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ABC CORDOBA 29-10-2015 página 61
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ABC CORDOBA 29-10-2015 página 61

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ABC JUEVES, 29 DE OCTUBRE DE 2015 abc. es cultura CULTURA 61 Un tesoro por desvelar Aún no ha visto la luz el epistolario que Baroja mantuvo con su hermano Julio durante la guerra cansado de una contienda que se antoja eterna, huye de Madrid a pie hasta Valencia y de ahí marcha a París, para finalmente poner rumbo a América. Es en ese final donde estriba el simbolismo de la novela, ya que Baroja, a su vuelta del exilio, optó por quedarse en España. Tenía ya muchos años y no se sentía con la capacidad de empezar una nueva vida de cero. De alguna manera, quería recuperar su vida anterior en Madrid explica Caro- Baroja. Y, sobre todo, no quería correr la misma suerte que el protagonista. Las últimas líneas del libro lo ponen de manifiesto: Elorrio hacía artículos y traducciones para vivir con modestia Zenobia Camprubí Más que la mujer del Nobel Publican el Diario de juventud de esta pionera, que fue la verdadera luz de Juan Ramón Jiménez JORGE S. CASILLAS MADRID La censura En su momento, era impublicable reconoce Caro- Baroja, y en el año 72, cuando se empieza a recuperar toda la obra de Baroja, tampoco se podían sacar estas cosas Es muy sintética, Baroja en estado puro, contundente, no oculta ningún tema. Es el crepúsculo de la vida de un escritor, pero eso no quiere decir merma de facultades se justifica el sobrino nieto del escritor. Lo hace flanqueado por unas paredes que, sin hablar, lo dicen todo, pues llevan escuchando más de un siglo. Por el comedor Buena casa para fábrica o convento rezaba el anuncio que captó la atención del padre de Baroja) pasó lo más granado de la cultura española del último siglo: Ortega y Gasset, el mencionado Marañón, Sebastián Miranda... Todo se conserva como estaba entonces, incluso la plañidera gótica que Azorín le dio a Baroja porque consideró que era de mal fario para su matrimonio. Cuando estalló la Guerra Civil, la familia seguía las noticias por la radio, junto a la chimenea, que aún humea, avivando los rescoldos de un pasado que, una vez más, se hace presente en la literatura. Baroja creía que estaba en una posición de distancia, de neutralidad, pero el 22 de julio de 1936 se da cuenta de que él, por todo lo que había escrito, sobre todo contra el tradicionalismo, no estaba impune Aquella tarde, cuando lo apresaron y estuvo a punto de ser fusilado, se dio cuenta de la gravedad del asunto. Era antirrepublicano, no tenía fe en que los actores principales de la época, tanto los militares como los políticos, fuesen a solucionar España remata su sobrino nieto. Era un individuo puro con muchas contradicciones y en cada momento tuvo una idea sobre los distintos aspectos de la política, pero decía lo que pensaba Esta vez, por suerte, el único juicio les corresponderá a los lectores. Muchos la veían como la mujer del Nobel, su secretaria y su enfermera; la que remontaba sus depresiones y soportaba sus crisis nerviosas. Nada más lejos de la realidad. Detrás de Zenobia Camprubí (1887- 1956) hubo una mujer bilingüe, culta y exitosa. Una mujer que se rebeló contra los techos de cristal y la desigualdad de género sin caer en excentricidades. Una mujer a la que ahora conocemos más gracias a Diario de juventud. Escritos y traducciones publicado por la Fundación Lara y el Centro de Estudios Andaluces. La historia de la literatura sentenció a Camprubí como la mujer del Nobel ignorando un pasado que explica muchas de las cosas que ocurrieron después. Lo que constata este libro es que existe una Zenobia anterior a la relación con Juan Ramón Jiménez explica el editor del libro, Ignacio Garmendia. Tiene el encanto de mostrarnos una Zenobia muy joven, con un mundo de intereses anchísimos, como siempre tuvo antes de conocer a Juan Ramón Educación exclusiva Zenobia era la mayor de cuatro hermanos y estudió en Estados Unidos durante casi un lustro. Recibió una educación exclusiva pero decidió no hacer Bachillerato a pesar de que su tutor la veía perfectamente capacitada. En casa no lo vieron necesario y su padre le compró una máquina de escribir con la que fue afinando su estilo y con la que más tarde transcribió muchos de los trabajos de Juan Ramón, una dedicación por la que tradicionalmente se ha pensado que Zenobia Camprubí vivió como si fuera la secretaria sumisa del escritor. Sus diarios contienen entradas breves, no siempre diarias. A través de ellas se revela una mujer resuelta y a la vez bien educada. Apunta cuestiones del día a día y coloca junto a ellas un símbolo positivo o negativo en función de si actuó bien o mal. Además del diario, el libro compila artículos, relatos inéditos y textos sobre su vida en común con Juan Ramón, líneas en las que explica que el autor no tiene términos medios, o está muy bien o está muy mal. La única dolencia real física que le conozco la lleva con una extrema paciencia A pesar de su educación refinada, Zenobia defendió con determinación la igualdad entre hombres y mujeres. En ABC Diario de juventud Arriba, retrato de boda de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí. Nueva York, 1916. Sobre estas líneas, una de las páginas manuscritas de este inédito Diario de juventud este sentido, el libro también recoge algunas conferencias como aquella sobre el sufragio femenino en la que señaló que el voto de la mujer en España, y hay que decir las cosas como son, no lo han conquistado ellas, se lo han regalado los hombres Fue de las primeras en sacarse el carné de conducir y vivió muy adelantada al tiempo que atravesaba España, de donde salieron sin billete de vuelta al comienzo de la Guerra Civil. Aunque nunca cursó el Bachillerato, sí impartió clases de lengua y cultura castellana a los militares del Pentágono, señal inequívoca de que estaba a la altura de su marido. Ella organizaba la vida de Juan Ramón y era el motor de su vida resume Carmen Hernández- Pinzón, heredera del escritor. Ella quería que él fuera por el camino que más le convenía, pero también luchó para que las mujeres votasen, estudiasen o pudieran aprender idiomas. Fue una de las pioneras y la historia la relegó a la sombra del escritor cuando ella no era la sombra, sino la luz de Juan Ramón

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