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ABC CORDOBA 31-07-2015 página 3
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ABC VIERNES, 31 DE JULIO DE 2015 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA LA EDUCACIÓN O EL AMOR POR JOSEP VICENT ¡Qué gran arma de acción social es la música! Su fuerza como recurso educativo, lenguaje y puente de comunicación. Como instrumento para inspirar ilusión nueva y deseo de avanzar hacia un mundo mejor. La fuerza del sonido, abstracto y por eso libre de manipulaciones y malversaciones, es indiscutible Tantas veces viví en mis propias carnes su poder renovador... Su fuerza como recurso educativo, lenguaje y puente de comunicación. Como instrumento para inspirar ilusión nueva y deseo de avanzar hacia un mundo mejor. La fuerza del sonido, abstracto y por eso libre de manipulaciones y malversaciones, es indiscutible. No comprendo a quienes no lo ven claro y desconfío de los argumentos que pueden apoyar tan descomunal ceguera. Y no escribo desde el estudio científico sobre el efecto de la educación musical en la capacidad intelectual del ser humano o las conexiones que la música ayuda a generar en el cerebro, ni siquiera sobre el hecho de que ayude a la creatividad o a consolidar una eficaz estructura lógica. Ni de su efecto en la inteligencia emocional haciéndonos más felices. No, no les hablo de eso. Vi con mis propios ojos el efecto inmediato en niños que viven apartados de la sociedad. En jóvenes cuya única opción parece formar parte de alguna de las bandas organizadas que viven en las calles. En padres, demasiado jóvenes para serlo, que no saben cómo ofrecer a sus niños algún futuro que les ilusione. Ojos vivos que se abren de par en par y transmiten el deseo de aprender. Adultos que, al ver las caras de sus hijos, te transmiten que están dispuestos a luchar de nuevo por una sociedad mejor, donde la música estará a su alcance, como sintieron hoy. PIEDRA Estudiantes que, ante el sonido producido por ellos mismos al tirar de una cuerda de regaló ayer su sonido, sin reservas, con genero- contrabajo o al golpear un parche de timbal, sonsidad y amor apabullante. ríen realizados, con una risa blanca, llena de fe. Y ese es el gran secreto: ¡la música como acto de amor! o pude evitar llorar, en el taxi, a las Recordarán los melómanos aquellas inolviafueras de la última ciudad de esta dables versiones cargadas de excesos del maestierra tan bella y tan difícil, tan rica y tro Leonard Bernstein. No era teatro, sino patan pobre, paupérrima, donde miles sión y entrega profunda. Para mí, la música lo y miles y millones de personas hacinadas en es cuando es interpretada con la energía sono- chabolas fuera de las urbes modernas viven ra, el deseo y la transparencia emocional que ga- muy por debajo del umbral de la pobreza. Farantizan su sinceridad y discurso orgánico (a milias cuya vida no se arregla cuando los gopesar incluso de los maravillosos defectos que biernos les regalan alguna que otra mejora pacsean fruto de esa sinceridad) Lo demás son pro- tada en un Parlamento, que acaba consumiénfesionalismos absurdos. dose y volviendo de nuevo a los mismos lodos Durante las últimas semanas compaginamos de su infelicidad. los conciertos sinfónicos en auditorios de todo ¡La única alternativa es la educación! el país con las actividades educativas y sociales Educar para amar. Educar a construirse y ser en las comunidades más desfavorecidas del sur independientes, a ser creativos, a soñar. Educar del continente. Y es aquí donde, por un minuto, con los mismos recursos y entrega con que se pude borrar el regusto amargo del que les ha- educan los hijos de las familias ricas. Darles arblaba al principio. Aquí donde me sentí tan agra- mas intelectuales y emocionales (van, por sudecido como abrazando a mis propios hijos. En puesto, unidas) para que sean ellos quienes puecada minuto compartido cerca de los niños más dan y quieran moldear su devenir. indefensos, cuya percepción de nuestra llegada Señores gestores de la educación y la cultues recibida como un auténtico regalo, deseosos ra, ¿saben cómo? de sentirse queridos y aprender. Mejor dicho: ¡Con la música! Con amor. aprender al sentirse queridos. Lo vi con mis propios ojos. ¡Y qué gran arma de acción social es la música! JOSEP VICENT ES DIRECTOR DE ORQUESTA J ÒIA, 4 años: ¿Cuántos días te marchas esta vez, papá? Con esta frase me recibe mi hija, justo al llegar, después de darme un beso de bienvenida y temiendo que mi marcha sea de nuevo inminente. Consciente de la madurez de la pregunta, me quedo un poco traspuesto, sin contestar, por no decirle tan a bote pronto: Mañana, hija, mañana Un desastre para la conciliación familiar esta profesión mía, ¡un desastre indiscutible! Y son pocos los momentos que llegan a ser de verdad sublimes en la música y sus vidas contiguas para olvidar por un segundo el tiempo robado a los seres queridos. Solo a veces, muy de vez en cuando, he vivido alguna experiencia que casi compensó por un minuto el sabor amargo de no estar con mis hijos el tiempo que se merecen. Estoy en Ciudad del Cabo y acabo de terminar la gira de más de tres semanas que me ha hecho recorrer este país increíble que es Sudáfrica de lado a lado. Ayer sonamos el duodécimo y último concierto en el Cape Town CityHall, totalmente a rebosar. Fue una noche magnífica, la verdad. La energía de la orquesta se triplicó al sentir que nuestro mensaje tenía en el fondo un punto melancólico de despedida. Los últimos momentos de una gira intensa y larga conllevan a menudo una ruptura emocional. Como si el paso de los días fuera creando lazos profundos más y más íntimos. Las músicas que se interpretan parecen cada vez más propias, en un imparable proceso de empatía y hermandad en el sonido, reforzado por las estrecheces de los viajes y las sonrisas y los aplausos recibidos colectivamente en los escenarios. En gira, cada vez parece más difícil concebir la vida, que sigue su curso, fuera de ese auténtico Gran Hermano de una orquesta sinfónica. Para los no iniciados, no duden que los amores y desamores, encuentros, desencuentros, odios y pasiones diversas son el pan de cada día del backstage El orden perfecto que hace intuir la visión de la máquina orquestal uniformada en un escenario es solo una pequeña sombra de la enorme luz de acontecimientos humanos que corre por las venas de los días compartidos. Y a mayor dificultad o éxito, mayor intensidad. Pues bien, esta mañana (el día siguiente al concierto) recibí un montón de mensajes a través de la maraña social media que nos invade. El público quería compartir su emoción y agradecimiento. Amables, parecían haber sentido de verdad algo especial... Y es que la orquesta N

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