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ABC CORDOBA 07-08-2015 página 12
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12 OPINIÓN LLUVIA ÁCIDA PUEBLA VIERNES, 7 DE AGOSTO DE 2015 abc. es opinion ABC DAVID GISTAU TAXI- GIRLS A Rivera le ha faltado audacia para asaltar un espacio político desde el cual era llamado a gritos L OS votantes del PP que creían que Ciudadanos representaba la oportunidad de votar los mismos principios pero no a Rajoy ni la corrupción. Los que creían, como llegó a decirme un exdiputado popular ahora integrado en la disidencia, que Rivera iba a hacer la regeneración de la derecha que Rajoy, en su lenta combustión, mantiene bloqueada desde que la abdicación y ciertas otras fatigas tocaron un zafarrancho general de aggiornamento Esos votantes del PP, según el CIS, probablemente asustados por la degollina de bustos encapsulada de momento en el enloquecido ámbito municipal, van regresando a la nave nodriza, al marianismo, al tedio de los días insustanciales pero seguros, como dando por terminada una aventura extraconyugal con Rivera, de quien han decidido que no les gusta tanto como proyecto fundacional de convivencia. ¿Qué ha pasado? Lo que ha pasado tal vez sea que a Rivera le ha faltado audacia para asaltar un espacio político desde el cual era llamado a gritos. Asaltarlo como Podemos atacó la socialdemocracia mientras mantuvo resuello. Pero Rivera no se caracterizó, sino que, en su crecimiento a la dimensión nacional, prefirió la ambigüedad, la equidistancia, la condición de repuesto universal, válido para cualquier organismo. Quería ser Nick Clegg en un momento en que el ambiente no está para terceros personajes sutiles, que hilan fino, y que pretenden salir de todas las fiestas con la virginidad intacta y el pasado impoluto. A Rivera ahora empieza a castigarlo una irrelevancia absurda por vocacional, por elegida. Lo abandonan los mismos que dieron por supuestas cosas que Rivera jamás dijo que pretendiera hacer. Refundar la derecha, por ejemplo. Colisionar con la inmensa maquinaria corrupta del PP para robarle la manada como a un león agotado, ya que estamos con Cecil. Pero no. Rivera puso a su gente a sonreír a la espera de que los saquen a bailar en los pactos, como taxi- girls en las veladas provincianas de Norman Rockwell. A lo mejor él cree que está trenzando regates en corto con la fineza de una política a la italiana. A algunos votantes del PP descorazonados con Rajoy pero también con el pacto de poder en Andalucía, puede parecerles, en cambio, que no atendió una llamada. Que todo el coraje que Rivera tuvo en Cataluña para expulsar al PP de un espacio, el constitucional, que él asumió solo, se ha convertido en indecisión e intrascendencia cuando la misma pelea se le planteó a escala nacional. Rivera decía que aspiraba a parecerse a Clegg, y lo malo es que va a conseguirlo: más lágrimas se derraman por las plegarias atendidas. Ya no tiene sentido ese automatismo mental en las interpretaciones de las encuestas que analiza a PP y Ciudadanos como un bloque. ¿Quién ha dicho que Rivera no puede ayudar a gobernar a Pedro Sánchez? Rivera desde luego no lo ha dicho. Y esto debería ser tenido en cuenta por los que creían que iba a refundar la derecha, no sea que con su voto se refunde la socialdemocracia. MONTECASSINO HERMANN EL DISLATE MIGRATORIO El reparto de cuotas no sirve sino para brindar un penoso espectáculo de mezquindad O TRA vez se llenan las pantallas de televisión en Europa de lo que más nos desagrada. De imágenes de muertos y medio muertos recogidos en alta mar por la Armada italiana o por barcos de organizaciones humanitarias. Duele e irrita ver las imágenes. Todos se sienten un poco mal. Todos dicen que es intolerable. Pero salvo los artistas, periodistas y presentadores estrella de la izquierda española que aseguran alojar todos ellos a muchos inmigrantes del Tercer Mundo en sus lujosos hogares, nadie parece muy dispuesto a abrirles la puerta de su casa, ni siquiera de su barrio o su pueblo. Huidos de Asia, África y Oriente Medio que, por muchos y diversos motivos, han decidido que por llegar al bienestar europeo bien vale la pena arriesgar la vida. Y están convencidos de que una vez en Europa nadie los echará atrás. Los traficantes ya se ocupan de hacer esa publicidad y contar las bienaventuranzas de Europa. Algunos de los cebos son hasta ciertos. En muchos países apenas se repatría a nadie. En algunos, véase Alemania, el dinero de bolsillo que reciben desde el primer día y ya para siempre es mucho más que lo que jamás ganarían en sus países de origen. Unos huyen por tanto de la guerra, otros de los estados fallidos y su miseria, y otros quieren una vida mejor. Unos tienen derecho en Europa a asilo, y otros no. Pero todos tienen motivos lógicos y legítimos para querer prosperar lejos de sus países de origen. Esta nueva oleada de inmigración que se ha puesto en marcha hacia Europa tiene una peculiaridad peligrosa. A nadie se le ocurre ya la llegada a Europa por vías legales. Y Europa ha fomentado esta deriva hacia la ilegalidad absoluta al convertir esta llegada, como describía un miembro de una organización de ayuda, en una yincana en la que las autoridades ponen obstáculos sin cesar, pero prometen que, si se superan ilegalmente todos, se obtiene el premio de la permanente estancia legal o ilegal, da igual Eso sí, hay que jugarse la vida. Y miles o decenas de miles la pierden todos los años. Con el hundimiento de Libia en el caos de banderías y piratas, los traficantes tienen por primera vez centenares de kilómetros de costa como puerto y playa propia al Mediterráneo. Mientras Libia siga así, la insoportable situación no tiene remedio. Se iba a hacer hace meses. No se hizo nada. El reparto de cuotas entre los países europeos no sirve sino para brindar un penoso espectáculo de mezquindad. En el que siempre es Alemania la que con muchísima diferencia más inmigrantes acoge. Para ver después cómo en otros países mezquinos al máximo como España se montan manipulaciones para presentar a Merkel como una cruel bruja que disfruta haciendo llorar a las niñas del Tercer Mundo. La crisis de la inmigración puede dinamitar la unidad europea tanto como el drama no resuelto del euro. Todo es cortoplacismo e hipocresía y nadie tiene el coraje de explicar que es necesaria una política común con financiación masiva. No solo para intervenir en Libia. También para crear un sistema unificado de tramitación que lleve realmente a una repatriación rápida de todo el que no cumpla los criterios. Para quebrar así en los países de origen el efecto llamada, causado por la política europea mantenida hasta ahora y por la publicidad de los traficantes. Pero como nadie en Europa tendrá coraje para imponer esta política, lo más probable es que sigan llegando sin control y de forma masiva, aumenten las tensiones con la población autóctona, surja el racismo real y los conflictos urbanos y las formas autoritarias. Y así las sociedades ansiadas por estos inmigrantes se irán lentamente pareciendo cada vez más a las sociedades de las que huyeron.

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