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ABC CORDOBA 19-10-2015 página 15
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ABC CORDOBA 19-10-2015 página 15

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ABC LUNES, 19 DE OCTUBRE DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN DESCOMPOSICIÓN Algo está podrido en España y el hedor no proviene únicamente de la corrupción al uso E STO no es un simple final de legislatura. Es algo estructural, más hondo. Un desafío conjunto a la Nación y al sistema vertebrador de nuestra democracia, sin precedentes desde los años agónicos de la Segunda República. En un contexto económico e internacional mucho mejor que aquel, desde luego, lo cual no resta un ápice de gravedad a una crisis que pocos se atreven a diagnosticar porque hasta el diagnóstico se paga caro. Cuando la descomposición ataca a un organismo político la primera en sucumbir siempre es la libertad, abanderada por los mensajeros que se niegan a rendirla. En Cataluña el máximo representante del Estado se declara en rebeldía, elabora con dinero público un plan detallado de sedición y orquesta un acto de intimidación a la Justicia protagonizado por él mismo, sin que tal acumulación de ofensas produzca consecuencias visibles. O sea, con total impunidad. Desde el País Vasco se anuncian idénticas intenciones en cuanto la circunstancia sea propicia, mientras el terrorista Arnaldo Otegi, aclamado por los suyos en la calle, prepara su salida de la cárcel en loor de multitud, justo a tiempo para encabezar la candidatura de sus huestes a las elecciones autonómicas y posiblemente ganarlas. De ambas regiones, el País Vasco y Cataluña, han desaparecido a efectos prácticos las fuerzas que representaban tradicionalmente un proyecto para España, faltas de convicción o coraje para ofrecer resistencia a la marea independentista. Se han integrado en el paisaje. El PSOE anda sumido en una contienda civil apenas disimulada entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, que sólo espera el veredicto de las urnas para taparse una temporada con la argamasa que brinda el gobierno o estallar en un golpe interno que descalabre al apuesto líder. El fichaje estelar de caras fugitivas de otros barcos no parece constituir ni una defensa eficaz ni mucho menos una prueba de esa renovación tantas veces reivindicada como puramente cosmética. Hasta la fecha, que sepamos, las novedades se limitan a deshacer todo lo hecho por los actuales gobernantes, lo que en términos de programa resulta bastante escaso. Y decepcionante. En las filas populares hay un convidado de piedra. Un espectro cuyo nombre solo se pronuncia en voz baja, seguido de conjuros múltiples destinados a ahuyentarlo. El fantasma de UCD. La temida división interna, sepultada hasta la fecha bajo gruesas capas de mayoría absoluta, aflora con virulencia ante la certeza de las vacas flacas y su correlato de cesantías. La renuncia de Arantza Quiroga es un síntoma inequívoco de discrepancia insalvable en cuestiones que deberían ser (y fueron) auténticos pilares ideológicos del PP, como la firmeza inquebrantable ante el terrorismo y sus cómplices. Lo curioso es que el abandono de ésa y otras convicciones le ha abierto una gruesa brecha al partido en el centro, no precisamente en la derecha, escorando las siglas de la gaviota en la percepción ciudadana hacia ese espacio ideológico del que algunos de sus dirigentes abominan como de la peste. Paradojas del destino, que a veces desface entuertos. Algo está podrido en España y el hedor no proviene únicamente de la corrupción al uso. Huelen mal las luchas descarnadas por el poder en detrimento de los valores. La cobardía. El cálculo de intereses personales. Las apelaciones al miedo. El relativismo imperante. Los debates estériles sobre pactos postelectorales llamados a reemplazar ofertas programáticas útiles y estimulantes. La ausencia de patriotismo. El desistimiento ante lo evitable. IGNACIO CAMACHO EL TERCER TIEMPO DEL PP Rajoy se siente al frente de una misión de Estado. Cualquier distracción final la considerará una traición al proyecto S demasiado pronto, o debería serlo objetivamente, pero en el PP empiezan a moverse las fichas del posmarianismo. Aunque todos lo negarán cien veces si menester fuera, todos lo saben. Primero porque temen la debâcle, la derrota electoral, o al menos la pérdida del poder como consecuencia de una victoria insuficiente. Segundo porque barruntan que Albert Rivera puede exigir el recambio de cabecera como condición de un pacto, a lo que desde luego no accedería el interesado. Y tercero porque, en el mejor de los casos, se espera una legislatura breve, acortada por su propia inestabilidad o por una reforma constitucional que obligue a disolver las Cortes y convocar referéndum. El partido acude a las elecciones con temblor de piernas, envuelto en una medrosa incertidumbre y con dudas sobre la idoneidad del candidato, cuyo liderazgo genera más resignación que confianza. El típico cuadro anímico en el que la lealtad se cuartea y afloran los primeros tanteos estratégicos para tomar posiciones de ventaja en caso de crisis. Tiempo de prospecciones subterráneas, de radares silenciosos, de cálculos de oportunidad tímidos y embozados. En ese baile de sombras se atisban los perfiles de tres siluetas. La de la vicepresidenta Soraya, que tiene poder pero no partido; la de Dolores de Cospedal, que tiene partido pero no poder; y la de Alberto Núñez Feijoo, que tiene poder y partido pero limitados a un feudo territorial. Más difusa, menos en primer plano, la figura de Cristina Cifuentes emerge poco a poco gracias al plus de protagonismo que siempre proporciona el escenario capitalino. Nadie se atreve a salir de la penumbra porque el jefe sigue al mando y en la batalla por su propia continuidad no va a admitir ni un solo encogimiento. Si al final las cartas vienen mal dadas, lo más probable es que sea él quien arbitre el tercer tiempo, quien dirija el casting de su relevo. Rajoy es la persona que mejor conoce el partido, aunque haya abandonado el timón en este abrasivo mandato. Su eventual voluntad testamentaria no será cuestionada; otra cosa es que algunos traten de situarse en disposición de condicionarla. Pero la acumulación de fuerzas requiere mucha cautela porque en procesos de esta clase lo crucial es no dar pasos en falso. No evidenciar la ambición. No cometer errores. Máxime cuando el líder se siente al frente de una misión de Estado. Para el presidente, lo que se juega en las elecciones de diciembre no es sólo el poder del centro- derecha y la viabilidad del PP como proyecto, sino el modelo de futuro de España. Como político de instinto y larga trayectoria es consciente de las tentaciones que generan los momentos inciertos; sin embargo es en estos envites donde le gusta medir el alcance de los compromisos y las responsabilidades. Cualquier distracción en el esfuerzo final la considerará un motivo claro de descarte. Una traición de lesa patria. E JM NIETO Fe de ratas

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