y metafóricos donde los siglos resbalan con sosiego lejos de las tormentas de la Historia se decide en los próximos meses la composición política del centro- derecha. Con ese autorretrato arbóreo, Rajoy ha formulado toda una declaración de propósitos e intenciones. Ha mandado adaptar a la botánica ibérica el emblema tory del roble para advertir que piensa aguantar chaparrones, tormentas, nevadas y calores. Y al esconder la gaviota, o el charrán, liquida la referencia visual del aznarismo para mostrarse a su estilo, blindado en sus convicciones, encepado en sus raíces y achaparrado frente al viento adverso como la coscoja en el monte.

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