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ABC CORDOBA 02-10-2015 página 17
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ABC CORDOBA 02-10-2015 página 17

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC VIERNES, 2 DE OCTUBRE DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 17 VIC EL DEDO EN EL OJO MARIO FLORES PARCELATO GOURMET La alta cocina refleja en parte los tiempos que vivimos bajo el dictado de la superficialidad y la modernidad vacía e tuve que reír con Vic el otro día. Nuestro viñetista, pródigo en reflejar el alma y el pulso de cuanto acontece en nuestra ciudad, nos proponía una desopilante viñeta en la que contemplábamos a tres típicos cordobeses que, sobre un escenario, enseñaban al público sus destrezas en la elaboración de un típico perol cordobés. Parcelato Gourmet Show Cooking Perol Cordobés tituló nuestro dibujante la escena que constituía un trasunto del Córdoba Califato Gourmet certamen gastronómico que se ha celebrado en estos últimos días. Y me tuve que reír porque el espíritu de la caricatura reflejaba elegantemente cuán lejos de nosotros queda esa pretenciosa cocina moderna que pretende hacernos pasar a todos por esnobs abonados a la sofisticación de los fogones. Porque, dejémonos de gaitas, el cordobés medio (la inmensa mayoría entre la que me incluyo) vivimos en las antípodas de la esferificación del queso o de la gelatina de Flavis Frizzante con espuma de queso, manzana y almendra por poner algún ejemplo. Y no es que esté yo en contra de esta nueva cocina, todo lo contrario, me parece importante la innovación, la creación de nuevos conceptos y la elaboración creativa de nuevos platos. Pero, admitámoslo, la mayoría de las veces, quienes degustan esas creaciones lo hacen con ese espíritu malicioso que les permitirá alardear de cosmopolitismo ante sus conocidos. Es el mismo principio que rige en la publicación de fotografías de exóticos lugares en las redes sociales: postureo, esnobismo y chincha rabiña Vic nos desnuda el alma cordobesa en su afortunada viñeta y pone ante nuestros ojos una realidad incontestable: los cordobeses somos más de andar por casa; de medios y de jamón, de rabo de toro y de salmorejo, de flamenquín y de pastel cordobés, todo aderezado con una buena tertulia sobre lo humano y lo divino y, sobre todo, lo mundano. Una simple y genial ilustración nos da para reflexionar sobre el signo de nuestro tiempo, un signo que está preñado del dictado de la superficialidad, de la modernidad vacía y de la sofisticación de los conceptos que, a la postre, no dicen nada. Y el correlato de esa realidad líquida lo encontramos en la forma en que se comunican esos nuevos (y vacíos) conceptos: el neolenguaje (que si movilidad sostenible por aquí, que si perspectiva de género por allá, En todo caso, vaya desde aquí mi felicitación al certamen gastronómico por su esmero, por su calidad, por su excelencia y por hacer de Córdoba un referente; las buenas intenciones hay que suponerlas, claro. Pero permítanme también hacer un exhorto a aquellos que se dedican a estas culinarias cuestiones: por lo que más quieran... ¡alejen de sí la tentación de elaborar el flamenquín deconstruido! Eso sería imperdonable. Otro día hablaremeos del tonto del Gin Tonic. M PERDONEN LAS MOLESTIAS ARIS MORENO MUERTE EN EL PARQUE Ignoramos qué empuja a un ser humano a asestar once puñaladas contra un hombre al que jamás ha visto hasta ese momento GNORAMOS qué empuja a un hombre a salir con un machete en el bolsillo. Lo normal es que te pongas los vaqueros, te calces las zapatillas deportivas, te abotones la camisa, te ajustes el cinturón, cojas las llaves, te eches la cartera al bolsillo trasero, guardes el móvil de última generación y pilles treinta, cuarenta, cincuenta euros. Hasta ahí hablamos de un tipo común, con un horizonte vital estándar, acechado por contratiempos corrientes, los mismos que acogotan a un joven cualquiera hoy día, la inestabilidad laboral, la presión de la hipoteca, los preparativos de la boda, la ansiedad del fin de semana. Qué se yo. Pero, claro, agarrar el pomo de la puerta para irte a tomar una copa a un garito y echarte un cuchillo de cocina al bolsillo presupone que algún nubarrón oscuro te nubla la masa encefálica por alguna de sus conexiones. Los recortes de prensa dicen que S. L. M. N. de 34 años de edad, enfiló en la madrugada del sábado pasado hacia uno de los bares nocturnos de Ciudad Jardín provisto de un cuchillo de grandes dimensiones. ¿Para qué necesita un individuo un machete cuando va a tomarse una copa y matar el tiempo con sus amigos? La pregunta se cae por sí sola. Todo indica que el individuo se adentró en el primer bar que se encontró en su camino. Quizás en el segundo. Y que pronto se topó con su víctima propiciatoria. Con un puñal en el bolsillo, nadie suele pre- I cipitar conversaciones de física cuántica ni se detiene en reflexionar sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos. Pongamos por caso. Un arma toma su propio rumbo y todo lo demás se convierte automáticamente en secundario. En aquel bar, previsiblemente, el futuro homicida tropezaría con su víctima o cruzaría con ella una mirada desafiante. Qué más da. Las razones para desencadenar la violencia son siempre irrelevantes. Un pisotón, un codazo, una pregunta inoportuna. Sea lo que fuere, S. L. M. N. de 34 años de edad, mostró su arma homicida como quien exhibe su documento nacional de identidad. Enseñó, digámoslo así, sus credenciales. Es en ese justo instante cuando el tiempo se acelera. Todas las cosas a partir de entonces se concatenan en un movimiento letal hacia el infortunio. El hombre del cuchillo abandonó el establecimiento con destino a los Jardines de la Victoria y, por razones no aclaradas, dos de los jóvenes lo siguieron. La muerte se agazapa en cualquier recodo de la noche y a la altura del aparcamiento subterráneo vino a imponer su designio. La nota de prensa distribuida asegura que la disputa se reprodujo en medio de la calle. Pasaban pocos minutos después de la una de la madrugada del sábado. Los detalles del intercambio de golpes y las invectivas no añaden nada a un relato que circulaba ya endiabladamente hacia la fatalidad. En un momento dado, el homicida empuñó el cuchillo y lo blandió sobre el cuerpo sudoroso de su víctima. Once puñaladas contabilizó el forense cuando examinó el organismo moribundo del joven. Ignoramos qué empuja a un ser humano a asestar once cuchilladas contra un hombre al que jamás ha visto hasta ese momento. ¿Se pueden acumular razones suficientes en un intervalo tan corto de tiempo? O mejor dicho. ¿Se pueden acumular razones suficientes en una vida entera? El machete había abandonado la casa del homicida horas antes con un propósito evidente de autorrealización. Nadie sale con un cuchillo en el bolsillo para tomar unas cervezas y reivindicar la alegría de vivir. Nadie.

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