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ABC CORDOBA 12-08-2015 página 15
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ABC CORDOBA 12-08-2015 página 15

  • EdiciónABC, CORDOBA
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ABC MIÉRCOLES, 12 DE AGOSTO DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 15 VIC LA TRIBU ANTONIO GARCÍA BARBEITO ESPAÑA Hay que repetirlo. España, ¡qué grande, qué hermosa, qué sabrosa, qué bellísima, qué seductora... qué país T DESDE SIMBLIA JOSÉ CALVO POYATO CONTUMANCIA EN EL ERROR Los nuevos dirigentes, sin un programa de gestión, acaban dando palos de ciego para dar la imagen de que todo se renueva S e trata de algo muy personal. Suelo asociar la palabra contumaz con hereje La asociación de palabras es propia de nuestra mente y ocurre que unas nos hacen pensar en otras. En mi caso, probablemente, se trata de haber releído en varias ocasiones la obra Autos de fe y causas de la Inquisición de Córdoba de Rafael Gracia Boix. En ella nos señala con frecuencia que muchos de los penitenciados, acusados de herejía, eran contumaces, es decir porfiados y tenaces en mantenerse en el error. No es mi propósito, referirme a herejes, sino a la persistencia en los errores que parece acompañar con más frecuencia de la deseable a la gestión de lo público. Cuando en septiembre de 1868 en la bahía de Cádiz se inició lo que se conoció después como la revolución de septiembre había un amplio consenso acerca de que Isabel II debía ser destronada. Coincidían un nutrido grupo de espadones, entre los que se encontraban Prin, Serrano, Caballero de Rodas o Topete, líderes del partido progresista, casi sin excepciones, el ala más avanzada de los moderados, republicanos de todos los pelajes y hasta su cuñado, el duque de Montpensier, que puso los dineros para dar el necesario sustento a la revolución. El gri- to fue: ¡Abajo los Borbones! Conseguido el objetivo, surgieron problemas porque no había repuesto. No había un programa al que amoldarse y así en España se escribió, durante los años siguientes, una las páginas más inestables de nuestra Historia. En seis años, los que van de 1868 a 1874, hubo un gobierno provisional presidido por Serrano, el ensayo de una nueva dinastía- -la de Saboya- la proclamación de la I República- -duró once meses y desfilaron cuatro presidentes de gobierno- -y otro gobierno provisional que volvió a presidir Serrano, hasta que se materializó la restauración de los Borbones. Algunos de los nuevos dirigentes municipales- -en muchos casos son la suma de casi todos para quitar de en medio a los que gobernaban antes- -parecen carecer de un programa de gobierno con el que llevar adelante su gestión y andan dando palos de ciego que, fundamentalmente, consisten en echarle el freno y parar los proyectos y las iniciativas puestas en marcha por los anteriores gobernantes. A veces cercenando expectativas y ahogando posibilidades. Para dar la impresión de que la actividad no cesa y todo se renueva, hay quien se dedica a bajar bustos de pedestales, descolgar cuadros de las paredes, retirar crucifijos de las vitrinas y todo ello utilizando los argumentos más peregrinos. Hay para todos los gustos. Tenemos casos en Barcelona, Jerez de la Frontera, Córdoba o Cádiz. En este último ayuntamiento, su alcalde para dar sensación de actividad convoca un pleno en agosto, cosa que no se había hecho durante los años de su antecesora en el cargo, pero pide a los portavoces municipales que sea un pleno liviano, sin muchas iniciativas que para algo estamos en vacaciones. No es nuevo esto que estamos viendo. Otros lo hicieron antes. Terminada la guerra civil, en 1939, los vencedores arramblaron con cualquier signo que recordara que había habido una república y se frenaron, entre otras, importantes iniciativas educativas puestas en marcha. Parecía que habíamos aprendido la lección y vivimos los años de la llamada Transición que algunos parecen empeñados en borrar. Esa es la contumacia en el error histórico que parece acompañarnos como una maldición ancestral. E lo dije hace mucho tiempo y te lo repito hoy, como podría repetírtelo en cualquier sitio, a cualquier hora, en cualquier ocasión: Te beba por donde te beba, te muerda por donde te muerda, te mire por donde te mire, te ande por donde te ande y te asomes por donde te asomes, España, ¡qué grande, qué hermosa, qué sabrosa, qué bellísima, qué seductora... qué país! Apenas he salido de ti, escapadas más o menos cortas, y aunque jamás dejé de reconocer lo bueno, lo hermoso, lo admirable y lo grandioso de otras tierras, siempre me quedaste tú como quedaba Sevilla tras la copulativa machadiana (de Manuel) en el poema a Andalucía: Y España. Recuerdo cuando te recorría, página a página, en los libros escolares, y eras pieza de tela en Cataluña, espiga y pan en Castilla, chimenea de altos hornos en Vizcaya, huerta en Valencia... y creía entonces que sólo te dividían los productos del campo o de la industria, los matices de tu lengua, según quién te pronunciara, y la montaña allí, los olivos aquí, el frío más arriba, la seriedad en otros sitios. Te miraba entonces por regiones sonoras en sus provincias, por ejemplo, Castilla la Vieja: Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila... Cuando empecé a andarte, España, ya eras otra cosa, ya las lindes regionales- -las provinciales no se notaban más que en los nombres de los carteles- -las fui trazando más por el clima, por lo que se levantaba o se echaba en la tierra; por un castillo, una torre, un río, un mar, un encinar infinito... Sabes, desde la primera vez que fui a verte a Soria, España, cuánta España tengo dentro, por Gormaz y por Santo Domingo, por San Juan de Duero y por Calatañazor, por Numancia y por Yangüas, sí, pero ¿acaso no por Almenar y por Noviercas? ¿Acaso no por Valduero y por San Leonardo? ¿Acaso no por San Saturio y por la Laguna Negra? Y como Soria, tantas otras Españas resumidas en una, en ti. Que si el mar Mediterráneo, que si el Atlántico, que si la Montaña, que si los verdes increíbles de Galicia y de Asturias, que si los ríos que van desangrándosete por las carnes frescas de las alamedas o los manchones de grama y espadañas... Que si el vino fino, la manzanilla, la cerveza, el tinto, otros blancos... Que si el queso, las uvas, las gachas, y siempre el vino, de La Mancha- -de mi Tomelloso querido- que si el pan de allá, la carne de allí, el pescado de aquel sitio, los guisos aquellos, el agua, la luz, el aire, el campo... Tus acentos, tu folclore, esa otra palabra que suena en tu palabra... Que no te divida nadie, España. Sé tú, entera, sin divisiones, sonándonos a todos con distintos sabores en el mismo corazón. antoniogbarbeito gmail. com

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