Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC CORDOBA 11-02-2018 página 17
ABC CORDOBA 11-02-2018 página 17
Ir a detalle de periódico

ABC CORDOBA 11-02-2018 página 17

  • EdiciónABC, CORDOBA
  • Página17
Más información

Descripción

ABC DOMINGO, 11 DE FEBRERO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 17 VIC EL ESTILITA JAVIER TAFUR EL RETRASO DE ANDALUCÍA Las cosas funcionan cuando la izquierda hace cosas de derecha y la derecha, de izquierda L PRETÉRITO IMPERFECTO a quince calles del nomenclátor. Lo haría con los votos favorables del PSOE, de Izquierda Unida y la marca podemita Ganemos Córdoba, agrupación de electores que sostiene en la Alcaldía a María Isabel Ambrosio, la primera regidora socialista de la ciudad desde la Transición. Un periodo éste (1979- 2011) desde el que los cinco alcaldes comunistas- -cada uno a su manera- -que ha tenido esta ciudad (Julio Anguita, Herminio Trigo, Manuel Pérez, Rosa Aguilar y Andrés Ocaña) nunca tocaron esas vías que ahora van a desaparecer de sus respectivas placas- -no será del imaginario cordobés ni de sus usos y costumbres- Una decisión que no alberga un problema de orden público ni en ningún momento ha demandado la sociedad cordobesa, la calle que vota y paga impuestos, no ese eufemismo oficializado y malvado de sociedad cordobesa que cabe en los dedos de dos manos. El cordobés o la cordobesa de a pie que va a pagar una multa a Tráfico en Vallellano, a ver escaparates por Cruzconde a tomarse unos caracoles a la plaza de Cañero o enfila con el coche Periodista Quesada Chacón camino de la parcela. La memoria selectiva es una máxima en la faz del político de hoy que instrumenta la figuración de su gestión e intenta además incautarse de la vida privada de las gentes. De la memoria propia de las calles, que no de las historias de quienes le ponen nombre al mármol y la cerámica. O la memoria de éstos. Afortunadamente, las calles tienen vida propia, sedimentada por el paso de generaciones y generaciones. Enmarcada por sus vecinos propios e idealizada por quienes las recuerdan con nostalgia en cualquier lugar del mundo. Porque también las calles son universales. Porque en ellas, y más en esta tierra de María Santísima, se practica el ejercicio de la vida, tan ajeno a las cortapisas y los complejos. A la postre, las calles somos nosotros mismos, por ello, a todos nos están cambiando de alguna u otra manera por imposición. El gran fracaso de la decisión que se va a adoptar no está sólo en dar la espalda con los oídos tapados a lo que pueda pensar cualquier cordobés de esta fanfarria, sino en que se fabrica un problema donde no lo hay para ocultar otros que sí existen, y de los que hay memoria reciente. Como si quisieran esconder a un elefante tras un abanico. FRANCISCO J. POYATO LA MEMORIA DE LAS CALLES A la postre, las calles somos nosotros mismos, por ello, a todos nos están cambiando de alguna u otra manera i uno lee las odas que Rafael Alberti y Pablo Neruda dedicaron a Josef Stalin, responsable del exterminio de millones y millones de personas, sentirá el frío chasquido de su memoria contra la historia. De la subjetividad que aprehende sus intensos versos de amor al cuchillo de sus pareados al dictador que la Historia nos reporta de manera objetiva. Cerró los ojos la firmeza la hoja más limpia del acero Padre, maestro, camarada escribía Alberti al fallecer la máquina represora de los gulag. El mismo poeta de Conmigo no podrá la lenta aurora, pues me hallará prendido a tus alcores, resbalando por dulces corredores a ese abismo sin fin que me devora Le sucederá lo mismo si nos acogemos a la métrica del autor de Confieso que he vivido El chileno evocaba al Stalin fenecido: Su sencillez y su sabiduría, su estructura de bondadoso pan y de acero inflexible nos ayuda a ser hombres cada día El mismo Neruda de Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño, entre el fuego y el agua Tanto Alberti como Neruda ponen nombre a dos calles de Córdoba... ¿Habría que quitarlas del callejero... ¿Memoria o historia... ¿Exaltación de un represor y dictador o poesía... No hablemos ya del caso de la calle Dolores Ibárruri La Pasionaria El próximo martes, el Pleno del Ayuntamiento de Córdoba quiere aprobar la retirada del nombre S OS estados democráticos suelen prosperar cuando la derecha hace lo que se espera de la izquierda y la izquierda lo que se espera de la derecha. No otra cosa fue la transición española. En aquel tiempo el franquismo se abría el vientre en las Cortes, la derecha de Suárez permitía que el comunismo campara por sus respetos sin peluca y la izquierda de González nos incorporaba al capitalismo europeo y a la OTAN. Si Rajoy está teniendo un éxito descriptible es porque lo sigue haciendo así, incluso cuando no hace nada. Nada más de izquierdas que no derogar la Ley de Memoria Histórica cuando tenía sobrada mayoría para hacerlo. Solo con esto debiera tener ganado el aplauso de los socialistas, aunque no de los sensatos, que son todos los que dejan de tener cargo en su partido. El político se aviene a la cordura cuando supera esa querencia, extrañamente común, de mentirle al electorado. El problema es que el socialismo en activo no está correspondiendo en la misma medida. Todo lo contrario. Pedro Sánchez, que es quien debiera, al cabo, haber sobreseído el entuerto, no se da cuenta de que sus expectativas reales se encuentran en la social democracia, que es la derecha sensible, y se empeña en derivar hacia la extrema izquierda, con la pretensión probable de convertirse en un comisario político, dispuesto a pasear a cualquier que disienta de su engendro memorioso. De hecho, lo más grave es que mientras Zapatero está defendiendo la Venezuela de Maduro, Sánchez esté defendiendo la España de Zapatero. Y así no vamos a ningún sitio deseable ni por unos ni por otros. Si bien es cierto que lo de Zapatero fue una discontinuidad histórica provocada, no ya por la abulia electoral de Rajoy, ni siquiera por el síndrome de Estocolmo masivo que sufrió el pueblo español tras el atentado de Vallecas, sino por la boda de la hija de Aznar en el Escorial, tumba de reyes, que constituye el único verdadero derechazo inasumible de aquella legislatura. Si hubiera acudido al cercano Valle de los Caídos, que, en todo caso, es tumba del régimen anterior, no lo hubiese hecho peor. Pero lo más triste acaso sea la actitud de Susana Díaz, de la que yo, al menos, por ser de Triana y de la Esperanza, esperaba otra cosa. No contenta con haber aprobado la ley andaluza de la Memoria Democrática, preludio meritorio del totalitario remate sanchista, ahora se opone a la prisión permanente revisable para criminales irrecuperables que propone Rajoy, con la bochornosa excusa de la oportunista utilización de las víctimas y del dolor de las familias Lo que yo se es lo que no haría nunca Para eso yo no valdría Lo dice nuestra presidenta con aliento de copla y letra casi de Rafael de León. Y lo dice sin reparar al parecer en la miserable manipulación que hace de otras víctimas su legislación memorística. El atroz cinismo de la clase política adquiere en Díaz, si se quiere, una nota folclórica. Que no mengua un ápice su agravio, sino que hace más relevante, por lo grotesco, el retraso general, también mental, de Andalucía.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.