Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC CORDOBA 12-10-2015 página 15
ABC CORDOBA 12-10-2015 página 15
Ir a detalle de periódico

ABC CORDOBA 12-10-2015 página 15

  • EdiciónABC, CORDOBA
  • Página15
Más información

Descripción

ABC LUNES, 12 DE OCTUBRE DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN ESPAÑA Pobre patria malquerida sin voz con la que ser cantada, a falta de emoción o coraje que inspiren la letra del himno P OBRE patria malquerida que por no tener no tiene ni voz con la que ser cantada, a falta de emoción compartida o coraje suficiente que inspiren la letra del himno. Indiscutible Nación discutida precisamente por quienes deberían guardarla, empeñados en confundir la parte coyuntural con el todo. Madre convertida en madrastra a fuerza de indecencia e ignorancia. España diluida, tergiversada, impunemente ofendida, amenazada. Tantas veces traicionada por gobernantes felones y otras tantas renacida de sus mejores cenizas. Solar de pueblos valientes, hogar de gentes feroces, escenario de la Historia que se escribe con mayúscula porque configura los hechos que nos hacen ser lo que somos: mediterráneos de corazón y cultura; europeos por vocación e indoblegable voluntad, antes que por geografía; occidentales aferrados a la raíz cristiano- romana hasta el punto de luchar por ella a lo largo de ocho siglos; viajeros impenitentes enamorados de la mar, ávidos de nuevos rumbos y rutas por explorar. España plural, variopinta, diversa, contradictoria, aventurera, empecinada. España duelo a garrotazos y España Francisco de Goya. Imprevisible, voluble, capaz de lo mejor y lo peor, codiciosa, orgullosa, hipócrita, holgazana, sorprendente, talentosa. Busco entre los pliegues de tu alma y reconozco cada arruga, cada estigma, como parte de una herencia que arrastramos desde antiguo junto a las hazañas gloriosas y que por incluir incluye hasta el hastío catalán, que como decía Ortega carece de solución, lo que nos aboca a conllevarlo sin caer en la melancolía. Nada nuevo hay bajo el sol de tu cielo soleado. Ni siquiera el pesimismo o la tendencia a la autodestrucción, que están en nuestro ADN desde antes de los reyes godos. Tampoco la capacidad de alumbrar personajes excepcionales cuya huella poderosa nos redime a los demás. Ni los debates estériles, los enfrentamientos absurdos, una suerte de tara genética que limita nuestra acción conjunta a los momentos dramáticos, condenándonos el resto del tiempo a darnos palos de ciego entre ratones pugnando por ver cuál, siendo el más chico, levanta más la cabeza. España masoquista, lamiéndose viejas heridas hasta abrirlas una y otra vez en lugar de restañarlas. España cainita, sectaria, envidiosa de quien destaca, mezquina en sus ambiciones. España solidaria, familiar, incapaz de abandonar al débil, fuerte para levantarse después de cada caída, generosa en el reparto de ingenio, alegre hasta en la desgracia. España, pese a todo, luminosa. De no ser por el adanismo simplón que traen de su mano la soberbia e incultura propias de nuestra época, sabríamos que cualquier tiempo pasado fue peor, porque a los vicios inherentes a nuestra naturaleza se sumaba una pobreza endémica hoy desaparecida. Y a la falta de recursos, la de oportunidades, educación, justicia, futuro. Es mucha la tarea por hacer, pero mucha más la que se ha hecho. Porque España se construye desde hace más de cinco siglos con el esfuerzo y los sueños de todos los españoles que han escrito en sus páginas. Páginas determinantes en el devenir del mundo y hasta en su nomenclatura. Páginas cuyo idioma pone forma al pensamiento de quinientos millones de seres humanos. Páginas de un relato tan apasionante como abierto. España hospitalaria, aún por descubrir en este 12 de octubre evocador del Descubrimiento. España amada. IGNACIO CAMACHO LA NACIÓN IRRESOLUTA España parece siempre un proyecto de nación a medio terminar, envuelto en el eterno debate sobre su propia naturaleza CASO el principal problema de España sea la eterna duda interior sobre sí misma; sobre su identidad, sobre su ser, sobre su propia naturaleza como nación pese a que esa existencia lleva varios siglos anclada tenazmente en la Historia. En ese debate estéril, por lo general establecido sobre premisas del pasado, se evapora gran parte de la energía colectiva necesaria para proyectar el futuro. La España del siglo XXI vive aún condicionada por las heridas del XX, por los viejos conflictos de legitimidades y prejuicios que parecían clausurados en el consenso constitucional y cuyos demonios nos empeñamos en desenterrar los españoles como si una obsesión retroactiva nos empujase a arrepentirnos de nuestro mejor éxito. Por alguna maldita razón España parece siempre un país sin terminar, a medio construir o a medio deshacer, envuelto en la sempiterna discusión sobre su naturaleza, lastrado por una congénita incapacidad para la autoestima y el acuerdo. A esa endémica debilidad, a ese cuestionamiento perpetuo de la cohesión interna, se ha unido en los últimos tiempos efecto de un triunfante relato nihilista surgido de los escombros de la crisis, una visión pesimista y destructiva del hecho nacional tan exagerada y trivial como la del peor triunfalismo. Esta narrativa del fracaso, elaborada desde un sesgado ventajismo, ha aprovechado el manifiesto desgaste de la estructura institucional y la sensación ciudadana de desamparo para asentar un discurso de demolición camuflada de regeneracionismo. Se trata de un artificio retórico oportunista basado en confundir la ineficiencia de un modelo administrativo extenuado con el agotamiento del proyecto de convivencia política. Su objetivo es el de un designio ideológico de ruptura cristalizado en dos grandes vectores: de un lado el impulso derribista del sistema de libertades del 78, despectivamente llamado régimen, y de otro el fraccionamiento territorial que fija mediante la mitología de la secesión un horizonte escapista, un plan de fuga. El peligro de la situación es grave porque la fatiga de los materiales constitucionales coincide con el cansancio de un pueblo moralmente desarticulado por el retroceso del bienestar. Es el contexto clásico para las pérdidas de rumbo y la búsqueda desesperada de soluciones radicales. El progresivo declive de la celebración del 12 de octubre como fiesta unitaria es el testimonio de ese clímax crítico de desencuentro en el que el liderazgo de la renovada Corona intenta inyectar la dosis imprescindible de hálito constructivo. Pero sin el concurso de una clase dirigente leal con sus propias responsabilidades no habrá modo de evitar el extravío del modelo de concordia plural ni el decaimiento de los vínculos representativos y hasta sentimentales que lo han sostenido. La estabilidad de una nación sólo puede vertebrarse a través de la consistencia de su Estado. A JM NIETO Fe de ratas

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.