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ABC CORDOBA 04-08-2015 página 72
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MARTES 4.8.2015 Editado por Diario ABC, S. L. San Álvaro, 8, 1 3, 14003 Córdoba. Diario ABC, S. L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 36.377 D. L. I: M- 13- 58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 957 497 675 Suscripciones 901 400 900 Atención al cliente 902 530 770. Una imagen... Para Julio, la vida sigue igual Desde que se retratara así en 1987, muchas cosas han cambiado para nuestro artista más universal. Aunque no en lo esencial: su pasión y sus respuestas para todo ISABEL GUTIÉRREZ MADRID VISTO Y NO VISTO IGNACIO RUIZ- QUINTANO RESENTIMIENTO ¡Acabemos con la política de café, plaga del gobernante! exclamó un día, desde el banco azul, Azaña ontra el guirigay de Colombine en el periódico global, que aboga por que el Socorro Rojo de la abuela Carmena se haga cargo con nuestro dinero del cierre del Café Comercial, me adhiero a la solución liberal de Hughes: ¡Que pongan un chino! Un fumadero, como el que frecuenta Robert De Niro en Érase una vez en América con vistas a las piernas de la glorieta de Bilbao, gloriosas al decir de Berlanga, que se sentaba allí a verlas pasar, recorriéndolas con la mirada como recorrió con la cámara las de Bárbara Rey, que no se acababan nunca. Colombine pide al Socorro Rojo una barra para viejas. Por la gran actividad social de los viejos, más aún de las viejas dice, a juego con esa cosa tan punk que oferta nuestra Constitución, que es el compromiso del Estado en la diversión de los abuelos, como eran los viajes de viejos de Bono, el Azaña de La Mancha, a Benidorm. ¡Acabemos con la política de café, plaga del gobernante! exclamó un día, desde el banco azul, Azaña, quien nunca había hecho otra cosa. Tampoco el Comercial era el Pombo de Ramón Gómez de la Serna, a quien la abuela Carmena quitará la calle no se sabe si para hacer un hueco al marido de Colombine. En el Pombo no entraron jamás ni las cañas ni los ajos ni las gambas (las gambas representaban el modernismo, lo tránsfuga y lo pueril, el bar) Pombo aparte, nuestra cultura de café es la del resentimiento, y esto lo dice Marañón, que discutió con Unamuno a propósito del español como monstruo del Café manantial inagotable de resentimiento. El hombre de la calle dice el doctor, socialdemócrata avant la lettre hace la historia, y el del Café, la envenena. Ramón, el descallejado, sale en defensa del resentimiento de ese hombre del Café (el único Café que queda en Madrid es el Ayuntamiento) Lo ve como al forjador de nuestra cultura, y la razón es que ese hombre siente su propia miseria y que ésta hace su grandeza. Vamos, como para no cerrar el Comercial. or aquel entonces, mediada la década de los 80, Julio Iglesias llevaba años conquistando países sin más arma que su voz. Una voz aterciopelada que rendía voluntades de Brasil a Filipinas, de Argentina a Inglaterra, país este último donde, en algunos de sus aeropuertos, se vio a las azafatas de la British correr por los pasillos para pedirle un autógrafo al grito de ¡Julio! ¡Julio! con ese típico acento que gastan los ingleses cuando dicen algo en español. Y es que aquel Julio, como César, tenía un imperio. En este caso, melódico. Un imperio donde nunca se ponía el sol y donde él siempre se ponía al sol. Era aquel un Julio Iglesias en blanco y negro, pues así le gustaba vestir para salir, luego, a todo color en las revistas del corazón. En el suyo ya no llevaba a Isabel Preysler, aunque sí a los hijos que tuvieron juntos: no perruno para alejarse por donde Chábeli, Julio José y Enrique. Presu- habían llegado. Entonces, Julio Iglemía el cantante de que su mejor ami- sias recibía a los periodistas en su progo era un perro, Hey que tenía el pio territorio, les abría las puertas de mismo nombre que uno de sus álsu casa de par en par e incluso les bumes y temas más emblereponía la maleta si la línea aémáticos. Hey no creas rea correspondiente la haDOLORES que te guardo algún renbía extraviado por el camiIglesias se recupera en cor es siempre más feliz no. Marbella de una quien más amó y ese Hoy para muchos la reciente siempre fui yo... vida ya no sigue igual. La operación de En la isla de Indian dictadura de la crisis ha corespalda Creek, en Miami, levantó su tado muchas alas y el manfortaleza a la que se accedía dato del e- mail ha anulado votransitando por un puente tan blances y matices. Con suerte, Julio se co como sus camisetas y tan largo pone al teléfono durante unos minucomo dos o tres Romays tumbados en tos o reúne a la prensa en impagables fila india. Era un remanso de paz solo convocatorias donde sigue demostranalborotado por las trastadas de Julio do que en dar titulares es un maestro. José y de Enrique en el bordillo de la Jamás se escaquea de una pregunta, piscina y por los ladridos de tres poin- para todo tiene respuesta. ters que recibían a las visitas y que, Ahora Julio se recupera en Marbetras olisquearlas, daban su visto bue- lla de una operación de lumbares a la P C ARCHIVO ABC que se sometió en Nueva York el pasado mes de junio. La intervención fue un éxito, pero la recuperación le mantiene fuera de juego. Ha tenido que cancelar su concierto en el festival Starlite, el mismo en el que su hijo Enrique ya ha colgado el cartel de no hay entradas dos semanas antes de subir al escenario marbellí. Estoy haciendo terapia. No me voy a morir ahora ha declarado Iglesias hace dos días a una periodista de Clarín No le toca, por supuesto. Como tampoco le tocó en el accidente de tráfico que, en 1962, le dejó casi paralizado durante un año y medio y arruinó sus sueños de futbolista. A cambio, ganamos al artista español más universal. Las secuelas aún persisten en su espalda, pero no en su moral. Julio todavía es Julio, aunque ya no gaste camisetas blancas ni reciba en casa. Verbolario POR RODRIGO CORTÉS Autodidacta, m. Pobre con iniciativa.

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