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ABC CORDOBA 09-02-2018 página 14
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14 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA VIERNES, 9 DE FEBRERO DE 2018 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU ORGULLO Y PREJUICIO Los indicios de corrupción ya existían cuando Cs se avino al matrimonio, ¿qué es lo que ha cambiado en ese sentido? L A relación entre Rivera y Rajoy satisface los clichés de las novelas de Jane Austen, de las que no he leído ninguna, pero así las supongo. Sobre todo en lo referido a los matrimonios de conveniencia, los que aspiran a ampliar patrimonio o posición social, a parasitar un blasón con mayor raigambre, circunstancia que se ajusta a este Rivera que hizo en Madrid una entrada de Julien Sorel, pues a Stendhal sí lo hemos leído en casa e incluso le profesamos un afecto como de pariente lejano con el que no se puede viajar a hacer turismo porque le da un soponcio en todos los monumentos. Observemos las fases de la relación y podremos inferir que Cs es el personaje femenino en el cortejo de un viejo terrateniente venido a menos que ve peligrar su hacienda y que tiene un grave problema que en sociedad lo hace vulnerable al chantaje: un pasado. Durante el bloqueo, Rajoy necesitaba la coyunda con la linda damisela. Pero ésta, consciente de su ventaja táctica, decidió ponérselo difícil al galán con negativas terribles. ¡Nunca! iba a ser Rajoy el artífice de la regeneración española. ¡Nunca! iba a ser Rajoy presidente si Cs podía evitarlo. Léanme los labios, decían, ¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca! Girauta lo dijo tantas veces que con sus ¡Nuncas! apilados en el exterior del Bernabéu, sería posible alcanzar una altura desde la cual ver gratis el fútbol. Suponiendo que alguien quiera ver a este Madrí incluso gratis. Después de los nunca, nunca, nunca, la novela de Austen haría lo que en cine se llama fundido en negro y la escena siguiente arrancaría con la pareja, entre tañidos de campana, saliendo de la iglesia ya casada. Sin amor, porque se trata de eso que el National Geographic llaman relaciones simbióticas de las cuales, por cierto, la que más me gusta en el Serengeti es la de los pájaros que hacen limpiezas bucales a los hipopótamos. No puedo dejar de mirarlos, los hipopótamos acuden como si hubieran pedido cita en el dentista y abren la bocaza. El matrimonio duró poco, suspiran los románticos, porque nuestro Sorel intuyó que ya estaba preparado para superar al carcamal y dar el siguiente salto en esa irresistible ascensión social que le ha permitido entenderse con todos los personajes cenaculares de la ciudad por más contradictorios que fueran entre ellos. Últimamente, hasta le huele la camisa a Pablo Iglesias. Pero había que justificar la ruptura. Ah, ¿y cómo? ¿Con la corrupción? Pero hombre, los indicios de corrupción ya existían cuando Cs se avino al matrimonio, ¿qué es lo que ha cambiado en ese sentido? ¿De repente, en la cotidianidad matrimonial, ha descubierto usted que Rajoy hace un ruido molesto al sorber la sopa? ¿La vieja excusa de que el corrupto Rajoy era un mal menor necesario para asegurar la estabilidad de la patria ya no vale porque ahora la inestabilidad es aceptable con tal de sacar el provecho electoral prometido por las encuestas? Estas cosas pasan cuando no hay amor. MONTECASSINO HERMANN VERGÜENZA DE ESPAÑA Zapatero intriga, maniobra y presiona para cimentar la dictadura de Maduro H AY situaciones en las que la corrección en el trato se hace incorrecta por obscena y radicalmente inapropiada. Como inapropiada es la cortesía otorgada a quien brutalmente la niega. El vienés Karl Kraus, gran defensor y virtuoso practicante del insulto procedente, consideraba una falta de respeto a la verdad y a la justicia mostrar respeto hacia quien había demostrado no merecerlo. Esta reflexión se impone a la hora de hablar de un expresidente del Gobierno de España que vuelve a protagonizar un vergonzoso y envilecedor capitulo de su larga, tóxica y deplorable trayectoria. José Luis Rodríguez Zapatero ha escrito una carta a los partidos de la oposición venezolana en la que demanda que se plieguen a las exigencias de Nicolás Maduro y acudan a unas elecciones el 22 de abril para legitimar al dictador, caudillo de la mafia narcocomunista que gobierna hoy Venezuela. Para gran vergüenza de España, porque el Gobierno de Mariano Rajoy le otorgó expresamente un apoyo que jamás le ha retirado, Zapatero lleva ahora años de intrigas, maniobras y oscuras operaciones con el único objetivo real de fortalecer y cimentar la dictadura. Al principio aun se podía creer que pretendía mediar honradamente y buscar una salida democrática al país. Pero pronto quedó claro con quién estaba y para qué. Muchos de los dirigentes de la oposición le han exigido que se vaya del país y no vuelva. Son cada vez más explícitos en mostrarle el desprecio a su conducta y el rechazo total a su mediación. Ni se ha inmutado. Sus viajes a Venezuela y sonrientes apariciones televisadas con Maduro son un sangrante insulto para un pueblo que se muere de hambre, falta de medicinas, desesperación y terror de policía política y sicarios del régimen. Los españoles saben bien lo tóxico que es el personaje. En ocho años hizo daño a España como nadie nunca en tan poco tiempo. Su trágica irrupción en la historia de España propulsado al poder por un rosario de bombas, 191 muertos y mil heridos, abrió grandes heridas, hizo rezumar artificialmente un odio largo tiempo superado y generó discordia, resentimiento y mala fe como no conocía este país desde los peores momentos de sus guerras fratricidas. Y todo ello continúa como su siniestro legado. Zapatero ha sido una tragedia para España. Su obcecación en la mentira hizo dispararse el coste y el sufrimiento de los españoles en su crisis más larga desde la guerra. La catástrofe cultural del rebrote del más virulento revanchismo y la dramática escalada del odio a España, el propio golpe de Estado con la rebelión institucional en Cataluña son impensables sin él. Él generó el resentimiento que lleva a jóvenes a querer vengarse hoy de una guerra de hace 80 años de la que no saben más que mentiras. Para desdicha del pueblo hoy más desgraciado de la tierra, que es el venezolano, Zapatero apareció por allí nadie sabe bien cómo ni por qué, allá hace ya casi tres años. En la embajada española sugirió en 2015 que tenía un mandato de Obama. Yo estaba allí. Nada más se supo. Muchos barruntaban ya entonces oscuros intereses. Hoy más. Recuerdan al Hugo Chávez triunfante en Madrid, primer jefe de Estado que celebró a Zapatero en el poder, apenas disipado el humo del 11- M. Lo cierto es que ahora Zapatero defiende con ahínco y celo los intereses de un dictador, cabecilla de una banda de delincuentes narcotraficantes, que dirigen aquel régimen. Mientras no se distancie el Gobierno de Rajoy de ese Zapatero al que avaló, la vergüenza por el daño que ocasiona Zapatero a Venezuela es vergüenza de España.

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