ABC CORDOBA 18-10-2015 página 34

34 CÓRDOBA DOMINGO, 18 DE OCTUBRE DE 2015 cordoba. abc. es ABC Viva la República pero poco LA HISTORIETA DE CÓRDOBA POR JAVIER TAFUR Y VIC CÓRDOBA Tan mal recuerdo dejó la república que hoy todos los republicanos son monárquicos o en vías de serlo ero hubo alguna vez un republicano en la segunda república española? Podríamos hacernos esta pregunta al modo de Jardiel y responderla escribiendo una humorada donde apareciesen, más o menos, todos los que pululaban realmente en aquel periodo: monárquicos vergonzantes, monárquicos resentidos, monárquicos travestidos, monárquicos de hasta ayer, regeneracionistas serios y no tan serios, anarquistas, simples desorientados, exprimorriveristas, o sea, sindicalistas, pancistas, arribistas, buscones, merodeadores, estraperlistas, caciques y totalitarios de toda laya, guisa, grado y condición, que sólo entendían la cosa como un episodio preciso en su proceso revolucionario. Además de la gente del montón, que pasaba por allí y que agarró la extraña bandera- -naturalmente tricolor, para emular a los franceses- -que habían puesto morada unos ignaros, tal vez para aludir a los básicos instintos que les motivaban. Había de todo, efectivamente, absolutamente de todo, menos republicanos. Bueno- -me dirán ustedes, con razón y corrección política- eso no es así. Al menos, Alcalá- Zamora y Lerroux fueron genuinos republicanos. ¿Dos cordobeses pudieran salvar el honor de la segunda república? Reconozco que Lerroux tenía una ejecutoria. Pero del rambleño hablaremos la semana que viene. Del prieguense, lo primero que conviene considerar, para situar ideológicamente al personaje, es que fue dos veces ministro con la monarquía, entre ¿P otros cargos públicos de menor entidad, y que sólo se declaró favorable a la república a falta de un año para la proclamación de la misma, cuando contaba 53 sobre sus espaldas, que ya eran las de un abogado a los diecisiete y las de un letrado del Consejo de Estado a los veintidós. La verdad es que, siendo tan despierto, extraña que se demorase tanto en percibir las bondades del nuevo régimen. Tardío, pero cierto, podrían argüir sus partidarios con inequívoca benevolencia. Escasos partidarios, sin embargo. AlcaláZamora tuvo de líder mucho menos de lo que le hicieron creer. Perfecto retórico, también a la hora de urdir de intrigas, don Niceto fio poco en el parlamento y demasiado en la jefatura del Estado, en tanto confundida con su persona. Egocéntrico, mesiánico, manipulador, propenso a las ojerizas, menospreciador de cuantos le rodeaban, se quedó sin amigos políticos y consecuentemente sin lealtades, de modo que concluiría repudia- do por el mismo sistema al que pretendió dar hechura por sí solo. Recordemos que fue capaz de decir, no en el calor de un discurso, sino con absoluta frialdad, como consta por escrito en su dietario, siendo todavía presidente de la República, lo siguiente: Personalmente, no me interesa nada del presente ni del porvenir de la política española Un comentario especialmente cínico en un personaje que, mientras firmaba el decreto de disolución de las Cortes, estaba impartiendo directrices para formar candidaturas dentro de su esfera de influencia. Pero, no obstante, don Niceto fue honrado y, salvo en el lenguaje, austero en todo lo demás. Y no olvidemos que Alcalá- Zamora fue el único presidente auténtico que tuvo la segunda república española, en tanto esta aún podía serlo de todos. Porque Azaña sólo ejerció la jefatura de una república nominal voluntariamente destruida por el sectarismo. Por eso no quedan republicanos hoy, ni siquiera en las filas del PSOE. Por eso todos los que hoy se envuelven en la ficticia bandera republicana no son sino fingidores de ideologías extremas incompatibles con el gobierno democrático que requiere una república fidedigna. Tan mal recuerdo dejó la república, que, en España, todos los republicanos sensatos son ahora monárquicos o están en vías de serlo. Y esto no hay memoria histórica amañada que lo cambie, ni robando por tercera vez las memorias personales de nuestro paisano, que fue lo que intentaron hace poco más de un lustro los comisarios políticos del zapaterismo. No lo consiguieron, gracias a la familia y a la providencia, y así podemos en la actualidad ilustrarnos con el impresionante fresco barroco que don Niceto hizo de aquel régimen disparatado, que giraba en torno suyo como un remolino y que, consecuentemente, acabó por tragárselo. Como a todos, propios y ajenos.