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ABC CORDOBA 22-09-2015 página 15
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ABC CORDOBA 22-09-2015 página 15

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ABC MARTES, 22 DE SEPTIEMBRE DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA MONTECASSINO HERMANN DE AGOREROS Y GOLPISTAS Nadie que tuviera algo de poder e influencia dijo nada, todos asustados de que pudieran llamarlos centralistas, cuando no fachas o franquistas INALMENTE van a dar la razón a los pocos catastrofistas y agoreros que hace diez años augurábamos el pequeño desastre que se avecina. No hace ninguna ilusión verse confirmado en los miedos ante una deriva que nos parecía evidente, pero a la que nadie quería hacer frente. ¡Cuánto ridiculizaron en las tertulias a quienes anunciaban que sí existía ese plan para romper España y que, de no impedirse, el nacionalismo iba a hundir a España en una crisis que amenazaría la convivencia pacífica y todas las conquista de la sociedad español de las últimas décadas! ¡Cuánto se rieron de quienes temían por la unidad de España esas terminales del catalanismo izquierdista que son prácticamente todos los medios privados audiovisuales! No dejaron de ridiculizarles para mantener bien intimidados y paralizados a los demás medios españoles, los que quizás podrían haber hecho algo para advertir o denunciar las trampas del nacionalismo y de la izquierda. Nacionalistas e izquierdas una vez más en nuestra historia compinchados en un grotesco frente contra la idea misma de España, contra las legítimas ideas que demandaban y demandan un fin al delirio anticonstitucional, a las jaurías de agitación y agresión multimediática a las instituciones, a la promoción incansable del odio a España. Nadie que tuviera algo de poder e influencia F dijo nada, todos asustados de que pudieran llamarlos centralistas, cuando no fachas o franquistas. Insisto siempre en algo obvio que muchos no quieren ver. Y es que en España no hay libertad, porque apenas alguien la ejerce. Para ser libre en España hay que perder el miedo a ser acusado de ser fascista o franquista por los coros difamadores que con ese instrumento de censura y castración de pensamiento y voluntades, han hecho de los españoles la sociedad más dócil y cobarde del continente. Desde la transición han paralizado la libertad de pensamiento y de expresión, de actuación y de debate. No hay debate real en el que la verdad acabe con las mentiras. En realidad, están las culpas muy repartidas. Tan asustados han estado los españolitos de a pie como las elites. Si acaso existen o merecen tal nombre. Las supuestas elites han fallado como casi siempre en la historia de España. Han estado agazapadas o alegremente colaboracionistas con quienes viven de la industria de la desmembración. No hacía falta ser Merlín para prever que un traidor recompensado se reafirma en su traición, un delincuente impune y próspero no se arrepiente y una mentira difundida de forma febril y obsesiva sin nadie enfrente que la corrija o desmienta, acaba siendo asumida como gran verdad por una mayoría en esta sociedad infantil y sentimental, dependiente de la dosis mediática de emociones y sentimientos y postrada acríticamente ante una narrativa mentirosa. Quienes exigieron que se cumpliera la ley y se impusiera su cumplimiento a quienes insistían en el desacato fueron calificados de extremistas. Quienes advirtieron sobre la inminencia del enfrentamiento civil si no se ponía fin a la impunidad de la sedición fueron silenciados. La única solución esperanzadora para el futuro de Cataluña y toda España pasa ya, probable y paradójicamente, por una victoria de los separatistas. Porque entonces, y si actúa como anuncia el golpista Artur Mas, el Gobierno de la Nación no podrá sustraerse otra vez a su responsabilidad. Tendrá que cumplir con su deber y cada cual tendrá que responder por sus actos. Caso contrario, quedaría el Gobierno tan fuera de la ley como los sediciosos. Esa intervención que ponga fin al proceso golpista debería ser el principio del fin de la impunidad en España, que ya es absolutamente inaplazable si queremos evitar deslizarnos hacia las penumbras siniestras del estado fallido. IGNACIO CAMACHO LA RONCHA Este Mas al que llaman Honorable quiere honrar su título haciendo un simpa con la deuda catalana. Todo un caballero Q JM NIETO Fe de ratas UE nos quieren dejar una roncha, dice Mas. Que si el Estado al que él representa, que es lo más grave no se aviene a negociar su propia desintegración, además de irse por las bravas le hacen un simpa y le dejan colgada la deuda catalana. Sí, esa que el Gobierno ha avalado para que la Generalitat pudiese pagar las nóminas, la luz, la TV 3 y las embajaditas de la señorita Pepis. Esa que el nacionalismo ha aumentado de 35.000 a 68.000 millones en cinco años mientras dejaba pudrirse la sanidad y destinaba cero euros al gasto para guarderías. Esa que si el Ministerio de Hacienda no respaldase con los impuestos de todos los españoles ladrones que robamos a Cataluña, ya saben sería puro papel basura, un chicharro en el mercado. Esa misma. La que usted, contribuyente de Madrid, de Extremadura, de Andalucía o de Aragón, ha fiado. Pero no vaya nadie a creer que, en la hipótesis de que las autoridades españolas consintiesen en sentarse a tratar las condiciones de la secesión con su mejor sonrisa y su más benévolo talante, los separatistas accederían a hacerse cargo íntegro de sus compromisos de pago. Hasta ahí podíamos llegar; para el nacionalismo lo suyo es suyo y lo demás de todos, así que en el mejor de los casos aceptaría suscribir a pachas y con mucha generosidad una parte del pasivo. Esto lo dice Mas con su apretada mandíbula cuadrangular apuntando al horizonte y una expresión de mucho cabreo, como si la alusión a la simple posibilidad de apoquinar sus débitos fuese una forma de mentarle la madre. Los soberanistas se han irritado en extremo ante la advertencia de que se encaminan hacia un corralito financiero; quizá no esperaban que las cosas de comer interfiriesen con aspereza su triunfal campaña de misticismo emocional y sentimentalidad identitaria. De repente el debate se ha vuelto prosaico y ha quedado de relieve que el destino manifiesto del pueblo cautivo consiste en quedarse fuera del euro. Así que han decidido dejarse de chantajes morales y políticos y apelar sin tapujos a la coacción económica, a la amenaza contante y sonante. Acabáramos: se trataba de una cuestión bien prosaica, un asunto de dinero. La independencia consistía en largarse sin tarifar y endosarles la deuda a los incautos que han firmado el papeleo. Por gilipollas. Por cumplir con su obligación y pensar que todo el mundo va a hacer lo mismo. Por confiar en la honrada observancia de quien sólo ha demostrado deslealtad. Y ahora el Estado, o sea, el Gobierno que lo representa, que siga engordando el Fondo de Liquidación Autonómica. Que siga ejerciendo tutela en el desparrame soberanista. Que siga protegiendo el derroche en políticas de construcción nacional Que siga tapándoles agujeros a los manirrotos gestores de una institución en quiebra técnica que con razón llevan títulos de Muy Honorables: da gusto tratar con esta clase de caballeros.

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