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ABC CORDOBA 04-02-2018 página 62
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62 INTERNACIONAL DOMINGO, 4 DE FEBRERO DE 2018 abc. es internacional ABC Protesta nacionalista corsa a tres días de la visita de Macron París está dispuesto a negociar más autonomía, pero dice no al nacionalismo AGENCIAS PARÍS Miles de personas se manifestaron ayer en Ajaccio, capital de Córcega, para secundar la convocatoria de las autoridades nacionalistas corsas, que reclaman una mayor autonomía para la isla. Tras una pancarta con el lema Demucrazia è rispettu pè u populu corsu Democracia y respeto para el pueblo corso los manifestantes enarbolaban también banderas de Córcega y hojas con la palabra Democracia La marcha fue convocada el pasado 23 de enero por el presidente regional de la isla de Córcega, Gilles Simeoni, para protestar contra el Ejecutivo francés, al que acusa de no tener en cuenta la dimensión política del asunto corso Además, tiene lugar sólo tres días antes de que el presidente francés, Emmanuel Macron, realice su primera visita oficial a la isla desde que asumió el poder en mayo del año pasado. Los organizadores se habían marcado el objetivo de alcanzar los 10.000 manifestantes, lo que a sus ojos subrayaría el éxito de la convocatoria. La isla francesa tiene una población cercana a los 330.000 habitantes. La oposición corsa ha considerado que la convocatoria de la marcha es precipitada, y que habría que haber esperado al menos a ver los resultados de la visita de Macron. No obstante, el líder independentista y presidente de la Asamblea corsa, Jean- Guy Talamoni, explicó ayer, en declaraciones al canal de noticias BFM TV que la decisión de manifestarse surgió después de la visita que él y Simeoni realizaron a las autoridades del Estado en enero. Nos dimos cuenta de que había una concertación entre las instituciones para hacernos entrar en un proceso jurídico y no político, señaló Talamoni. Para el político nacionalista, París debe entender que la mayoría absoluta que obtuvieron los nacionalistas en las recientes elecciones regionales no es simple renovación de una asamblea administrativa al tiempo que descartó que pueda haber una vuelta a las armas del terrorismo corso. La isla mediterránea de Córcega tiene una renta per cápita inferior a la media francesa y sufre de problemas estructurales de desarrollo que, a juicio de los nacionalistas, se subsanarían con una mayor autonomía. Esa vía salió refrendada el pasado diciembre en las urnas en los comicios regionales corsos, que ganó holgadamente la coalición Pè a Corsica (Por Córcega) encabezada por Simeoni y Talamoni. El Gobierno francés ha aceptado discutir la inclusión en la programada reforma de la Constitución de cuestiones para la autonomía de Córcega. Pero al mismo tiempo, Macron ha rechazado una de las reivindicaciones clásicas del nacionalismo corso, la cooficialidad de la lengua corsa. Manifestación nacionalista ayer en la capital de la isla de Córcega, Ajaccio AFP ALGO TRAE EL POTOMAC ÁLVARO VARGAS LLOSA NO LO PERMITO Lo que debilitará a Polonia es que, siendo el paísvíctima que fue, un Estado prepotente instale ahora su verdad ideológica ACE algunos años, habría parecido imposible que en Polonia se aprobase la aberración moral y jurídica que acaba de ser votada en aquel Senado: una ley que criminaliza las referencias a la complicidad de ciudadanos polacos en el exterminio de judíos durante la ocupación nazi. Una forma extrema del nacionalismo es la imposición de una versión oficial de la historia, de una construcción ficticia que inflama las virtudes, reales o supuestas, y anula los vicios del pasado para justificar la idea colectivista que el Estado quiere promover dentro y fuera de sus fronteras. Polonia no sólo fue víctima de los nazis: buena parte de su historia es la de un país maltratado por sus vecinos a pesar de que en esos territorios a orillas del Báltico, especialmente en los siglos XVI y XVII, durante su unidad con Lituania, surgieron formas bastante liberales de organización política, incluyendo la democracia parlamentaria y el federalismo, todo lo cual desembocó, antes que en el resto de Europa, en la monarquía constitucional. Que en lugar de aprender de Polonia, vecinos como Austria, Prusia y Rusia descuartizaran el país a finales del siglo XVIII, y que, recuperada independencia en 1918, ella durase tan poco porque luego los nazis y los imperialistas soviéticos volvieron a la carga, es una de las tragedias modernas. Pero si algo no necesita esa historia H tan sufrida para abrirse camino y dar a los polacos el lugar que se merecen es un Estado nacionalista que impida la búsqueda de verdades históricas que sólo la discusión libre y la investigación sin amenazas hacen posible. Tampoco necesita que se crea que las manchas negras del pasado polaco (las hay, como en todo país) se borran por ley. Como en otros países que sufrieron ocupaciones, hubo polacos que, sometidos a condiciones extremas, colaboraron con los nazis, según han dado cuenta testimonios e investigaciones. No puede hablarse, en el caso de Polonia, de nada remotamente parecido, por cierto, a lo ocurrido en Austria, donde se recibió a los nazis con una aprobación que hoy sonroja a muchísimos austriacos escarmentados. Pero que esas cosas se debatan no es algo que debilite a un país. Lo que debilitará a Polonia de cara a sus propios ciudadanos y al mundo es que, siendo el país- víctima que sin la menor duda fue a lo largo de extensos periodos, un Estado prepotente instale ahora su verdad ideológica con el pretexto de proteger el buen nombre de esa tierra. Eso es lo que hacen los totalitarios, no los países con la rica he- rencia liberal que tiene Polonia. En la Polonia de la unión con Lituania, los parlamentarios polacos gozaban de un derecho único: bastaba que uno de ellos dijera no lo permito para que ninguna ley se aprobase. El disidente individual podía así frenar a la poderosa maquinaria del Estado. Qué ironía que, en pleno siglo XXI, allí mismo la poderosa maquinaria del Estado diga no lo permito al disidente individual. Isaías Berlin situaba en Alemania, en el pensamiento de Herder, el inicio de la doctrina nacionalista, pero veía sus antecedentes en la humillación de los alemanes frente a la supremacía de la cultura y la política francesas durante siglos anteriores, y su radicalización definitiva en las invasiones de la Francia revolucionaria y napoleónica. Desde entonces hasta hoy, el nacionalismo se ha desplazado a diversos lugares de Europa en distintos momentos, de manera que ese país es actualmente uno de los que menos problemas está causando en el continente en ese campo. Qué desgracia que, entre aquellos lugares adonde se ha desplazado, esté uno de los países que más lo padeció.

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