Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC CORDOBA 12-08-2015 página 13
ABC CORDOBA 12-08-2015 página 13
Ir a detalle de periódico

ABC CORDOBA 12-08-2015 página 13

  • EdiciónABC, CORDOBA
  • Página13
Más información

Descripción

ABC MIÉRCOLES, 12 DE AGOSTO DE 2015 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA VIDAS EJEMPLARES LUIS VENTOSO ME GUSTA Y ahí siguen las redes sociales, con barra libre para las mayores ofensas B RADFORD, una ciudad de medio millón de habitantes en el Norte de Inglaterra, no es hoy precisamente la Riviera. Lejos del brillo global de Londres, montado sobre la manga ancha de la impresionante industria financiera de la City, el Reino Unido silencia patrióticamente sus heridas y su suave decadencia. Bradford supera de largo la media nacional de criminalidad y paro. El desempleo se dispara al 50 entre los inmigrantes de Pakistán y Bangladesh, que suponen un cuarto de su población. Pero la ciudad tiene un pasado glorioso. En el siglo XIX fue uno de los primeros focos fabriles que se aprovecharon de la inventiva de la Revolución Industrial. Bradford se convirtió en la capital de la lana del mundo merced a sus telares pioneros. También se abrieron fábricas de camiones, furgonetas, motos. Era un imán de prosperidad, al que fueron llegando sucesivas remesas de inmigrantes: primero los irlandeses, luego los judíos europeos, después polacos y ucranianos y por último pakistaníes y bangladesíes. El problema es que desde mediados del siglo XX Europa perdió su chispa creativa. Inglaterra, que algún día cambió el mundo con sus libertades, su fútbol, su máquina de vapor y sus Beatles, hoy ya no inventa nada. Bradford conserva un impresionante legado monumental victoriano, con galardones varios de la Unesco. Pero es la estampa de un fracaso, el epítome de tantas ciudades del Norte de Inglate- rra, marchitas y sin futuro tras ver cómo la fábrica del mundo se mudaba a China. El pasado junio, en un instituto de Bradford de fachada de diseño, un profesor de apoyo, Vicent Uzomah, un varón negro de 50 años que llevaba solo siete semanas en el centro, pidió a uno de sus alumnos que le entregase un iPhone dorado con el que estaba pavoneándose en clase. ¡Negro, puedes quedarte con el teléfono! le respondió el chaval, de 14 años, antes de sacar un cuchillo de cocina y perforarle el intestino. El chico, de ascendencia pakistaní, abandonó el aula y unas horas después fue detenido en una plaza, donde charlaba con dos colegas. El perfil del agresor vuelve menos sorpresivo el ataque. El adolescente tenía antecedentes penales, se pasaba el día fumado y era un racista y un acosador escolar. Un juez le acaba de imponer una pena de once años de cárcel, de los que cumplirá tres (asómbrense: lo han juzgado y condenado en solo dos meses) El profesor, que salvó su vida pero sufrirá secuelas psicológicas y físicas, ha comparecido para decir que como cristiano lo perdona y que rezará para que reoriente su vida. Si la historia acabase aquí sería dura, pero no especialmente singular: una agresión brutal a un profesor en un áspero colegio arrabalero. Pero hay algo más. A los veinte minutos de acuchillar a su maestro, el alumno subió su gesta a Facebook: El h. d. p se divertía, así que le clavé la hoja directamente en su barriga escribió. El mensaje recibió en solo unos minutos 69 Me gusta ¡Qué enfermos! exclamó el juez al aludir a los 69 fans mientras leía su sentencia. Pero la barra libre de internet diluye al final toda responsabilidad. Resulta irrelevante que las faltas virtuales provoquen daños reales. Las leyes contra la injuria y la difamación que obligan a los editores de prensa y a los periodistas no rezan en el mundo de Zuckerberg, que goza de barra libre para publicar en su plataforma las barbaridades que allí afloren (del mismo modo que practica alegremente la ingeniería fiscal para pagar cuatro patacones a las haciendas de Francia, España o Reino Unido, países en los que se lucra copiosamente) Por decirlo en su terminología simplona: No me gusta IGNACIO CAMACHO NESSIE EN EL ESTRECHO La cuestión de soberanía pervive en un bloqueo diplomático que disfraza la conformidad internacional con el statu quo G JM NIETO Fe de ratas IBRALTAR es la gran serpiente del verano español, nuestro particular monstruo del Lago Ness asomado al Estrecho como un descomunal león marino. Cada año, con la sequía estival de noticias reaparece con la puntualidad cíclica de las Perseidas el viejo contencioso colonial, con sus escarceos del narcotráfico y el contrabando y sus escaramuzas de patrulleras en aguas territoriales. Menguantes las movilizaciones jornaleras, sólo los incendios forestales disputan al conflicto de la Roca su indiscutible hegemonía en el tradicional repertorio informativo de agosto. Una especie de menú de chiringuito recalentado en el microondas de esa tensión espasmódica y algo perezosa que caracteriza los litigios de frontera. Nada va a cambiar, sin embargo, en ese cansino toma y daca que ya apenas moviliza el abotargado músculo de nuestro orgullo nacional. Hace tiempo que la UE decidió encogerse de hombros ante las disputas de mala vecindad cuyo eco llega a Bruselas como el inocuo zumbido de una mosca cojonera. La cuestión de soberanía pervive en un bloqueo diplomático perenne que disfraza la conformidad internacional con el actual statu quo. No conviene llamarse a engaño: la situación geoestratégica del Peñón se adecúa a los intereses de la defensa atlántica, cuyas autoridades prefieren mantenerlo bajo el control de una potencia nuclear fiable. Por eso hacen la vista gorda al fraude fiscal, al manifiesto lavadero de capitales y al contrastado amparo de esos contrabandistas que, como denuncia el alcalde de Algeciras, gritan ¡casa! como si jugasen al parchís cuando alcanzan el perímetro de aguas supuestamente acogidas a fuero gibraltareño. Toda esa incidentalidad cotidiana, ese rifirrafe perpetuo de guardacostas, esa recurrente bronca fronteriza se la trae al pairo a la espesa burocracia comunitaria, que la considera inevitable peripecia menuda de un forzoso equilibrio de conveniencia. No existe en las instituciones de arbitraje la más mínima disposición a intervenir en este antiguo pleito en el que parecen haber decidido que resulta mucho más fatigoso, y tal vez hasta contraproducente, encontrar una solución que mantener el problema. Les da igual que España tenga razón porque lo que no tiene es peso específico ni importancia para sostenerla. Esa convicción es la que alimenta junto a errores recientes de la desastrosa diplomacia zapaterista la altanería a menudo chulesca de un sedicente Gobierno sin mayor masa crítica que el ayuntamiento de una ciudad más bien pequeña. Tiene Gibraltar la seguridad plena de que todo continuará igual y de que sus excesos y provocaciones cuentan con la ventaja de una pasiva anuencia. Seguirá hostigando pesqueros, blanqueando fortunas opacas y protegiendo a traficantes. Y nada sucederá ni este verano ni ningún otro más allá de los seculares roces de una mala convivencia. Ya llegará septiembre.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.