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ABC CORDOBA 21-12-2015 página 13
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ABC CORDOBA 21-12-2015 página 13

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ABC LUNES, 21 DE DICIEMBRE DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN VISTA A LA IZQUIERDA Será una legislatura corta, con un gobierno en minoría o de Frente Popular condicionado e inestable E SPAÑA ha virado a la izquierda. A la extrema izquierda, en realidad, dado el auge de Podemos, aupado hasta el bronce del podio electoral en parte por sus aciertos, especialmente durante las últimas semanas, sobre todo por los errores ajenos. Salvo milagro de sensatez socialista, que requeriría de un golpe de timón por parte de Felipe González y Susana Díez, será investido presidente Pedro Sánchez, previa coalición de perdedores dominada por Pablo Iglesias en la que el separatismo tendrá en sus manos, una vez más, el fiel de la balanza española. Ciudadanos no participará en ese engendro, aunque la pésima campaña electoral protagonizada por Albert Rivera se haya traducido en un resultado insuficiente para impedir ese cambio de rumbo radical hacia un futuro sombrío. El PP obtiene una victoria raquítica, probablemente insuficiente para mantenerse al frente del Ejecutivo, después de dilapidar durante cuatro años el mayor crédito político que jamás recibiera un partido por parte de los electores. Mariano Rajoy podría escribir así su nombre en la Historia como el del primer presidente de la democracia que no solo no revalidó su mandato, sino que pasó de la mayoría absoluta a la oposición, teniendo el ciclo económico a su favor. Una lección durísima para la formación de la gaviota, abocada a una renovación a fondo desde la base, sin dedazos ni congresos amañados por los fontaneros de siempre. Todo está en el aire tras el dibujo endiablado trazado por el escrutinio. Porque si parece evidente cuál sería la fórmula más razonable tanto en términos de estabilidad como en aras de respetar la voluntad ciudadana, la experiencia municipal reciente demuestra que el PSOE de Sánchez estará dispuesto a lo que sea con tal de ocupar el poder. A saber; echarse en brazos del populismo podemita, agachar la cabeza ante las exigencias del nacionalismo sedicioso e incluso iniciar los trámites de un suicidio aplazado, toda vez que sellar esa coalición con todo lo que está a su izquierda es tanto como abrazarse a un oso cuya intención es devorarle y que ya ha empezado a hacerlo. Los teléfonos echan humo a estas horas con presiones de todo tipo encaminadas a impedir ese desenlace. Presiones nacionales e internacionales. Políticas, institucionales y, sobre todo, económicas. Presiones en favor de una gran coalición entre los representantes del bipartidismo vapuleado en las urnas (por el bien de España) o al menos en contra de privar al ganador de la posibilidad de gobernar, aunque sea en minoría y por un breve plazo de tiempo. Rivera ha sufrido los ataques constantes de un PP incapaz de identificar a su verdadero adversario y pagado un precio altísimo por su ambigüedad irresponsable, así como por su obsceno colegueo con Iglesias durante la campaña. Sus 40 escaños serían tremendamente valiosos en otras circunstancias, pero con este panorama se convierten en poco menos que inútiles. La ley electoral penaliza duramente al cuarto con respecto al tercero y él se ha dejado arrebatar ese puesto por un demagogo peligroso beneficiario de la desastrosa política de comunicación desarrollada por la Moncloa, tan implacable con los críticos cercanos como generosa con los medios de sus verdaderos enemigos. Ahí están los resultados. La lealtad no se compra. No se logra con castigos o amenazas. Se merece. A Rajoy le han pasado factura sus traiciones, la corrupción rampante en sus filas, su falta de coraje y ambición, su gestión de España S. A. carente de valores firmes. Se aferró al voto del miedo y ha ganado, aunque esa cosecha se revele insuficiente para garantizar su reelección. Esperemos que al menos su fracaso ponga los cimientos de una renovación radical, capaz de devolver al PP la esencia de lo que fue y representó para esta España a la deriva en busca de un proyecto común compartido y de un líder dispuesto a encabezarlo. IGNACIO CAMACHO PARLAMENTO COLGADO El veredicto de las urnas ha sido borroso. La exigua victoria de Rajoy le deja la reelección muy comprometida SPERAN días crispados. Un forcejeo de alta tensión. Los estragos de la crisis, el colapso de la política tradicional y el desgaste del Gobierno en un mandato abrasivo han desembocado en lo que los británicos llaman un Parlamento colgado (hung parliament) sometido a la inestabilidad de una fragmentación que puede convertir la investidura en un descalzaperros. La victoria agónica del PP, descalabrado en más de 60 escaños, unida a la facturación escasa de Ciudadanos, la resistencia relativa del PSOE y el éxito de Podemos, permite a la izquierda acariciar la posibilidad de un vuelco en colaboración con los soberanistas catalanes; una alianza de inquietantes consecuencias para el modelo territorial y la propia integridad nacional del Estado. El desplome del marianismo es indiscutible al margen de su exiguo triunfo y del moderado fiasco de Rivera. Apenas lo puede endulzar su hegemonía de bloqueo en un Senado de cuestionada utilidad. Su estrategia de recuperación económica no ha funcionado; la decepción de sus electores de 2011 ha dividido el centro- derecha provocando la misma autolesión que le costó en mayo gran parte de las autonomías y ayuntamientos. La suma del PP con C s, implícito marco mental mayoritario de los votantes de ambas candidaturas, puede resultar insuficiente para alcanzar una masa crítica de pacto. Aun a seis puntos de los socialistas, el recuento deja a Rajoy con un margen muy comprometido para su reelección aunque en la lógica democrática le corresponda iniciar las conversaciones de investidura. Resulta imposible sin embargo soslayar la dificultad del empeño, que sólo podría tener éxito mediante un ejercicio de responsabilidad histórica tanto de C s como de un PSOE cuyo líder está sometido a debate interno y hostigado por la eclosión de Podemos, en condiciones de discutirle a medio plazo la referencia de la izquierda. Salvo la muy improbable fórmula de entendimiento bipartidista o un alambicado acuerdo en minoría de PSOE y Ciudadanos con la abstención de Podemos, el precedente de las locales sugiere un posible pacto para desalojar a la derecha del poder, aunque deba apoyarse en el radicalismo rupturista de Pablo Iglesias y tal vez en las exigencias de autodeterminación del soberanismo. Un acuerdo multipartito para improvisar una mayoría alternativa con graves consecuencias sobre la estabilidad económica y, sobre todo, territorial del país, toda vez que los independentistas reclaman un referéndum en Cataluña como condición negociadora inexcusable. Con el bipartidismo desplomado en un tercio bajo la presión del desencanto social, el apretadísimo resultado aventura una situación de extrema delicadeza. El veredicto de las urnas puede considerarse borroso o ambiguo, pero muchos españoles se acostaron anoche con la inquietud de nuevas elecciones o de que el escrutinio sea sometido a la especulación del mercado negro. E JM NIETO Fe de ratas

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