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ABC CORDOBA 24-11-2015 página 14
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14 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA MARTES, 24 DE NOVIEMBRE DE 2015 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU CHETOS AL PODER Macri tiene el submundo peronista metido en todos los meandros del Estado E L nuevo presidente de la Argentina, Mauricio Macri, pasó hace casi veinticinco años por el trance que más asusta a las clases adineradas porteñas: recibir trato de producto en la próspera industria del secuestro. Quedó la anécdota de que, durante las conversaciones con uno de sus secuestradores, éste se mofó de él cuando Macri le hizo una promesa: Yo seré presidente de Boca Juniors y presidente de la Argentina La promesa terminó de cumplirse este domingo, cuando Macri, después de una experiencia exitosa en la intendencia de Buenos Aires y de pretenderse un importador de las fórmulas liberales a la europea, se convirtió en la herramienta política elegida por una porción enorme de la polarizada sociedad argentina para desmantelar la acepción kirchnerista del Justicialismo. Sólo por esto hay un enorme alivio en Argentina, algo así como una descompresión en la espesa atmósfera militante y agresiva, en la triste decadencia recluida de una señora con complejo de víctima a la que en la última hora incluso empezaron a llenársele las bañeras de cadáveres. Para ello, Macri tuvo que superar unos recelos sociológicos, los que el enorme aparato de poder peronista, infiltrado en los mismos cimientos de un estatalismo compasivo y subvencionador de su infantería, aventó contra un cheto (pijo) oligarca perteneciente a una hornada de acomodados que al entrar en política fue etiquetada como Generación Conaprole por la marca uruguaya de helados consumida en Punta del Este, donde veranea la élite porteña. La nueva primera dama argentina, que antaño lo fue de un conde belga, es una destilación perfecta de ese mundo: con ella, acaba otra cosa ya plomiza, las analogías con Evita. El candidato oficialista, Scioli, trató de serlo menos menos oficialista, no menos candidato a raíz del asesinato del fiscal Nisman, cuando terminó de comprender que la cercanía con Cristina era tóxica. Jamás se disoció lo suficiente. En los días candentes del crimen, cuando el kirchnerismo organizaba actos de exaltación de la presidenta sospechada por todos, Scioli trataba de escaquearse, y era conminado a asistir. Resultaba hasta gracioso comprobar cómo intentaba diluirse en la segunda fila en el momento de las fotos. El asesinato de Nisman sirvió como excusa para desmantelar los servicios de inteligencia y crear otros controlados por cuadros de la Cámpora, la feroz juventud kirchnerista organizada alrededor de Máximo Kirchner. He ahí un inmenso problema para Macri, que no es un pardillo, puesto que creó su propio servicio de espionaje y escuchas. En un país donde la inteligencia sirve básicamente para hacer política por otros medios, en el que han proliferado personajes como Stiuso, Macri tiene el submundo peronista metido en todos los meandros del Estado. La cantidad de gente que estará ahora mismo pensando en cómo sabotearlo desde el principio, sin alcanzar todavía maximalismos como que empiecen a aparecer cadáveres en las bañeras. COSAS MÍAS EDURNE URIARTE EL MIEDO A LA GUERRA Hollande y Valls no han llamado a declarar la guerra sino a reconocer que nos han declarado la guerra L miedo a la guerra es un sentimiento lógico, comprensible e inteligente, porque la guerra significa dolor y muerte, pero se convierte en cobardía cuando intenta negar con trampas diversas una guerra que ya existe. Es lo que ocurre estos días en una buena parte de los países occidentales con la guerra que nos ha declarado el terrorismo islámico. La trampa más extrema e intelectualmente ridícula es la que considera reacciones de pánico las llamadas a declarar la guerra a Estado Islámico. Como lo hacía el editorial de The New York Times el miércoles pasado, con la falsedad añadida de atribuir las posiciones favorables a una respuesta militar a la extrema derecha de Europa y Estados Unidos. Al parecer, ignorante aún el periódico norteamericano de que el liderazgo europeo en esa posición está en los socialistas franceses y no en el Frente Nacional, más cercano al propio periódico progresista americano. Dejando a un lado que Hollande y Valls no han llamado a declarar la guerra sino a reconocer que nos han declarado la guerra y que tal declaración exige una respuesta militar, pánico es más bien la negación de las evidencias y la creencia de que las palabras, los parches y la prudencia acabarán con los objetivos de los yihadistas. O que lo harán las otras soluciones segunda tram- E pa muy habitual en los últimos años. Aquello de que la respuesta militar es sólo una parte de una amplia estrategia política, legal y de inteligencia. Lo que repetía una y otra vez Zapatero con su Alianza de Civilizaciones, lo mismo que este editorial del progresismo norteamericano. Como si esa estrategia amplia no estuviera contenida en quienes reconocen la realidad de la guerra. Una estrategia que nadie discute porque no es el objeto de debate como sí lo es, sin embargo, la aceptación o no de la declaración de guerra. Claro que aún es peor la tercera trampa, la de quienes insisten en los fallos de la integración europea, aquello de qué hemos hecho mal para que chicos criados en Europa pongan bombas a sus conciudadanos en París. Que es lo mismo que preguntarse qué es lo que hicimos mal en España en las últimas décadas para que algunos chicos vascos pusieran bombas a sus vecinos. Como si el problema estuviera en los Estados del bienestar europeos y sus múltiples esfuerzos de integración multicultural, o en la democracia española en el caso etarra. La cuarta trampa es la nostálgica, la que apela a Bush, que siempre fue una coartada perfecta del progresismo para huir de la guerra islamista. Ahora, con aquello de que fue Bush quien fortaleció el terrorismo islámico con la guerra de Irak, algo así como atribuir a la Transición democrática el fortalecimiento de ETA, dado que casi todos los asesinatos etarras se produjeron a partir de la Transición. Pero tal tontería no se le ha ocurrido a nadie, ni siquiera a Pablo Iglesias, mientras que es habitual entre bastantes líderes occidentales la que ignora las raíces del fanatismo islámico. La quinta trampa es la de los líderes presuntamente prudentes y sensatos. Estos dicen que el problema es demasiado complejo. No tomaremos buenas decisiones si están basadas en la histeria ha dicho Barack Obama. Mientras tanto, Estado Islámico sigue avanzando y asesinando. Y los líderes occidentales están analizando y debatiendo un problema demasiado complejo que, con un poco de suerte, desaparecerá por sí solo.

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