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ABC CORDOBA 07-12-2015 página 17
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ABC CORDOBA 07-12-2015 página 17

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC LUNES, 7 DE DICIEMBRE DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 17 VIC LA CERA QUE ARDE RAFAEL GONZÁLEZ LAS LUCES La gente se pone histérica enseguida por un cuadro o unas luces intermitentes H EL MOLINO DE LOS CIEGOS JESÚS CABRERA CÁNTICO EN MÁLAGA García Baena y Liébana fueron los protagonistas absolutos de dos días vividos en el Centro Andaluz de las Letras P OCOS dudan de la antigua, cálida y cercana relación que existe entre Córdoba y Málaga. Cada una de estas ciudades es prolongación de la otra a la que no se viaja sino que se va a casa propia. La elección de la Costa del Sol como lugar de veraneo habitual de los cordobeses puede ser la anécdota más visible de una relación que es mucho más profunda y que podría considerarse como consanguínea, porque partiendo de la misma esencia se complementan en sus diferencias. Por estos motivos no es extraño que al hablar de algo tan cordobés como es el grupo Cántico haya que hacerlo de Málaga, porque es el apéndice natural de lo que nació a orillas del Guadalquivir, sobre el mármol de las tabernas, con el fondo de las campanas conventuales que llamaban a vísperas. Los integrantes de Cántico tuvieron en la Costa del Sol su otra casa y allí se fue a vivir Pablo y de allí vino la genialidad de Vicente Núñez, la última incorporación, entre otros muchos vínculos. A nadie extraña que en los versos de este grupo de amigos esté la contención cordobesa junto a la luminosidad de una ciudad que deja el sabor del salitre en la comisura de los labios. Los actos celebrados hace unos días en Málaga en el Centro Andaluz de las Letras tuvieron el aroma de las ciudades que son una cuando de alta poesía se trata, porque hubo actos dedicados tanto a Ginés Liébana como a Pablo García Baena, los su- pervivientes de la más apasionante aventura literaria española del siglo XX. Del primero se inauguró una exposición, titulada Negociado de la carestía en la que dentro de su personal estilo retoma la técnica del collage con la que Liébana triunfó en la prensa nacional en los años 60 y 70. Son 36 piezas que nos ofrecen una actualización de su obra, con sus paisajes inconfundibles, sus artefactos imposibles, sus personajes de bestiario medieval y esas luces tan personales que hacen que no haga falta acercarse al cuadro para ver la firma. Ah, y los títulos son la aportación literaria que redondea la obra de arte. Del segundo se presentó la antología editada por Cátedra Mientras cantan los pájaros y minuciosamente trabajada por el profesor Felipe Muriel para conocer mejor la producción de García Baena. El extenso estudio introductorio justifica de modo científico la frase de Ricardo Molina, que Francisco Ruiz Noguera recordó en el acto, y que sitúa a Pablo en uno de los tres poetas cordobeses más importantes de la historia, junto a Juan de Mena y a Luis de Góngora, cómo no. El Centro Andaluz de las Letras no escatimó afecto para ambos y durante dos jornadas el caserón de la calle Álamos se convirtió en una embajada en la que se dieron cita tanto sus amigos de siempre como aquellos que los admiran por pertenecer a una generación irrepetible que llegó a los más alto y que a lo largo de muchas décadas ha dado buen ejemplo de estar siempre al día, lo que garantiza que sus obras nunca quedarán desfasadas en el futuro. Esta circunstancia creó un clima en el que los dos actos se desenvolvieron con la sincera familiaridad de quien se encuentra en su ámbito natural. La presencia de la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, contribuyó a ello. Pablo García Baena y Ginés Liébana fueron los protagonistas absolutos de estos dos días vividos en el Centro Andaluz de las Letras, pero también estuvieron presentes aquellos otros con los que conformaron y dieron gloria a aquella reunión de amigos que con el paso del tiempo se vino en llamar el grupo Cántico y a los que se les recordó desde la emoción justificada por no poder compartir con ellos ahora estos reconocimientos. E visto gente histérica porque se ha inaugurado antes el alumbrado navideño en Málaga que aquí, a la ribera del Guadalquivir. La gente se pone histérica enseguida por un cuadro o unas luces intermitentes, y te montan una plataforma en el feisbuc y te meten en ella sin permiso y la lían parda y acaban colgando en esa misma página las ofertas en mechas de la peluquería de la Yesi entre sesudos razonamientos políticos de por qué no le toques el cuadro o enciendes las luces navideñas en septiembre para ser campeones de no sé qué y favorecer el consumo que nos ayudará a salir de la crisis de la que ya oficial y electoralmente hemos salido pero a la que vamos de cabeza porque con las luces ejerciendo su influencia en nuestros cerebros e impulsos nos vamos a entrampar aún más para ser más felices con todas las gilipolleces que compramos a lo largo de nuestra breve vida. Soy consciente de que no he colocado ninguna coma en el párrafo anterior y espero que ningún lector se me haya desmayado por asfixia, pero sirve para trasladar esa desazón que la cosa lumínica y navideña me produce sobre todo cuando el foco se pone en lo superfluo y no en lo importante. De hecho yo celebro la Navidad a oscuras, palpando. Entre la fotofobia y el pánico al recibo de Endesa lo tengo chungo. Y la gente. La numerosa gente que se tira a la calle como si no hubiera un mañana y lo peor de todo: como si no hubiera habido un ayer del que aprender. Estoy escondido en este puente porque tengo motivos ya que se juntan el hambre con las ganas de comer. Además del espíritu navideño corro el riesgo de me asalte algún acto civil de conmemoración de la Constitución o un senador en campaña repartiendo logroñesas. Toma, hijo mío, un mantecado de Rute para que me votes y pueda seguir repartiendo mantecados, que es lo hacemos en el Senado en cuatro idiomas y con traductor simultáneo. Vótame y te haré feliz como las luces navideñas. Un puente este en el que ha habido una extraña conjunción astral con las elecciones generales, el programa de Bertín Osborne, la Constitución en la pre- ITV y las luces de la felicidad, la ciudad engalanada para la nada, en realidad. Es la misma ciudad que ha ido fagocitando urbanísticamente industrias. Si no han sido las promociones de protección oficial se han encargado de ello los parcelistas. La industria cordobesa se ha ido al garete en realidad por la mentalidad parcelista y agraria de muchos de sus trabajadores, por los urbanistas de despacho político y por los sindicatos de clase business o preferente, amén de empresarios ávidos de cobrar su correspondiente indemnización millonaria una vez han realizado su elegante despojo. Pero aquí nos preocupa quién pone antes las luces o un cuadro que se muda. Luces que se están apagando para la cementera o incineradora o lo que sea en que deba convertirse el ahora Cosmos por orden de los que tienen garantizadas sus luces navideñas cada año. Con cesta incluida.

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