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ABC CORDOBA 22-09-2015 página 67
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ABC CORDOBA 22-09-2015 página 67

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC MARTES, 22 DE SEPTIEMBRE DE 2015 abc. es cultura CULTURA 67 cir empresarios, someter a políticos, ilusionar a libreros y además sentar las bases de una especialidad donde la hegemonía femenina es absoluta, porque las agentes literarias en España se han hecho a imagen y semejanza de Carmen Balcells. Si en la lengua de Shakespeare el gran agente literario es un hombre Andrew Wylie, The Jackal en la lengua de Cervantes la reina de las agentes era Carmen Balcells, porque sin contar autores españoles su agencia representa a cientos de narradores latinoamericanos que gracias a ella hoy pueden escribir, publicar, ser traducidos y vivir de la literatura o sus alrededores. La influencia de la superagente literaria fue tan grande que en España se promulgó una ley que fue conocida como Ley Balcells porque consiguió que los escritores tributaran por sus ventas anuales y en ningún caso por los adelantos concedidos en forma de premios. Por eso Carmen nos deja como la clavó García Márquez: bañados en lágrimas. Una época de la literatura JORGE EDWARDS Videoanálisis sobre la figura de Carmen Balcells armen Balcells fue uno de los grandes personajes que he conocido. Descubrió los mecanismos más delicados, más complejos, de la edición moderna, pero fue mucho más allá. Amó la literatura a su modo, sin prejuicios, sin complejos, y fue una lectora excepcional. La gran ventaja de pertenecer a su agencia consistía en ser leído por ella, en que ella hiciera la primera o una de las primeras lecturas de los manuscritos que uno le entregaba. Entendía el texto de inmediato, de manera sencilla, fuerte, directa, sin complicaciones inútiles, con toda la sutileza y toda la sensibilidad necesarias. Conocía mejor que nadie al personaje complicado, casi siempre disimulado, a menudo defensivo, del escritor, y sabía tratarlo. Podían ocurrir muchas cosas en una conversación con Carmen, pero lo más importante de todo era que uno salía de su oficina de la Diagonal de Barcelona con ánimo, con más seguridad, con fuerza para seguir escribiendo. Me encontré con ella en Barcelona, en Madrid, en Lima, en Santiago de Chile. Era una observadora certera y no tenía pelos en la lengua. Había gente C que tomaba tranquilizantes antes de to y hasta un olfato particular por los reunirse con ella. Pero esa gente se equi- manuscritos: los manuscritos de Carvocaba. Había que reunirse con ella men, que no sé dónde han ido a parar, para adquirir una visión más serena, deben ser los mejores, los más complemás equilibrada, más amplia del mun- tos, de la literatura contemporánea. No do. Porque Carmen tenía una inteli- digo sólo española. Es difícil imaginar gencia rápida, penetrante, y además una pasión más viva, más consecuende eso una especie de sensatez campe- te y coherente. Carmen sabía darle sina. Sabía descubrir lo esencial de los grandeza, interés, sentido, a su pasión problemas y proponer salidas. Era dura, literaria. Una vez me contó que escriimplacable, y negociadora, biría un solo libro, y que Lo único que sería un libro sobre los escomponedora. tiene sentido, La conocí a mediados de fuerzos y el dinero que gasla década de los sesenta en tan los novelistas para esahora, en una escalera de la Editorial cribir sus novelas. En otras la creación Seix Barral, en la calle Propalabras, sabía mirar a sus literaria, venza de Barcelona. Había amigos novelistas como es tratar de trabajado en una oficina de consumidores extravaganrecuperar ese tes, como derrochadores comercio internacional y tiempo después en la secretaría de creativos. En la conversaCarlos Barral, donde todo ción era capaz de sacar a el mundo pasaba y donde todo podía relucir una risa extraordinaria, una ocurrir. Comprendió a fondo a los es- gracia interna. Era, en algún sentido, critores de la generación española de quijotesca, atrabiliaria, fantasiosa, pero los años cincuenta, a Barral, a Jaime nunca le faltó el gracejo sanchopanGil de Biedma, a Juan Benet, a los Go- cesco. Fue una época de la literatura, ytisolo, a José María Castellet, a Juan y lo único que tiene sentido, ahora, en Marsé, a todos ellos, y después enten- la creación literaria, en la edición, en dió el tema de los escritores de Améri- el manejo cuidadoso y a la vez ambica Latina, el de Mario Vargas Llosa y cioso de los libros, es tratar de recupeGabriel García Márquez, el de José Do- rar ese tiempo, ese clima único. Aunnoso y Pablo Neruda. Y tenía un gus- que hoy parezca imposible.

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