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ABC CORDOBA 28-12-2015 página 80
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LUNES 28.12.2015 Editado por Diario ABC, S. L. San Álvaro, 8, 1 3, 14003 Córdoba. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 36.522 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 957 497 675 Suscripciones 901 400 900 Atención al cliente 902 530 770. Homo hispánicus El aguafiestas navideño Como todos los años, aflora ahora una especie zambombera que se declara enemiga de las fiestas navideñas. Eso sí, por hache o por be, no se pierde ni uno de los ritos, usos, platos, copas y costumbres de este maratón ÁLVARO MARTÍNEZ Y a están aquí, fieles a su cita, parecen legión pero son bastante menos de los que parecen. Hablamos de los ejemplares del Homo hispánicus que echan pestes de las fiestas navideñas y todo lo que las rodea, empezando por el consumismo, pasando por el ejercicio sentimental y las habilidades sociales que suponen y terminando por el portentoso esfuerzo al que se somete al estómago y al hígado, por no hablar de rifirrafe coronario (o tú o yo) con el dichoso colesterol. En realidad, y según un estudio de DYM Market Research, se trata de una franca minoría (nada silenciosa si nos atenemos al volumen de su queja) entre los habitantes de las tierras ibéricas: solo uno de cada cinco declara que no le gusta nada la Navidad, frente al 56 por ciento que dice estar encantado con estas fiestas y un 24 por ciento a los que no les dicen ni fu ni fa. Pese a que las cifras cantan, los anti hacen creer que son más que los pro En esto a esta subclase de los aguafiestas nacionales les pasa como a Iglesias Turrión, que con el 20 por ciento de los votos cree que ha ganado de calle las elecciones generales, cuando ha quedado tercero. Ya saben, la tradicional dificultad de los españoles con la aritmética. En el ecuador de estas navidades, pasado con mayor o menor esfuerzo el primer Tourmalet de la Nochebuena y la Navidad, ya habrán llegado a sus oídos testimonios de familiares o amigos hartitos de estos festejos, no tanto por la significación religiosa (que ese es otro tema) sino por el maratón gastronómico que los españoles llevan a estas alturas entre pecho y espalda, desde aquella ya lejana comida de empresa complementada con otros banquetes con los de la peña los del equipo de fútbolsala los amiguetes de clase o los de toda la vida los parroquianos JOSE RAMON LADRA Sobre estas líneas, cientos de personas pasean por la calle Preciados de Madrid durante las fiestas navideñas. A la derecha, colas frente a la administración de lotería de Doña Manolita, situada en la madrileña calle del Carmen J. M. MATA del bar o los del club de senderismo por solo citar algunos nombres de las infinitas cuchipandas con las que el Homo hispánicus se homenajea a sí mismo a cuenta y excusa de que va a ser Navidad y hasta los pe- ces beben en el río. Según un estudio del Centro de Investigación sobre Fitoterapia y la Sociedad Española de Dietética, el 68 por ciento de los españoles confiesa que se excede en comida y bebida durante este periodo fes- tivo. Y lo hace de tal manera que más de la mitad (el 51 por ciento) llega a después de Reyes con problemas estomacales de distinto grado, y más de un tercio (el 34 por ciento) con resaca, porcentaje este último sujeto a un sustancial aumento, como si cogerse una trompa no estuviera aún tan mal visto. Y peor reconocerlo. Todo este ajetreo establece una diferencia entre el Homo hispánicus (Homo epifánicus, en este caso) y los Homos de otros países que transitan por estas fechas. Un nuevo estudio señala que el 57 por ciento de los españoles se estresa en esta época, un 12 por ciento más que los alemanes, que se toman el asunto con más calma, o los ingleses (un 6 por ciento menos) siempre más flemáticos y a los que hay pocas cosas que les saquen de quicio más allá del perder al rugby, al fútbol o al bridge o la tercera campanada que señala que el pub ya no despacha más pintas de cerveza. La prueba irrefutable de que al Homo hispánicus, en general, le gusta la Navidad es el dineral que se sigue gastando en ella (comida, viajes, regalos y probar fortuna en la Lotería) pese a que reniegue públicamente de ella y le molesten hasta las luces callejeras que cruzan de fachada en fachada para dar ambiente. Se calculaba en las vísperas que cada hogar se va a gastar estos días una media de 684 euros, unos 300 de ellos en regalos, o que el 50 por ciento de los habitantes tiene previsto viajar en estas fechas (bien por ocio, bien por hacer una del anuncio de El Almendro lo que supone un siete por ciento más que en las de hace un año. Son centenares los estudios psicológicos que hablan de la tristeza que deja también en las personas la Navidad, una referencia sentimental horneada a fuego lento en esa patria del hombre que es la infancia y que con el paso del tiempo cuenta las sillas vacías en la mesa de la noche del 24, que aunque se vayan llenando con nuevos y pequeños comensales son ausencias que se guardan indelebles en la memoria de decenas y decenas de Nochebuenas juntos. No hablamos de esto, naturalmente, hablamos aquí del quienes se rebelan contra estas fiestas de boquilla pero no se pierden ni uno de los ritos, los hábitos, los usos y las costumbres de estos días. Gentes renuentes de cara a la galería, pero a los que solo les falta llamarse Epifanio. Verbolario POR RODRIGO CORTÉS Divulgador, adj. Que no comprende algo pero se lo explica a otro tan pronto como alguien se lo explica a él.

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