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ABC CORDOBA 08-01-2018 página 15
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ABC CORDOBA 08-01-2018 página 15

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ABC LUNES, 8 DE ENERO DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL CONTRAPUNTO UNA RAYA EN EL AGUA ISABEL SAN SEBASTIÁN JUEGO DE COBARDES Si Puigdemont tuviera dignidad estaría en España, pugnando por la Generalitat, y no en Bélgica, suplicando impunidad POSTARON a la insurrección dando por hecho que ganarían. Era muy emocionante esa épica del heroísmo patriótico a coste cero. Sumamente estimulante, de manera especial para quien no ha conocido otra cosa que el poder y su disfrute. La autoproclamada disposición al sacrificio, por añadidura, siempre resulta rentable en términos electorales, y más cuando quien abraza el martirio representa una ideología, un movimiento en este caso, cuya característica principal es el uso permanente de un victimismo ramplón carente de justificación alguna. Cumplieron sus amenazas. Perpetraron un golpe de Estado en toda regla, convencidos de que el Estado agredido agacharía el testuz, se mostraría benévolo y, como hizo tantas otras veces en el pasado, respondería con dádivas apaciguadoras destinadas a comprar tiempo. Pero en esta ocasión se equivocaron. No porque no fueran legión los políticos y opinadores empeñados en dar plena satisfacción a esas expectativas, sino porque calcularon mal y se pasaron de frenada. Fueron tan lejos en la consumación del delito que despertaron de su letargo al gigante de la Justicia. Jugaron a ser héroes y no han pasado de villanos henchidos de cobardía. Carles Puigdemont se lleva la palma, desde luego. De president aclamado en el balcón por declarar la independencia, a prófugo tras huir en la trasera de un coche cual vulgar robagallinas, la caí- A da es considerable y debería haber hecho mella en la dignidad del personaje si poseyera alguna brizna de esa cualidad moral. A la vista de su conducta, es evidente que no. Porque si así fuera, si el huido conociera el significado de ese concepto, se habría quedado en su amada Cataluña haciendo frente a las consecuencias de sus actos junto a sus cómplices en la asonada. Habría cumplido su palabra de ir a la cárcel por la libertad en lugar de salir corriendo oculto bajo una manta. Y desde luego ahora ya estaría aquí, de regreso en la patria según él aplastada bajo la bota del pérfido 155, compartiendo la suerte de su pueblo oprimido Estaría aquí, pugnando por la Presidencia de la Generalitat aunque fuese desde una celda, y no en Bélgica, suplicando impunidad. Estaría aquí, junto al resto de los fugitivos electos, asegurando con su presencia la mayoría parlamentaria conseguida en las elecciones a base de burdas mentiras. Daría la cara. Actuaría como lo hacen los auténticos líderes en lugar de evidenciar las características de un cobarde. En un escalón inmediatamente superior, aunque no por ello elevado, se encuentra Oriol Junqueras, a todas luces arrepentido de no haber actuado como su president cuando aún estaba en condiciones de hacerlo. Oriol Junqueras, el llorón desesperado por abandonar la cárcel. El muy católico golpista que ruega clemencia a los jueces en razón de su fe y de su amor a la paz El secesionista magnánimo dispuesto a negociar con el único Gobierno legítimo un acuerdo bilateral. El iluminado inductor de la proclama del uno de octubre, hoy doble y vergonzosamente derrotado: por los jueces del Supremo que le han puesto finalmente en su sitio, donde no puede reincidir así se le caliente la boca hasta arder, y por el electorado independentista, que ha premiado al escapado relegando a su partido a un discreto tercer puesto. Ahora se sabe vencido y solo le queda dar lástima. Otra forma no menos penosa de abdicar la dignidad. Ya no sacan pecho. No alardean. Empiezan a calibrar el coste de su apuesta suicida. Un precio exorbitante que Cataluña y el resto de España ya han empezado a pagar mientras ellos, causantes del destrozo, tratan de hacerse un sinpa ¡Cobardes! IGNACIO CAMACHO INCLEMENCIAS Ante un problema repetido con carácter endémico, ningún gobernante puede culpar, como Napoleón, al general Invierno L JM NIETO Fe de ratas A política siempre se toma revancha contra el oportunismo. Lo que unos dicen en la oposición se acaba volviendo en su contra cuando gobiernan, y viceversa: por eso es menester ser cuidadosos tanto en las críticas como en las promesas. A Rajoy, que sabe algo de eso porque se tuvo que envainar su programa fiscal en el primer minuto de mandato, le están pasando factura por sus antiguas burlas sobre Magdalena Álvarez a cuenta de cierta nevada y su correspondiente colapso. Pero los socialistas tampoco fueron clementes con Aznar, ni éste con González, cada vez que el temporal provocaba en Guadarrama el habitual atasco. La hemeroteca y Google dan testimonio de la reiteración del problema año tras año. De lo que no hay noticia es de asunción de responsabilidades en forma de destituciones o de renuncias: no se ha dado el caso. En la sociedad moderna, y más aún en la posmoderna, la gente no acepta la inevitabilidad de los contratiempos; la mentalidad dominante está acostumbrada a una suerte de protección indolora que excluye el concepto mismo del riesgo. Por eso ningún gobernante puede culpar de sus fracasos, como Napoleón, al general Invierno, sobre todo si se trata de un desastre repetido en fecha y lugar con carácter endémico. Una nevada en la sierra de Castilla no es la bomba ciclónica de Estados Unidos, sino una contingencia ordinaria que debe estar prevista en un país moderno; más aún en el día del retorno vacacional, con experiencia contrastada de tráfico intenso. Al evidente fallo de prevención, Fomento y la DGT han sumado el agravante de arrogancia culpando a los conductores de imprudencia. Que en muchos casos habrá existido sin duda, pero que en términos generales constituye una mala excusa rayana en ofensa. Tráfico comunica en un lenguaje burocrático poco comprensible el estado de las rutas, y en último término tiene la obligación de cortar las vías inutilizables y establecer las necesarias cautelas. Lo peor que cabe hacer en una situación de esta clase es descargar sobre las víctimas el resultado de la propia torpeza. Los ciudadanos ya están bastante cabreados por la ineficacia administrativa para aguantar encima insolencias y cuando se paga un peaje lo mínimo que cabe esperar es que el que lo cobra se preocupe de tener despejada la carretera. La del fin de semana ha sido una manifiesta demostración de descuido e incompetencia. Las autoridades han aparecido tarde y mal, como las quitanieves, sin autocrítica y sin pedir disculpas, lanzando evasivas de autodefensa. Y no sólo ante la opinión pública y la oposición: ayer mismo había entre Interior y Fomento notables aunque soterradas acusaciones internas. Sólo ha estado a la altura el Ejército, al que los políticos acuden como remedio operativo urgente de su falta de destreza. Al menos esta crisis debería servir para que nadie vuelva a usar como arma arrojadiza una tormenta.

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