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ABC CORDOBA 20-02-2018 página 17
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ABC CORDOBA 20-02-2018 página 17

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC MARTES, 20 DE FEBRERO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 17 VIC DESDE MI RINCÓN JOSÉ LUQUE VELASCO BASTA DE SILENCIOS Siendo tolerantes con los demás, perdamos el miedo a defender con energía y en libertad nuestras creencias y opinión I PASAR EL RATO ta socialdemócrata. Pero el áspid insidioso del franquismo terminal acechaba entre las flores del libro de familia ambrosiano. Y picóle. Y dejóle un terremoto en la memoria. Día de la caída: 18 de julio. Lugar: Hospital Francisco Franco. Los biógrafos no dicen, por piedad, si el perverso director del hospital hizo sonar durante el parto las notas del Cara al sol Al conocerse la dramática noticia de fecha y centro, se hizo en el socialismo cordobés un silencio de memoria democrática vulnerada. Un silencio apocalíptico, Como de media hora. Coincidiendo con el último combate librado por el Ayuntamiento de Córdoba contra el general Franco, la alcaldesa decidió aliviar ante el pueblo su alma atormentada. Nuestra Isabel ha confesado que se siente víctima del franquismo por nacer un 18 de julio en Madrid, en un hospital llamado Francisco Franco Al general Franco le está pasando como al Cid. No hay manera de olvidarlo, que es una forma de ganar batallas cuarenta y tantos años después de muerto. Cuánto dolor acumulado por la paciente alcaldesa. Y los cordobeses, a lo suyo. Ni el pésame. Gran mujer. La historia le debe una reparación. Si por uno fuera, que las quince calles que han perdido el nombre se le dediquen a ella. Calle de Isabel Ambrosio I, calle de Isabel Ambrosio II, y por ahí seguido, que decía el maestro Umbral, hasta llegar a la calle número quince. Y que se cree una comisión especial- -una comisión más, qué importa al mundo- -para estudiar el cambio de día y hospital de nacimiento de la alcaldesa. La comisión de la memoria ambrosiana. Si se le puede quitar a la Iglesia católica la Mezquita- Catedral para dársela a Mayor Zaragoza, con más motivo se le pueden cambiar unos datos al Registro Civil. Lo importante es que se sepa quién manda aquí, aunque sea por poco tiempo. Esta tragedia permite entender muchas cosas. Qué menos que la ciudad de Córdoba no haya podido mejorar bajo el mandato de esta dolorosa civil. Bastante mérito tiene que no haya empeorado ella, que se mantiene igual a sí misma. Lo que no debe tomarse necesariamente como un elogio. Vivió con un terrible secreto, escribirán los historiadores más rigurosos de la comisión. Y sin embargo, sonreía. JOSÉ JAVIER AMORÓS LA DOLOROSA Que las calles que han perdido el nombre se le dediquen a ella. Calle de Isabel Ambrosio I, calle de Isabel Ambrosio II... P asamos la vida ocupados en nuestro propio contento, sin reparar en el dolor que habita en la casa de enfrente. Sufre el viejo, llora el niño, se distancian los amantes. Y nosotros, abrazados a nuestro yo mezquino y trivial. Somos frívolos. Somos insensibles. Somos insustanciales. Gente sin corazón. Pasa la tragedia a nuestro lado, y la vemos alejarse, indiferentes, por un largo camino de veladores. Echa vino, montañés. 1970. Madrid. Una ciudad de dos millones de cadáveres. Se trata de un cálculo aproximado de cadáveres, teniendo en cuenta que cuando Dámaso Alonso publicó Hijos de la ira en 1944, Madrid era una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas) Un cielo de azul falangista enlutaba la ciudad. Espectros obedientes animaban las calles, uniformados con bolsas de El Corte Inglés. El calor del verano había secado sus lágrimas, y todos parecían tontamente felices. Ardía julio en la Castellana. Aunque casi consumida, la lucecita de El Pardo no se había apagado aún. Y en ese ambiente engañoso, falsamente festivo, los irreflexivos dioses de la izquierda hicieron caer sobre Madrid un clavel socialista cordobés. Caído se le ha un clavel. Era nuestra Isabel, Isabel, morena y cordobesa, con su mirlo debajo de la piel con la ele titilando al final del nombre, como una estrelli- niciaba la columna anterior diciendo que los refranes sobre silencios parecen estar escritos por políticos. Una mayoría recomienda callar. Algunos hechos confirman mi sospecha. Cuando el político encuentra obstáculos para mantener callada a la ciudadanía, unos acuden a la amenaza o la fuerza y otros al Boletín Oficial del Estado. En ambos casos y con poca diferencia estamos ante vulgares déspotas. La libertad es algo inherente a la persona. Reconociendo que la libertad absoluta no existe ya que somos esclavos de limitaciones. Unas, las naturales, son aquellas que la naturaleza nos endosa a cada uno. Otras, las sociales, son las que de una u otra forma nos vemos obligados a aceptar para convivir en sociedad sin estar todo el día tirándonos los trastos a la cabeza. ¡Hablemos de estas segundas! Porque si no se pone límite para que los unos no incomoden la libertad de los otros la convivencia y tolerancia se deterioran, desaparece la libertad y se abre paso la esclavitud. Escribe Javier Tafur (ABC de Córdoba del pasado domingo) una columna con el nombre de Instancia que recomiendo leer para comprender el daño social que se hace, una veces por acción y otras por omisión, cuando las limitaciones sociales general división en la ciudadanía. Cuando una decisión política produce malestar o enfrentamiento en el pueblo al que van destinadas, nos encontramos ante decisiones injustas porque las consecuencias que producen son contrarias a lo que toda norma debe aspirar. Salvo que con esas decisiones se pretenda inculcar en la ciudadanía determinadas ideas o creencias, al tiempo que prohibir, castigando, aquellas otras ideas o creencias contrarias a las que el déspota de turno ha instituido oficialmente como la verdad Que decisiones recientes de nuestro Ayuntamiento han dividido a Córdoba, es innegable. El que no lo vea o la que no lo vea, es ciego o ciega y torpe o como se diga. Que las groserías dichas en el pregón de carnaval de Santiago de Compostela donde se hacen alusiones a los huevos del Patrón de España o donde se insinúan felaciones que la Virgen del Pilar, nuestra patrona, hace al santo, dividen y molestan mucho a gran parte de españoles. Y que toda esa división social que se está generando en España se justifique como libertad de expresión, es algo que debería preocuparnos y ocuparnos cuanto antes de solucionarlo. Javier Tafur exige razonablemente que se legisle para todos. Recordando las palabras de santa Catalina de Siena cuando dijo ¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas! porque por haber callado ¡el mundo está podrido! yo pediría también que, siendo tolerantes con los demás, perdamos el miedo a defender con energía y en libertad nuestras creencias y opinión.

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