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ABC CORDOBA 30-11-2015 página 88
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LUNES 30.11.2015 Editado por Diario ABC, S. L. San Álvaro, 8, 1 3, 14003 Córdoba. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 36.495 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 957 497 675 Suscripciones 901 400 900 Atención al cliente 902 530 770. Homo hispánicus El pacifista selectivo Dependiendo de si las bombas vienen por la derecha o por la izquierda, una guerra será justa o asesina para esta especie ibérica, cuya floración se multiplica en época electoral ÁLVARO MARTÍNEZ N O es que sea exclusivo del hábitat ibérico, pero el pacifista selectivo casi puede considerarse una especie autóctona de aquí pues lleva años deshojando la margarita para dejar claro cuáles son las guerras justas y cabales y cuáles no hay por donde cogerlas porque son criminales Este Homo hispánicus también conocido como el pacifista a media pensión es en realidad la penúltima manifestación por donde asoma una de las dos España eternas, en este caso la que en un cruce de caminos siempre tira por el de la izquierda. El pacifista selectivo se tiene por un individuo muy progresista, en el bien entendido que para él la guerra es una cosa muy de derechas Y así, cuando los tiros vienen de políticos o guerreros de su mismo espectro ideológico prefiere ponerse a silbar, como si la cosa no fuera con él. Hay decenas de ejemplos que ilustran ese calculado desdén. Cualquier excursión de Vladímir Putin por el Cáucaso, por ejemplo, o sus paseos castrenses por Crimea (península que ha terminado por anexionarse) o el este de Ucrania no han recibido ni el más leve reproche del pacifismo selectivo Si las bombas caen lejos, también el silencio es sepulcral, aunque los muertos sean allí legión. Más de 700.000 víctimas mortales se contaron en la guerra étnica de Ruanda entre hutus y tutsis (en 1994) sin que se organizaran manifestaciones significativas de protesta por tan espeluznante genocidio. Y casi 400.000 cadáveres de hombres, mujeres y niños causó el conflicto sudanés que convirtió Darfur (de 2003 a 2009) en una enorme necrópolis y tampoco ningún pacifista selectivo abrió el pico ni organizó una marcha (con batucada tamborilera incluida en la cabecera) en contra de ese exterminio. El movimiento pacifista comenzó a tomar cuerpo aquí a finales de los se- FOTOS: ÓSCAR DEL POZO Arriba, Teresa Rodríguez, diputada por Podemos en el Parlamento andaluz, y Kichi, alcalde de Cádiz, durante la concentración celebrada el pasado sábado en Madrid en contra de la intervención en Siria. Sobre estas líneas, a la izquierda, Alberto San Juan, uno de los conductores de la manifestación; a la derecha, algunos de los manifestantes tenta, siempre al amparo de comunistas (agrupados en torno a la doctrina oficial o en cualquiera de sus múltiples herejías) y socialistas, que acogieron la corriente como propia; al menos en su manifestación callejera, que luego en las Cortes esos bríos se apaciguaban bastante. El caso es que unos y otros empezaron a identificar el pacifismo con el antimilitarismo, corriente en la que también adecuaban el prefijo anti según fuera el color político del gobierno en cuestión. La OTAN fue desde entonces el gran leviatán para todo el colectivo, a quien el pacifista selectivo viene haciendo culpable de todo el belicismo planetario, incluido el que surge fuera de su radio de acción. Se cuentan por centenares las manifestaciones organizadas contra la Alianza Atlántica a lo largo de estas últimas tres décadas sin que ninguno de los partici- pantes se mostrase nunca en contra del Pacto de Varsovia, que algún que otro tanque tenía y que se disolvió sin que el pacifismo hispánico convocase una sola protesta contra esa organización militar. Ni una. Pero no hay que remontarse muchos años atrás en el almanaque para detectar que el movimiento no ha perdido esa capacidad selectiva que le ha hecho célebre. La penúltima prueba la hemos tenido en Libia, donde los partidarios de la no violencia se pronunciaron a favor de que la OTAN inundara de misiles a la Libia de Gadafi y del resto de los habitantes del país. Gran dominador del eufemismo, el pacifista selectivo tiene un repertorio enorme de recursos, excusas y trampas léxicas para arrimar el ascua a su sardina y justificar una guerra o un buen bombardeo cuando le conviene. Así, para atacar al sátrapa libio se utilizó la expresión violencia precavida como si con esa precaución las bombas no mataran ni destruyeran. Los miembros de esta complicada especie no solo distinguen entre guerras lícitas o ilícitas, buenas o malas y asesinas o de violencia precavida Tienen tan afilado el sentido optativo que dentro de un mismo conflicto bélico habrá un bando que practique la guerra criminal mientras que el otro tenga justificadas las agresiones, incluso sus incursiones en el terrorismo con violencia indiscriminada, sobre los clientes de un café o los viajeros de un autobús, por ejemplo. Paradigmático en este apartado es el caso de la guerra que libran palestinos e israelíes en Oriente Próximo desde hace medio siglo. Para el pacifista selectivo solo está en guerra Israel, mientras que los grupos terroristas (Hamás) y las milicias palestinas son a sus ojos una especie de beatíficas ONG que predican la fraternidad del ser humano y que no han roto un plato en su vida. El tactismo del pacifismo selectivo hace que retoñe con fuerza cada vez que hay elecciones, donde un buen no a la guerra manejado con habilidad suele traer votos. Aunque no siempre sale bien, que anteayer la pareja Kichi- Teresa, prototipo de la especie, pinchó en hueso y no tuvo ni un Wyoming ni un Bardem ni una Carmena en la placita del Reina Sofía. Casi había más apreturas en la barra de El Brillante a la caza del bocadillo de calamares, que eso sí que los sábados es una dura batalla. Verbolario POR RODRIGO CORTÉS Poesía, f. Prosa rimada.

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