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ABC CORDOBA 08-10-2015 página 15
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ABC CORDOBA 08-10-2015 página 15

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ABC JUEVES, 8 DE OCTUBRE DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN TECHO DE CRISTAL BLINDADO Si hay una reforma pendiente en España es la que permita a la mujer alcanzar el lugar que le corresponde en la sociedad ARIANO Rajoy, invitado por el Foro ABC, había congregado en el Casino de Madrid a lo más granado del Poder, con mayúscula. Poder financiero, empresarial, representantes de grandes despachos legales, cuerpo diplomático, populares crianza y gran reserva altos cargos de la Administración... más de cuatrocientas personas reunidas para escuchar lo que el presidente del Gobierno tenía que decir en vísperas de unas elecciones generales trascendentales como pocas. El Salón Real estaba lleno hasta la bandera. Y mientras el ponente desgranaba cifras de rating, PIB nominal, prima de riesgo, crecimiento, superávit externo, competitividad y demás elementos integrantes del discurso oficial único, yo veía a mi alrededor un océano desolador de corbatas. Un escenario dominado por rostros masculinos en una proporción de nueve a uno, incluyendo en la ecuación a políticas y periodistas cuya presencia subía significativamente la media. Si hay una reforma pendiente en esta España tan reformada por el Ejecutivo de Rajoy, según sus propias palabras, es la que permita a la mujer ocupar el lugar que le corresponde en la sociedad. La que ponga fin a siglos de discriminación real, más o menos explícita, causantes de un agravio histórico que crece con el paso de los años. Porque nun- M ca como en estos tiempos habían puesto tanto empeño las mujeres en formarse, competir, trabajar hasta la extenuación, demostrar su valía en las circunstancias más adversas, dejarse la piel en el empeño de alcanzar un lugar en el sol de profesiones secularmente dominadas por varones, para terminar chocando con un techo de cristal blindado que les impide alcanzar la meta de sus aspiraciones. Aspiraciones legítimas. Aspiraciones justas. Aspiraciones que piden a gritos ser colmadas. Como mujer, madre y ciudadana española yo exijo al legislador un marco de relaciones laborales en cuyo seno el sexo sea un factor irrelevante, que no nos obligue a elegir entre hijos y trabajo. Que haga posible la irrenunciable conciliación. Que imponga horarios racionales, semejantes a los vigentes en cualquier país de Europa. Exijo al legislador políticas de familia dignas de ese nombre, ayudas, amparo, sensibilidad, conciencia de lo que está en juego en un país voluntariamente hemipléjico que renuncia a la mitad de su talento creador y se condena a sí mismo al envejecimiento. Exijo al legislador una Educación encaminada a promover un reparto equitativo de las cargas, atribuciones y responsabilidades, tanto en el ámbito doméstico como en el profesional. Exijo al legislador que no se limite a pensar en sí mismo, con listas cremallera y demás zarandajas, y extienda su preocupación al conjunto de la población. Eso sí serían cambios revolucionarios en una España evidentemente incapaz de superar sus prejuicios sexistas. La fotografía del Poder, con mayúscula, no refleja la capacidad y esfuerzo de la mujer. Ni los esboza. Estamos igual que hace tres décadas, cuando yo empecé mi andadura periodística, o acaso peor, porque en aquellos días existía una esperanza que se va esfumando. Bregamos como fieras en la base de la pirámide pero seguimos sin acercarnos siquiera a la cúspide. Lo cual, aparte de constituir una iniquidad, se refleja en la gestión manifiestamente mejorable de una economía que no baja del 20 por ciento de paro y castiga sistemáticamente a las féminas. Pobre herencia para unas hijas criadas en el espejismo de ser iguales en derechos y por tanto ir a gozar de idénticas oportunidades. ¡Mentira! IGNACIO CAMACHO DISCOPOLÍTICA Esta moda parece aconsejada por un asesor desesperado: si no tienes nada que decir sube la música y muévete con desparpajo ESDE que la televisión secuestró la política para convertirla en un debate de tertulianos, los dirigentes convencionales andan en busca de una reconversión como estrellas del espectáculo. Se suben a tirolinas, intervienen en Sálvame participan en los lates shows o abren a las cámaras la intimidad de sus cuartos de baño. Estamos en la fase paroxística de la banalidad que Neil Postman pronosticó en Divertirse hasta morir hace veinticinco años. La última moda del buenrollismo televisivo es la danza, que sustituye el vacío de ideas y hace rodar por las redes sociales vídeos con estudiada apariencia de espontáneos. El último mitin del PSC en Barcelona no anunciaba discursos sino cabriolas: ven a bailar con Iceta decían los reclamos. Lo peor es que el candidato tuvo éxito; sin soluciones que aportar se abrió paso con una popularidad discotequera de travolta periurbano. El efecto mimético ha sido instantáneo. Después de la celebrada actuación de Soraya nos espera un concurso en prime time de impostada desenvoltura coreográfica. Los políticos bailan en casi todas partes, y en las campañas de Estados Unidos se trata de un clásico; Clinton ganó un disco de platino para Los del Río y Obama no pierde ocasión de soltar su elegante ritmo afroamericano. Pero en el mundo anglosajón lo hacen por fingir desenfado y en España por pura oquedad discursiva, para obtener un mínimo de visibilidad y reclamar atención cuando no tienen modo de abrirse paso. Esta tendencia ha debido de surgir del consejo de algún asesor desesperado: si no tienes nada que decir manda subir la música y muévete con desparpajo. Danzad, danzad, malditos. Quizá crean que aportan frescura a la política o que se humanizan a sí mismos transformando los escenarios electorales en discotecas de barrio. El problema no está en el baile en sí mismo, claro, sino en su uso oportunista para camuflar la ausencia de un relato. Funciona porque responde a un modelo de opinión pública trivializada, líquida, en la que sólo importan los impactos. En el universo twitter, dominado por el eslogan superficial y la consigna escueta, nadie se detiene a escuchar conceptos de una mínima complejidad sintáctica; cinco frases seguidas constituyen un coñazo. La posmodernidad ha jibarizado los debates e impuesto un lenguaje de gestualidad jovial, desnudo de conceptos, de pura empatía física. En medio de la deconstrucción compulsiva del pasado viejuno bailar significa parecer joven, el nuevo mantra sagrado. Con las elecciones en navidad veremos a candidatos cantando villancicos para no tener que descifrar programas. En esa fiesta musical el hierático Rajoy tal vez sea el único que no esté invitado. Nadie va, sin embargo, a revelar antes de tiempo lo que de verdad interesa a los españoles: con qué pareja piensa subir cada cual a la pista de los pactos. D JM NIETO Fe de ratas

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