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ABC CORDOBA 09-10-2015 página 60
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60 CULTURA VIERNES, 9 DE OCTUBRE DE 2015 abc. es cultura ABC Hasta el 7 de febrero El CAAC de Sevilla celebra sus bodas de plata con El gran silencio JESÚS MORILLO SEVILLA Isidoro Valcárcel Medina: El Velázquez premia mi vejez El galardón, dotado con 100.000 euros, reconoce la solidez de medio siglo de trayectoria JAVIER DÍAZ- GUARDIOLA MADRID El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) está celebrando sus 25 años con una serie de exposiciones que llegaron ayer a su núcleo central con El gran silencio que podrá verse hasta el 7 de febrero de 2016 y que reflexiona sobre la estética del silencio en el arte y el pasado del edificio en que se asienta el monasterio de Santa María de las Cuevas de Sevilla a partir de los preceptos de la vida cartuja. Esa doble condición de la muestra se aprecia en la selección de artistas, donde conviven algunos nombres propios del arte actual, como la colombiana Doris Salcedo y Susan Philipsz (premio Turner) junto a creadores que han intervenido en la Sala de Turbinas de la Tate Modern, como Tino Sehgal y Tacita Dean. A ellos se suman artistas barrocos cuyas obras estuvieron en el monasterio de la Cartuja antes de la desamortización de bienes eclesiásticos de 1836, como Velázquez, Zurbarán, Alonso Cano, Juan Martínez Montañés y Valdés Leal, entre otros, que pueden volver a verse en este lugar gracias a préstamos de museos como el Prado, el Nacional de Cataluña, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y el Bellas Artes de Sevilla. Austeridad monacal La exposición plantea un discurso sobre el silencio y el vacío en el arte conceptualmente bien armado, que puede apreciarse en la primera sala. Un espacio vacío donde una proyección muestra al pianista David Tudor, el favorito de John Cage, interpretando una de las piezas más icónicas de la música del siglo XX: la silente 4: 33 El discurso de la muestra está reducido a la máxima esencia y requiere un espectador activo y puede resultar difícil para el gran público, con salas casi vacías y ocupadas solo por un bailarín en danza silenciosa (Tino Sehgal) o por un altavoz en el que Susan Philipzs canta el More than this de Roxy Music, una pieza ideada para otra cartuja, la de Valldemosa en Mallorca. Solo las jaulas colgadas a gran altura de Pepe Espaliú rompen este esquema aportando algo de espectacularidad en una obra, que, como explicó el director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes, expresa el aislamiento social que sufrió el artista, que falleció a causa del sida. Esa austeridad monacal se desarrolla en una muestra que reúne pintura y escultura, videoinstalación y performance, en un recorrido que también evidencia la austeridad y el recorte de las políticas presupuestarias de la Junta en Cultura. Si acaso todavía hubiera alguien que no conozca a Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937) este señor de aspecto valle- inclanesco puede parecerle un venerable anciano de los que no han roto un plato en su vida... ¡Y vaya si los ha roto! Ahí donde lo ven, el insigne creador es uno de los padres del arte conceptual en España, un visionario (que no un utópico) que cursó estudios de arquitectura para acabar en las procelosas aguas del arte, donde siempre se ha movido rápido antes de que le colgaran una etiqueta o lo encasillaran en una corriente. Eso le ha asegurado poseer una mente inquieta y un espíritu joven. Valcárcel Medina podría ser el abuelo de esos artistas jovenzuelos, hipters y resabiados (de los que todos conocemos unos cuantos) y de aquellos otros comprometidos y enfurruñados, con los que siempre se ha llevado tan bien. Él siempre recuerda que esto es algo que le enorgullece, y cuenta como anécdota que le suele suceder que la gente del estatus artístico se acerca a él pensando que es un estúpido, que no quiere saber nada de ellos. Sin embargo, los jóvenes desprejuiciados se olvidan de todo eso y por lo mismo se entiende con ellos divinamente. Sin prejuicios Ayer, algunos de esos señores encorbatados del arte debieron de pensar que Valcárcel Medina no es en absoluto un ser arisco, distante e insoportable pues, en nombre del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, le concedieron el premio Velázquez de Artes Plásticas 2015, con una dotación de cien mil euros, reconociendo una sólida y coherente trayectoria de medio siglo y su sobresaliente aportación al arte desde el compromiso ético, político y social lo que lo ha convertido en un referente crítico en la escena artística internacional No lo voy a negar: es una buena noticia. Lo recibo con gusto reconocía el artista, que atendía con su desparpajo habitual. Además, es algo que yo no he solicitado. Otra cosa son los premios por los que uno da la batalla y no consigue. Sólo entonces sí te puedes enfadar Valcárcel Medina hace otra lectura de lo que este galardón reconoce: Se ha premiado la vejez, sencillamente. Pero es una excusa buenísima. Creo que los estamentos gobernantes del arte, que no los políticos, se están acordando de una generación que se hace caduca. Pero luego volverán a lo ortodoxo Válcarcel Medina dice eso porque reValcárcel Medina posa ante algunas de sus obras C. HERNÁNDEZ Un toque de atención El premio es un aviso. Significa que me he institucionalizado y que hace falta cambiar coge el testigo de 2014 de Esther Ferrer, miembro de su generación, que ahora ha formado parte del jurado que le premia y que, presidido por Miguel Ángel Recio, director general de Bellas Artes y Bienes Culturales, ha estado compuesto por Bart de Baere, director del MHKA de Amberes; Iwona Blazwick, directora de la Whitechapel de Londres; Suzanne Cotter, directora del Museo Serralves; Marta Gili, directora del Jeu de Paume de París; José Lebrero, director del Museo Picasso- Málaga, el artista Isidro López- Aparicio y el comisario Alberto Martín Expósito. Y cae nuestro protagonista en cómo ambos autores se devuelven un testigo: Como ganador del premio Nacional de Artes Plásticas en 2007, formé parte del jurado que seleccionó a Esther Ferrer en 2008. Ahora nos volvemos a hacer un guiño Esquivo del mercado, autor comprometido, el murciano no se atreve a decir qué ha aportado él al mundo del arte: Lo poco o mucho que haya sido, se hizo siempre desde el compromiso. Y llevo cincuenta años con el mismo. He sido recalcitrante hasta más no poder ¿Y sigue siendo válido hoy? Desde luego. No me he movido ni un ápice. Lo mío es monotonía aburrida. Mi discurso tiene sentido. Y si algo le supone este reconocimiento a este autor que ha huido siempre del objeto material en pos de la experiencia artística, que ha expuesto en los más grandes museos y galerías (Macba, Koldo, Musac) para volver luego a la retaguardia, es un toque de atención: Esto significa que soy reconocido, que me institucionalizo. Ya toca, sin cambiar de dirección, hacer otra cosa Dará pie, pues, a una nueva pirueta de este Houdini del arte. Infatigable. Todo un señor.

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