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ABC CORDOBA 17-02-2018 página 17
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ABC CORDOBA 17-02-2018 página 17

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC SÁBADO, 17 DE FEBRERO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 17 VIC EL NORTE DEL SUR RAFAEL ÁNGEL AGUILAR SÁNCHEZ VERÓNICA En los últimos días hemos perdido los últimos ojos que retrató Romero de Torres y hemos descubierto otros P DESDE SIMBLIA muros y el pavimento de una edificación anterior a la construcción musulmana. Los datos obtenidos señalan que puede situarse cronológicamente en el siglo VI, cuando Córdoba era una de las ciudades más importantes de la monarquía visigoda, no sólo por su papel destacado en la Bética, sino porque en las décadas anteriores a la invasión musulmana en Córdoba se urdieron conjuras, se tejieron alianzas o se anudaron acuerdos que influyeron en el conjunto de la monarquía visigoda. Lo que el estudio arqueológico ha revelado es una sucesión de pavimentos que van desde el que se debe a la intervención de Félix Hernández hace algo menos de un siglo, restos de una estructura del templo cristianizado en el siglo XV, de la mezquita de la época de los omeyas- -Abderrahman III y I- -y restos relacionados con dos tumbas de un complejo episcopal de la época visigoda, cuyo centro sería la basílica de San Vicente, y que según las crónicas musulmanas serían expropiado a los mozárabes a mediados del siglo VIII. Hay un detalle, poco conocido, sobre la existencia de un templo cristiano anterior a la construcción de la mezquita musulmana y que recogió Ocaña Jiménez en un artículo titulado Precisiones sobre la historia de la Mezquita de Córdoba Se refiere a la petición realizada, allá por el año 1080 por parte el monarca castellano- leonés, Alfonso VI, que estaba por estos lares imponiendo tributos al sevillano Al Mutamid, para que su esposa, Constanza de Borgoña que estaba embarazada, pudiese entrar en la mezquita cordobesa para dar a luz en cierta parte del costado occidental del templo islámico, la cual había sido indicada por las dignidades eclesiásticas de su corte como correspondiente el emplazamiento de la iglesia sobre la que los musulmanes construyeran la Gran Aljama En torno a la basílica de San Vicente se han tejido toda clase de leyendas que han llevado a cuestionar su existencia. Sin embargo, fuentes algo más que literarias y hallazgos arqueológicos revelan que la historia de la Mezquita- Catedral es mucho más compleja de lo que a primera vista pudiera parecer. La segunda puerta parece estar dando más juego de lo que alguno suponía. JOSÉ CALVO POYATO LA SEGUNDA PUERTA Sobre la basílica de San Vicente corren toda clase de leyendas. Los restos arqueológico revelan que la historia de la Mezquita es compleja L a segunda puerta podría ser el sugerente título de una novela negra. Haría pensar al lector en la existencia de una primera y, desde luego, a poco que se le envuelva en los efectos adecuados, se convierte en inquietante lo que se oculta tras una puerta. No es exactamente una novela negra, pero tiene algunos ribetes del género lo que está deparando la segunda puerta de la Mezquita- Catedral. La segunda puerta ha sido objeto de debates, de informes poco ortodoxos desde una perspectiva histórica, de declaraciones inadecuadas por parte de la directora del Comité Español del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios HistóricoArtísticos y, como no podía ser de otro modo, de rifirrafes políticos. Todo ello por el deseo del Cabildo catedralicio- -propietario del inmueble por la donación hecha por Fernando III al conquistar Córdoba en 1236 sin que nadie a lo largo de los siglos transcurridos haya dicho esta boca es mía- -de que pudiera quedar expedita la puerta original del monumento, cerrado por una celosía en los años setenta del pasado siglo. Después de muchos dimes y de más diretes, el cabildo obtenía la preceptiva licencia para llevar a cabo la apertura, bajo unas estrictas condiciones. La retirada de la celosía ha hecho posible efectuar un estudio arqueológico de los estratos del suelo y ha permitido descubrir el hallazgo de dos ues hay mucho que aprender de esta gente, tan pendiente de las cosas importantes de la vida y que se toma tan a risa todo en lo que no hay que desperdiciar ni un ápice de energía, que son tantas cosas. Si para algo sirven los malos tragos que el destino te dispensa sin que tú los pidas es para darte una lucidez que ya te acompaña siempre, o casi siempre, para separar de un modo instantáneo lo que merece la pena y lo que no, a qué hay que prestarle atención y a qué no hay que hacerle ni caso. En los últimos días hemos perdido los últimos ojos que se clavaron en la paleta de Julio Romero de Torres y hemos descubierto otros. Verónica, la joven de La Carlota que ha superado un cáncer severo que le diagnosticaron cuando tenía doce años, envió a este periódico a mitad de esta semana una serie de fotografías que retratan su evolución desde que supo de su enfermedad hasta el presente y, cuando vi la última imagen de la serie que nos mandó, pensé enseguida en Rafaela de la Vega Barbudo, la modelo centenaria que posó para La niña de la tanagra del genial pintor cordobés. La joven cordobesa que siendo una niña se adornó su cabeza rapada con dos flores en su habitación del hospital cuando estaba pendiente o recuperándose de un trasplante de médula- -olé ahí- -luce ahora una mirada poderosa llena de vitalidad y de futuro. Donde campó a sus anchas la devastación de la tristeza reina ya una firme promesa de felicidad. Observo la película de la vida de Verónica y veo o imagino primero un infierno y luego la certeza de que la salvación, la supervivencia y la vida están al alcance de la mano. Veo o imagino noches eternas de silencio y de soledad acompañada en el hospital, la zozobra y el vacío afilado de las horas inciertas, la sensación de sentirse inerme ante las circunstancias que a uno, o a una, le han tocado en suerte. Veo los gestos serios y las palabras medidas de los sanitarios. Veo o imagino los desayunos o los almuerzos apresurados de sus parientes en la cafetería junto a la parada de los taxis, el respiro saludable y el alimento para la conversación, para decir las cosas nunca dichas justo en el momento que se presume decisivo. Veo las historias cruzadas de los hospitales, la vida y la muerte en el mismo espacio: el matrimonio entrado en años que repone fuerzas con un menú junto a los ventanales que dan a las consultas de Maternidad y que responde animoso a los mensajes que les mandan sus familiares por el nacimiento de su primer nieto; al lado, la mujer que se toma un bocadillo y que se pregunta por qué su marido ha tenido tan mala suerte para que le salga ahora el problema del que no saben si va a salir. Veo también a Verónica echando una mano en los campamentos de verano de la Asociación Española Contra el Cáncer, abrazando y besando a otros niños que están por curarse. Diciéndoles que todo tiene remedio. Que la esperanza es lo último que se pierde.

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