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ABC CORDOBA 05-03-2018 página 14
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14 OPINIÓN CAMBIO DE GUARDIA PUEBLA LUNES, 5 DE MARZO DE 2018 abc. es opinion ABC GABRIEL ALBIAC LO QUE PERVIVE Trevijano fue un esteta. Ante todo. En rigor, sólo la estética salva a la política S CRIPTA manent: permanece lo escrito. Pasado el tiempo de las palabras, de la política que es su barata ceniza, de Antonio García Trevijano quedará lo esencial: lo que escribió. Para mí, dos libros ante todo. A distancia sideral de la bibliografía española en los tan distantes campos en los que cada uno de ellos oficia: Teoría pura de la República y, sobre todo, Ateísmo estético Muchos van a hablar ahora del primero. Que así sea. Mejor, aunque llegue tarde, que ese cúmulo de conocimientos históricos y políticos ejerza el ascendiente que merece: el que le fue negado en vida del autor, como tan común es en esta dura patria nuestra. No obstante, hay riesgo de orillar el otro libro: ¿a quién, en este tiempo oscuro, va a ocurrírsele perder su valioso tiempo en los frágiles encajes que construye el arte? Pero, si yo aprecié tanto a Trevijano en vida, fue sobre todo por eso que su Ateísmo estético disecciona: que en la relación con el arte se cifra lo más precioso de una vida humana. Y que ningún hombre que ignore eso podrá siquiera plantearse la dura paradoja de ser libre. Trevijano fue un esteta. Ante todo. En política también. Como en todo. En rigor, sólo la estética salva a la política: por eso son tan raros los políticos decentes. Y fuerza a entender algo que, desde Platón, debiéramos saber: que lo bello y el bien son lo mismo, que si no crece el nivel de moralidad común, no hay progreso en la cultura ni en la civilización... Si Degas, Cézanne, Matisse condenaron en vida a los vividores del arte, los espíritus jóvenes deben oponerse, por orgullo de la tradición artística, al ateísmo estético del arte modernitario y a las expresiones farsantes de lo bello. Pues la juventud consiste en permanecer cercanos a las fuentes de la vida, en zambullirse en lo elemental, para sublevarse, con las espaldas mojadas de naturaleza, contra los artificios que intentan disimular la decadencia de aquellos instintos donde está la génesis del arte Encerrado en el sosiego del museo privado que fue su hogar, García Trevijano podía cada jornada recordarnos a todos aunque tan pocos supieran escucharlo que toda reflexión sobre la belleza que no derive de los placeres brindados al espíritu por las hermosuras y tenebrosidades de la Naturaleza o de las obras artísticas no pasa de ser una abstracción indiferente a las necesidades espirituales de la vida Que no hay paraísos fáciles, que la belleza premia sólo una ascesis, una entrega en la cual nada guarda el artista para sí mismo. Ni el Donatello ni el Miguel Ángel o el Leonardo a quienes Antonio García Trevijano amó tan desmedidamente aceptaron jamás ser otra cosa que siervos de esa diosa suprema y despótica que era su maestría, el arte al cual lo habían sacrificado todo. Es la lección más sabia: una estética rigurosa resulta ser el único territorio digno de la ética. Olvidaremos a los políticos muy pronto. Todos sus debates nos darán risa. Quedarán los libros. Sólo. Éste de Trevijano. Scripta manent. EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA EL ASPIRANTE ORDÓÑEZ Ojalá el pueblo colombiano sepa distinguir a su verdadero defensor N apenas unos días se celebra en Colombia, coincidiendo con sus elecciones legislativas, una curiosa consulta popular a través de la cual los colombianos tendrán la oportunidad de escoger entre diversos aspirantes los candidatos que disputarán la carrera presidencial. Entre tales aspirantes se cuenta Alejandro Ordóñez, que concurre en una terna conservadora con representantes de las familias uribista y pastranista. A Alejandro Ordóñez tuve ocasión de tratarlo hace un par de años, coincidiendo con una invitación que me cursó la Universidad Católica de Bogotá; y así conocí su temperamento hospitalario y afable, en la mejor tradición de los pueblos hispánicos. Ahora se habla mucho de outsiders en la política; y se pone esta medalla a cualquier fulano que se presenta a unas elecciones sin el aval de los viejos partidos. Pero uno empieza a rascar en el outsider de marras y enseguida se encuentra con un millonetis que ha asfaltado su ascenso con billetes, o bien con un pipiolo fotogénico aupado por los medios de adoctrinamiento de masas; y lo mismo el millonetis que el pipiolo acaban enseñando la patita y delatándose como unos obedientes lacayos del mundialismo. Por supuesto, apenas alcanzan el poder, estos outsiders de pacotilla entregan la dignidad nacional al dinero apátrida y promocionan los derechos de bragueta (que son la gallofa que se arroja E a los pueblos sometidos, mientras el dinero apátrida los saquea) Pero aquel Alejandro Ordóñez era un outsider auténtico. No era ningún millonetis que hubiese asfaltado su triunfo político con billetes ni tampoco un figurín exaltado por la prensa. Hijo de una familia menestral, Ordóñez hizo carrera académica y judicial gracias a que apretó mucho los codos, hasta lograr presidir tribunales y consejos de Estado, hasta ser incluso nombrado Procurador General de la Nación, una magistratura que en España no existe, algo así como una mezcla entre Fiscal General del Estado y Defensor del Pueblo, con capacidad para investigar, sancionar o suspender a funcionarios corruptos y gobernantes prevaricadores. Al frente de esta Procuraduría, Ordóñez se probó como un auténtico outsider, dedicándose a hacer exactamente lo contrario de lo que el mundialismo exige a sus lacayos. Inhabilitó a representantes de todos los partidos, cada vez que los sorprendió dedicándose a la rapiña o en connivencia con el narcotráfico; se resistió a la promoción de los derechos de bragueta; y denunció los enjuagues de Juan Manuel Santos, lacayo máximo del mundialismo, oponiéndose a su paz oprobiosa con la guerrilla terrorista, que el pueblo colombiano rechazó mayoritariamente en un referéndum (aunque Santos, por supuesto, se pasó por el forro de los cojones técnicamente llamado escroto el resultado del referéndum, siempre atento a satisfacer los intereses del dinero apátrida) Por supuesto, toda esta labor valerosa en defensa de la familia y la dignidad nacional la pagó Alejandro Ordóñez con sucesivas y cada vez enconadas campañas de desprestigio, hasta que finalmente lograron despojarlo de su cargo de Procurador General. Pero Ordóñez, además de outsider, tiene una resistencia sobrehumana (tal vez porque tiene Quien le proteja) y ha logrado colarse en esta terna conservadora. Lo veo en las fotos recorriendo todos los rincones de Colombia en mangas de camisa y con unos tirantes que le dan un aspecto menestral y honrado. Ojalá el pueblo colombiano sepa distinguir a su verdadero defensor. Pues, como dijo otro hombre también menestral y honrado, los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas.

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