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ABC CORDOBA 20-11-2015 página 12
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12 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA VIERNES, 20 DE NOVIEMBRE DE 2015 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU LOS ENCUENTROS Jamás imaginó Sarkozy que un presidente con fama de rompetechos fuera a discutirle el papel de hombre enérgico D E cuanto aún ocurre en París, lo más emotivo es la búsqueda, por razones terapéuticas, que los supervivientes del Bataclan hacen de aquellos con los que compartieron la experiencia y de los que necesitan saber cuál fue la suerte que corrieron. Heridos que buscan a su salvador. Rescatadores que sacaron a rastras a un herido y quieren averiguar si vivió para encontrar al menos un ínfimo asidero de alivio con el que mitigar el horror de las imágenes inolvidables. Un hombre busca a otro junto al cual se hizo el muerto, pegadas ambas cabezas cuando se susurraron frases de aliento mientras a su alrededor los terroristas remataban heridos tendidos en el suelo. Aprovecharon que un tirador recargaba para huir, cada uno por su lado. Me complace saber que estos encuentros ocurren en privado, sin la presencia de ninguna cámara de televisión de los programas que trafican con pornografía sentimental y que en España lo darían en directo, con lluvia de confeti y una marca de colchones como patrocinador. En lo político, aparte del debate abierto sobre el equilibrio entre libertad y seguridad, la famosa cohesión de La Marsellesa a punto estuvo de romperse el pasado martes, en una sesión parlamentaria bronca, atascada por los abucheos y los insultos, durante la cual los diputados de Les Républicains (los neogaullistas de Sarkozy) se comportaron de un modo parecido al que tanto nos avergonzó de nuestros políticos oportunistas durante el 11- M. Trataron de adjudicar el atentado a la falta de celo y de eficacia en cuanto a seguridad con que se habría desempeñado Hollande después del atentado en el Charlie- Hebdo Las respuestas de Valls fueron magníficas y enviaron a los sarkozystas a un escalón moral inferior. Cómo sería la cosa que, al día siguiente de la sesión, el miércoles, los mismos diputados de Les Républicains admitían sentir vergüenza de sí mismos y se mortificaban por haber estado a punto de destruir la emocionante unión del país bajo ataque. Sarkozy se ha quedado emparedado en una situación política asfixiante. Por la derecha, el Frente Nacional se está llevando a aquellos a los que los atentados ha inspirado ideas más virulentas. Por la izquierda, resulta que el comportamiento del presidente, firme y aglutinador, capaz de hablar de guerra y de dar órdenes de comandante sin complejos, custodio por añadidura de los valores colectivos, le ha quitado aquello para lo cual Sarkozy eligió incluso el nombre nuevo de su formación: el sentido patrimonial de la República, como si sólo él y los suyos lo fueran en su sentido perfecto, como si no hubiera en Francia otras emanaciones republicanas que las decididas por Sarkozy. Más allá de los horrores aún en curso, lo que jamás imaginó Sarkozy es que un presidente con fama de rompetechos, famoso por sus adulterios y por entrar con el casco puesto en casa de la maîtresse fuera a discutirle el papel de hombre enérgico y resuelto que da la talla en las peores circunstancias para la patria. MONTECASSINO HERMANN FRANCO, DON RICARDO Y EL ANTIFRANQUISMO La pretensión de que los españoles fueron un pueblo antifranquista no nos ha convertido en eso que no fuimos M UERE el historiador franquista Ricardo de la Cierva titulaba ayer en su edición digital un diario confundido que un día parece el órgano oficial de la vicepresidenta del Gobierno y al día siguiente un panfleto de facultad de Juan Carlos Monedero. Muchos andan muy confundidos en estos tiempos revueltos, aunque no todos pierdan tanto el estilo. Ha venido a morirse el historiador franquista cuando se cumplen 40 años de la muerte de Francisco Franco, ese hombre, aquel dictador que se murió en la cama sin mayores aspavientos después de gobernar sin sobresaltos, con eficacia, con plena seguridad propia, reconocimientos dentro y fuera y aclamaciones populares. Que la mayoría comenzara pronto a ocultar sus pasados fervores no convierte en resistencia lo que osciló desde muy pronto después de la guerra entre resignación, reconocimiento y gratitud, por mucho que se empeñen los mayores activistas de la industria de la mentira antifranquista con su nivel abrumador de obscenidad en la falsificación histórica. Y la España de Franco fue cambiando, con las dosis de miedo lógicas en una dictadura surgida de una guerra civil, dosis que fueron cayendo según pasaban los años, el poder no necesitaba la represión más brutal y aumentaba el bienestar y la esperanza en un futuro mejor. Con las legiones de furiosos anti- franquistas que hoy pueblan España, Franco no habría gobernado no ya 40 años, ni cuatro semanas. Pues no sucedió. Ahora sí hace 40 años desde que no gobierna y sin embargo tenemos una subcultura política plenamente hegemónica que gira en torno a su persona. Como si hubiera muerto ayer. Se dan notas de capacitación social, intelectual y política con Franco como única referencia. Como si siguiera vivo porque lo necesitan ciertos españoles. El hecho de que estos parásitos de la figura del dictador sean sus más aguerridos enemigos ideológicos solo es parte de la perversión general en que ha convertido la izquierda española su impotencia política e ideológica. Seguro que don Ricardo, un hombre mesurado, habló en los últimos años menos de Franco que toda la chiquillería que surge en generaciones envenenadas de odio y resentimiento de institutos, facultades y sesiones tóxicas televisivas. La mentira antifranquista la trato en mi libro Días de ira ha marcado los últimos 40 años y explica gran parte de nuestras desviaciones y tragedias políticas y morales. La pretensión de que los españoles fueron un pueblo antifranquista no nos ha convertido en eso que no fuimos, pero sí en una sociedad mentirosa que no puede sancionar la mentira en ningún campo, con todas las terribles consecuencias de la devaluación permanente de la verdad. Así, 40 años después, el mundo de ayer que diría Stefan Zweig, se hunde con la globalización, millones de toda Asia y Africa se aprestan a coger la caravana de traficantes hacia Europa, las sociedades europeas aprenden lo que es el miedo, los periodistas españoles juegan a corresponsales de guerra por debajo de la Torre Eiffel y el presidente Rajoy está tentado de entonar el no a la guerra en tándem con Pablo Iglesias, tan disminuido ya este narcisista caudillo fallido, que hasta cae simpático en La Moncloa. Todo es cálculo, la convicción descalifica. Quien cuestiona el consenso mentiroso en el que están la izquierda por lucro y la derecha por inanidad y cobardía, queda expulsado. Las grandes esperanzas de regeneración de este pueblo tan generoso como miedoso se agotan una vez más. Y 40 años después de muerto Franco, 80 después del estallido de la guerra, quien se atreva con la verdad va al sepulcro, don Ricardo, tachado de franquista y facha.

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