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ABC CORDOBA 12-08-2015 página 3
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ABC MIÉRCOLES, 12 DE AGOSTO DE 2015 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA LA VEJEZ POR EDUARDO SERRA REXACH El aprendizaje es duro, durísimo. Ver cómo nos van faltando nuestros hermanos, nuestros amigos, en definitiva nuestras referencias, es un recordatorio continuo de que te queda menos por vivir y que lo menos que te queda es peor por quedarte sin los interlocutores con quien compartir tanto las experiencias vividas como las novedades que nos presenta la actualidad; viéndolas, como diría Ortega, desde el mismo vagón del tren UNQUE a la vejez se llega de modo paulatino y progresivo, la conciencia de esa llegada es abrupta e imprevista. De repente uno se da cuenta de que es viejo. Las incapacidades, las molestias y las limitaciones se han ido sucediendo y quedando pero nos resistimos a pensar que somos viejos. Hasta que un buen día nos levantamos y constatamos que, queramos o no, lo somos. En otras épocas, en el siglo XVIII sin ir más lejos, era bueno ser viejo; era mejor que ser joven; los jóvenes, incluso los más jóvenes, como Mozart, se ponían pelucas empolvadas para parecer mayores, para parecer viejos. En nuestra época, por el contrario, la moda, lo apetecible, es ser joven. Todo el mundo pretende parecer más joven de lo que en realidad es. El vestuario, el maquillaje, incluso la cirugía estética, se utilizan para ello. Hay que disimular la edad a toda costa. Parece que ser viejo es una desgracia, una desgracia inevitable. Y, sin embargo, no es así. En primer lugar porque la alternativa (no llegar a viejo) es peor. Pero también hay otras razones, a mi juicio, de peso. La primera es que la vejez tiene un papel que jugar, un papel importante. Cuenta Ortega y Gasset que los clásicos griegos dividían la vida en tres etapas y como no tenían televisión y sí teatro, y del bueno, asociaban las etapas de la vida a los distintos papeles que se dan en el teatro: a) La primera, la juventud: en ella se interpreta el papel del autor, el tiempo gramatical que se conjuga es el futuro y uno se prepara para interpretar el papel de su vida. Era pues el tiempo de la preparación, bien fuera esta genérica (desde el nacimiento hasta los 15 años) bien fuera la específica para su profesión (de los 15 a los 30 años) En estos años y de forma progresiva uno iba (consciente o inconscientemente) escribiendo el rol que querría desempeñar en el futuro. b) Se llegaba así al segundo periodo: la vida adulta, la etapa de madurez, que abarcaba de los 30 a los 60 años. Ahora el tiempo gramatical a conjugar es el presente; uno ya es el actor de su vida; es el tiempo del trabajo y de la acción. Uno se realiza como persona. El paralelismo con el mundo del teatro no es casual. En aquella Grecia clásica, en la que ni había micrófonos ni altavoces, los actores se ponían una máscara de forma convexa para que derivados del latín senectus senectud. Así pues, también en la vejez hay cosas que hacer pero dejando el protagonismo de la acción a las siguientes generaciones. No sería ocioso que nuestros políticos (y también nuestros empresarios) tomaran nota de ello, aunque no fuera más que para evitar sustos como el de las últimas elecciones en las que la juventud, entendiendo obturado su camino propio, ha creado sus propios partidos. Hay una segunda cualidad en la vejez, y no menor: me refiero a que ante la desaparición de los seres queridos, en concreto de los coetáneos, uno se da cuenta cabal de la futilidad de la vida; quien mejor lo ha expresado en lengua castellana ha sido, a mi juicio, Jorge Manrique en sus imperecederas Coplas por la muerte de su padre. Su lectura es siempre recomendable. A l aprendizaje es duro, durísimo. Ver cómo nos van faltando nuestros hermanos, nuestros amigos, en definitiva nuestras referencias, es un recordatorio continuo de que te queda menos por vivir y que lo menos que te queda es peor por quedarte sin los interlocutores con quien compartir tanto las experiencias vividas como las novedades que nos presenta la actualidad; viéndolas, unas y otras, como diría Ortega, desde el mismo vagón del tren. Se va uno, pues, quedando cada vez más solo; cada vez quedan menos personas con las que hablar desde la misma perspectiva. Probablemente esta dureza explica, en PIEDRA sí misma y por sí misma, el rechazo a la vejez. la voz resonara y se hiciera oír; por ello la llaClaro es que para los que tienen fe en otra maban persona (del latín per- sonare y del vida, ese dolor puede quedar muy mitigado. Con griego prosopon De aquí deriva el significa- fe o sin ella, por duro que sea este aprendizaje, do actual del término. la vejez hay que vivirla; es una etapa que merePor tanto, en esta etapa de la vida adulta uno ce ser vivida porque en ella tenemos una funse realizaba como persona, interpretando su ción que cumplir aunque no sea la del protagopropio papel, el papel de su vida. nista. Una función necesaria para que la sociec) A los sesenta años, siempre aproximada- dad, los que vienen, no se equivoquen demasiado. mente, se llegaba a la tercera etapa: la vejez o Es una función pero también es una obligación. Además los increíbles adelantos de la Medisenectud; ahora también denominada, con procina moderna nos permiten no solo alargar la piedad, tercera edad. En esta se conjuga el tiempo pasado en sus vida y su calidad, sino también la de establecer diversos modos (las batallas del abuelo) y se in- nuevos contactos y relaciones que nos rejuveterpreta el papel del espectador. Es la hora de necen. contemplar, analizar y enjuiciar lo que hemos En conclusión, en la vejez como decía Mahecho en nuestras vidas y sacar las conclusio- chado, nos llega esa segunda inocencia que da nes pertinentes. Es por tanto la etapa de la ex- el no creer en nada Durante la madurez y, soperiencia a la que le corresponde, sobre todo, bre todo durante la juventud, se le da excesiva aconsejar, dar consejo. Aconsejar a la luz de la importancia a cosas que no la tienen y ello se experiencia vivida dejando paso a las genera- comprueba en la vejez y existe también una cierciones siguientes a las que, en su etapa de ma- ta obligación de transmitirlo así a los que nos durez, les corresponde empuñar el timón o la siguen. Explicarles, con Calderón de la Barca, que, toda la vida es sueño y los sueños, sueños batuta. Para ejercer esta función de consejo han exis- son tido, en todas las culturas, instituciones ad EDUARDO SERRA REXACH ES PRESIDENTE DE LA hoc senado, sínodo o sanedrín son algunos de FUNDACIÓN ORTEGA- MARAÑÓN los nombres de estas instituciones, todos ellos E

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